Israel cerró ayer una cuenta pendiente. Tras unas horas de incertidumbre durante la tarde, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) confirmaron que uno de los cadáveres hallados tras un combate en Rafah, al sur de la Franja de Gaza, era el de Yihie Sinwar, líder del brazo armado de Hamás y arquitecto de la masacre del 7 de octubre.
En el estado judío se vivieron ayer una mezcla de emociones. Pero hubo consenso total: el “carnicero de Jan Yunis”, tal y como se conocía al cabecilla islamista que planeó la peor matanza de israelíes en la historia del país -1.200 muertos y 250 secuestrados-, merecía morir. En los platós de televisión, analistas se regocijaban con las imágenes reveladas de los últimos instantes de vida de Sinwar, agonizando gravemente herido, con el rostro cubierto, y tratando de ahuyentar sin éxito un dron hebreo que estaba escaneando el edificio derruido por la artillería.
Por las calles de todo el país, resonaban los cláxones de los vehículos y los gritos de júbilo desde los balcones. Para muchos, liquidar al líder de Hamás fue un evento comparable al asesinato de Bin Laden, de Sadam Hussein, o de Muammar Gaddafi. Pero pese al incontestable logro, que deja a Hamás en coma terminal, la faena no está terminada. La guerra sigue en Gaza, en el Líbano murieron ayer cinco soldados, y todo indica que Israel ya tiene planeada la respuesta al ataque con misiles balísticos perpetrado por Irán. Por si acaso, el primer ministro Benjamin Netanyahu lo dejó claro tras confirmar la noticia: la guerra todavía no ha terminado.
Según confirmó el portavoz de las FDI, el líder de Hamás no fue localizado mediante una compleja operación de inteligencia, sino por un escaneo rutinario de tropas sobre el terreno el miércoles. Los soldados hebreos presenciaron movimientos extraños en un edificio, confirmaron que se trataba de operativos de Hamás, y abrieron fuego. Tras las primeras sospechas de que uno de los cadáveres era el de Sinwar, se llevó su cuerpo sin vida a un centro forense al sur de Tel Aviv, donde se certificó su identidad mediante pruebas de ADN. Además, se hallaron documentos de identidad y dinero en efectivo junto a su cadáver.
Acorde al canal 12 israelí, Sinwar fue localizado cerca del túnel donde fueron encontrados en septiembre los cadáveres de seis rehenes israelíes, ejecutados por terroristas instantes antes de ser localizados por un comando de las FDI. Pese a los rumores que indicaban que el cabecilla de Hamás podría estar rodeado de otros rehenes para usarlos como escudos humanos, se encontraba únicamente acompañado de otros dos hombres armados, uno de ellos un guardaespaldas que le acompañó durante su larga huida.
“Localizaremos a cada terrorista y los eliminaremos”, prometió Yoav Gallant. Tras el asesinato de Ismail Haniye (líder político islamista fuera de Gaza), en una operación no reconocida oficialmente por Israel en Teherán, Sinwar pasó a ser el máximo dirigente de Hamás. Conocedor de la psicología israelí -pasó años en la cárcel, donde incluso aprendió hebreo-, el arquitecto del 7 de octubre era considerado el líder más beligerante del grupo, y se consideraba imposible lograr un acuerdo de alto al fuego para liberar a los rehenes israelíes mientras siguiera en el poder.
La gran incógnita ahora es quién sustituirá a Sinwar, y qué modus operandi prevalecerá. Con una Franja de Gaza arrasada, más de 42.000 muertos, más de la mitad de las infraestructuras derruidas, el nuevo liderazgo del grupo islamista deberá decidir hasta cuando seguirá sacrificando las vidas de más civiles para combatir contras las FDI.
Sinwar, que se unió a Hamás poco después de su fundación en 1987, dirigió el aparato de seguridad interna del grupo islamista, y fue responsable de matar con sus propias manos a varios palestinos acusados de colaborar con la inteligencia israelí. Pasó 23 años encerrado en cárceles israelíes con una pena de cuatro cadenas perpetuas -por asesinar a dos soldados-, pero fue liberado junto a 1.207 presos en el intercambio de prisioneros que facilitó el retorno del recluta israelí Gilad Shalit en 2011. Desde el estallido de la guerra, solamente fue visto en una ocasión, caminando en un túnel junto a una hija suya.
Netanyahu, que ansiaba liquidar a los cabecillas de Hamás y Hizbulá para diluir el fracaso del 7 de octubre, celebró que “el mal sufrió un golpe duro, este es un momento clave para el fin del gobierno del terror de Hamás”. Tras prometer a los familiares de los rehenes que seguirá haciendo todo lo posible para devolver a sus seres queridos a casa, mandó un mensaje a los civiles de Gaza: “Sinwar os vendió que era un león que luchaba por vosotros, pero se escondió en un túnel oscuro. Os arruinó vuestras vidas”.
El premier israelí evitó hablar de un “acuerdo”, y animó a los gazatíes a proporcionar cualquier pista que sirva a las FDI para localizar a los 101 rehenes cautivos en manos de los islamistas. De hecho, prometió a sus carceleros la amnistía si los liberan, se rinden y entregan sus armas.
Pero desde el Foro de Familiares de los Rehenes no se vivió la noticia con tanto éxtasis. “Lo que celebramos no es la eliminación de nuestros enemigos, no es suficiente para nosotros. Celebramos la vida, y festejaremos cuando los nuestros vuelvan a casa”, proclamaron en un comunicado. En entrevistas de televisión, familiares imploraron a Netanyahu que pase de las palabras a la acción, y que deje de lado sus cálculos políticos. “Sinwar fue un obstáculo durante meses, y ahora fue eliminado. Urgimos a todas las partes involucradas a trabajar para un acuerdo inmediato que devuelva a todos a casa. Es el momento del mundo de hacer presión”, exigió Daniel Lifshitz, nieto de Oded Lifshitz.
Desde la Casa Blanca, la aspirante a la presidencia Kamala Harris celebró la muerte de Sinwar, y urgió a aprovechar la oportunidad para lograr un acuerdo que permita “ frenar la guerra, liberar a los rehenes y parar el sufrimiento en Gaza”.