Ebrahim Raisi ha muerto en un accidente de helicóptero junto al ministro de Exteriores cuando regresaba de Azerbaiyán. El presidente Raisi no pasará a la historia por haber logrado mejora alguna en los derechos de las mujeres en Irán, país gobernado por una teocracia desde la Revolución de 1979.
En sus apenas tres años como presidente, el nombre de conservador Raisi –que sucedió al reformista Rohani— estará vinculado para siempre a la represión del movimiento de protesta surgido en el otoño de 2022 tras la muerte en Teherán de la joven kurda Mahsa Amini a manos de la conocida como Policía de la Moral el 16 de septiembre de aquel año. El delito de la estudiante de 22 años: llevar incorrectamente puesto según los cánones de los guardianes de las esencias islámicas el hiyab o velo islámico.
El analista político especializado en Irán Daniel Bashandeh afirma a Artículo14 que durante los tres años de la presidencia de Raisi “en términos legales y civiles la situación de la mujer no ha cambiado”. “Entre las demandas de las ultimas protestas estaban mejorar los derechos de la mujer. Pese al levantamiento popular el régimen no ha cedido e intenta imponer mayor control social a través de más vigilancia policial”, explica a este medio.
Como ejemplo del rechazo de gran parte de la población iraní, a la cabeza las mujeres que desafiaron -y siguen haciéndolo— al régimen, numerosas activistas, anónimas y populares, han celebrado en las últimas horas la desaparición del político y alfaquí chiita. La activista iraní y presidenta del World Liberty Congress Masih Alinejad brindaba en un post en la red social X tras conocer la noticia del accidente del mandatario en el noroeste de Irán.
Las protestas de 2022, que comenzaron como una acción espontánea en torno a la universidad en defensa de las libertades individuales y los derechos de la mujer, acabaron convertidas en un movimiento de base juvenil en favor de la caída del régimen de los mulás y la implantación de un sistema democrático. Desde el comienzo fue liderado por las mujeres iraníes -dentro y fuera del país- desafiando a las autoridades. El lema del movimiento fue Mujer, Vida, Libertad.
El rechazo del velo obligatorio se convirtió entonces en el símbolo del rechazo de las mujeres al régimen y miles de mujeres replicaron el gesto de deshacerse de él a través de las redes sociales. Y, sobre todo, con mayor valentía si cabe, en las calles de las ciudades de todo el país.
Pero el régimen no tuvo demasiadas contemplaciones y se empleó, con Ebrahim Raisi a la cabeza del gobierno, a fondo para aplastar el movimiento. Según datos de Naciones Unidas, las autoridades iraníes detuvieron, torturaron, ejecutaron e hicieron desaparecer a miles de personas. Un informe del Consejo de Derechos Humanos de la ONU aseguraba el pasado mes de marzo que las autoridades iraníes cometieron “crímenes contra la humanidad”. Las mujeres periodistas fueron otro de los principales blancos de las autoridades de la República Islámica, que han salido airosas de una de las mayores protestas de los últimos años.
Al respecto de la obligatoriedad del velo islámico, Bashandeh asegura que “la situación ha empeorado, ya que se han intensificado los controles y las multas”. A juicio del especialista, “la sociedad iraní se encuentra en una etapa de desobediencia civil y rechazo al sistema, ya que el régimen no ha canalizado sus demandas, sobre todo, la de los más jóvenes”.
En septiembre del pasado, y al cumplirse un año de la muerte de Mahsa Amini, el Parlamento iraní aprobaba un proyecto de ley que endurece las penas para aquellas mujeres que violen el código indumentario impuesto por el régimen. La nueva normal equipara el velo a la “desnudez” y prevé, además de elevadas multas y confiscaciones de bienes, penas de cárcel de hasta diez años para cualquier mujer o niña que desafíe las leyes de uso obligatorio del velo.
Como denunció el mes de octubre pasado Amnistía Internacional, el proyecto de ley “ampliará los poderes y capacidades de los organismos de inteligencia y seguridad, incluidos la Guardia Revolucionaria, la fuerza paramilitar Basij y la Policía, lo que les permitiría vigilar y oprimir aún más a las mujeres y las niñas”.
La lucha de las mujeres iraníes por su libertad fue reconocida en octubre de 2023, un año después del estallido del movimiento popular en favor de sus derechos, con la concesión del Premio Nobel de la Paz a la activista iraní Narges Mohammadi. La militante por los derechos de las mujeres y vicepresidenta del Centro de Defensores de los Derechos Humanos en Irán recibió la noticia del galardón en la cárcel de Evin en Teherán, donde cumple una larga condena.