Los acontecimientos vividos en Israel desde el ataque de Hamás del pasado 7 octubre y el estallido de la guerra en Gaza han provocado un seísmo a todos los niveles. Ante el odio y la sed de venganza desatados en la región, quienes todavía sueñan en lograr la paz viven tiempos especialmente desafiantes y complejos.
“La pérdida de varios de nuestros amigos, incluida Vivian Silver, una de las fundadoras del movimiento Mujeres Activan por la Paz (WWP, por sus siglas en inglés), y el dolor terrible de ese día sangriento, arroja una pesada sombra sobre todas nuestras acciones. Pero a pesar de la oscuridad, junto a nuestras socias palestinas seguiremos luchando por la paz”, comunicó este movimiento de mujeres. Silver, como muchos residentes de los kibutz asaltados por los islamistas, defendía la creación de un estado palestino, e incluso ayudaba a gazatíes enfermos en sus traslados a hospitales en Israel.
Esther Dinner, activista de la agrupación, atiende a Artículo14 desde Tel Aviv. Durante los sangrientos años de la Segunda Intifada, cuando autobuses y cafés volaban por los aires en atentados suicidas palestinos, ejercía como trabajadora social atendiendo a supervivientes para lidiar con el postrauma. Forjada en el dolor de aquella experiencia, se movilizó para intentar revertir la espiral de violencia.
Deterioro sin precedentes, oportunidad de cambio
“La terrible guerra en Gaza ha deteriorado el conflicto palestino-israelí a un nivel sin precedentes, pero también vemos este momento como una oportunidad de cambio”, comenta. Durante su experiencia laboral, aprendió que “ante las situaciones extremas, la gente quiere encontrar soluciones”.
Tras una asamblea internacional celebrada el 4 de octubre de 2023, donde llegaron mujeres de todo el mundo para identificarse con las demandas de WWP, la agrupación sufrió un cataclismo. “El golpe (de Hamás) fue tan fuerte que nos quedamos petrificadas, no sabíamos como salir de la situación”, reconoce. La tarea más urgente era que el valioso trabajo logrado hacía cuatro años, cuando al otro lado del muro se fundó el movimiento paralelo “Mujeres del Sol”, no se fuera al traste. Gracias a la sensibilidad y la comunicación de mujeres árabes israelíes con colegas palestinas, se lograron establecer grupos de trabajo en Gaza y Cisjordania.
A diferencia de otros movimientos pacifistas, WWP se presenta como un colectivo transversal, que agrupa a mujeres de ideologías y procedencias diversas. Así lo aprendieron tras forjar puentes con mujeres de Irlanda o Liberia, que fueron claves para resolver dichos conflictos.
Tratan de presentar demandas que logren el mayor apoyo social. Para crear un “futuro de paz, seguridad, justicia e igualdad”, creen que ahora es urgente “la liberación de los secuestrados, un cese al fuego, el regreso y rehabilitación de los residentes del Sur y Norte, tratar la crisis humanitaria en la Franja de Gaza y retomar las negociaciones para la resolución del conflicto, en conjunto con la comunidad internacional y los países árabes moderados”.
Vuelta a la senda diplomática
Dinner insiste en que además de presionar a los líderes para retomar la senda diplomática, la paz “hay que construirla, hacerla y desarrollarla”. Cuando terminó la guerra de Gaza en 2014, WWP presentó un estudio con alternativas para prevenir el próximo conflicto. “El término paz se borró del vocabulario desde entonces. Shalom (paz) es el modo en que saludamos en hebreo, pero muchos pasaron a usar sinónimos como “Hey” o “Bye”. Debemos reivindicar el uso de esta palabra”, lamenta. También incide en la urgencia de educar por la paz desde las escuelas.
Ante la evidente amenaza que suponen Hamás, Hizbulá o Irán, hay un consenso incuestionable en la sociedad israelí sobre la necesidad de disponer de un Ejército capaz de defender el país. Pero Dinner matiza: “Las guerras no se ganan en el campo de batalla, sino que se resuelven cuando empiezan a haber acuerdos. De lo contrario, estaremos en un estado de guerra constante”.
La paz con el enemigo es posible
En las concentraciones de WWP, suelen lucir imágenes de Isaac Rabin y el Rey Hussein (acuerdo de paz Israel-Jordania, 1994) o de Menachem Begin y Anwar Sadat (acuerdo de Israel-Egipto, 1978). “Solo un acuerdo diplomático nos devolverá la seguridad”, reivindican, recordando que en el pasado el estado judío firmó la paz contra enemigos todopoderosos capaces de poner en serio riesgo la existencia del país.
Ante las voces extremistas en Israel, que alegan que “no hay inocentes en Gaza” o que ahora no es momento de acuerdos, la convencida activista insiste en que “justamente ahora es el momento de hablar de paz”.
Dinner lamenta que pese a que su deseo fue priorizar la liberación de los rehenes israelíes secuestrados en la Franja desde “el minuto 1”, su Gobierno alegó que “solo hay lugar para la revancha”. “Pasados dos días de la masacre al sur de Israel, recibimos llamadas de madres de Gaza, preguntando cómo estaban nuestras familias. Pese al dolor, nosotras les reafirmamos que no abandonaremos este camino”, comenta.
Hay situaciones rutinarias que prueban que la vida compartida es posible. Lia, colega de Esther, trabaja en un hospital de Tel Aviv, donde la mitad del personal son árabes y la otra mitad judíos. “Trabajan juntos y hablan de la situación. Todos sufren, pero a pesar de las dificultades atienden a los pacientes por igual. La igualdad y la coexistencia existen allá”, reivindica.
La participación de las mujeres
Para edificar un futuro mejor, insiste en que “las mujeres sean partícipes” en la toma de decisiones, porque de lo contrario “seguiremos eternamente en el revanchismo”. Pese a las discordantes narrativas sobre el conflicto palestino-israelí, desde WWP llegaron a la conclusión de que “los dos pueblos tienen historia y arraigo a esta tierra. No podemos quedarnos en el pasado, debemos presionar para arreglar el futuro”. Por ello, en la última concentración en las calles de Tel Aviv, exclamaron: “¡No queremos más muertes, es hora de acuerdos!”.