VIP

La maldición del Bill Gates británico que hereda su viuda

Mike Lynch y su ex socio, Stephen Chamberlain, fallecieron con dos días de diferencia

Yate de Mike Lynch - Internacional
El yate Bayesian que alquiló Mike Lynch en Sicilia EFE

Es una historia propia de una novela de Agatha Christie. Dos hombres de negocio multimillonarios muertos en sendos accidentes fatales. Y con apenas 48 horas de diferencia. Eran dos amigos, Mike Lynch, conocido como el Bill Gates británico, y su socio Stephen Chamberlain, gran deportista y aficionado a correr maratones. Habían hecho el negocio perfecto vendiendo su empresa de software llamada Autonomy al gigante informático Hewlett Packard (HP) por 11.000 millones de dólares. Ya podían retirarse a vivir una vida de reyes después de una operación de tal envergadura. Les esperaba un futuro brillante, con las cuentas corrientes a rebosar, viajes, casas de ensueño y veranos navegando en sus veleros de lujo. Pero les duró poco la alegría. HP les denunció un año después al haber encontrado “graves irregularidades contables” en la venta de la empresa, les acusaron de inflar el valor de la compañía para venderla a un precio que no se correspondía con el real. ¿Habían engañado los socios a la multinacional norteamericana? Tuvieron que litigar durante quince años hasta que el tribunal de Estados Unidos se pronunciara al respecto.

Y comenzó el calvario judicial. Los dos amigos que rozaron el éxito y el poder con los dedos de la mano, con 59 y 52 años respectivamente, se enfrentaban a una pena de cárcel de 25 años. Su perspectiva de futuro se truncó. Podrían pasar el resto de su vida entre rejas. Lynch estuvo de hecho un año de arresto domiciliario en San Francisco hasta que se celebró el juicio. Pero la suerte les sonrió, o la verdad, o las dos cosas. Y el juez americano les absolvió de todos los cargos y les devolvió la libertad y el pasaporte a una vida de lujos en Europa y un futuro en paz después de quince años de litiigios.

Podrían parecer dos hombres con suerte. Hasta este verano. Mike Lynch navegaba en su yate de lujo ‘Bayesian’ por las aguas cristalinas de Sicilia cuando el velero se hundió en apenas unos minutos. Nadie entiende que un barco con todos los avances tecnológicos pudiera naufragar en tan poco tiempo. Se habla de una fuerte tormenta que pilló desprevenida a la tripulación. Murieron 8 personas en total, entre ellas, el millonario Lynch y su hija Hannah de 18 años, que iba a comenzar la universidad en Oxford.

Solo dos días antes, su exsocio Stephen Chamberlain, fue atropellado por un coche en las afueras de Cambridge cuando salía a correr. No parece que fuera un asesinato premeditado, pero sorprende la fatalidad de ambos sucesos.

Pero esta triste y extraña historia no finaliza así. La viuda de Lynch sobrevivió al accidente del yate. Angela Bacares, de 57 años, estaba en el barco junto a su marido y su hija. Trepó sobre varios fragmentos del barco y fue rescatada con cortes en los pies de madrugada junto con otros 14 pasajeros que lograron escapar en un bote salvavidas. De la noche a la mañana se quedó sin marido, sin hija y se convirtió en la única accionista de la empresa del magnate, ya que los dos socios se habían muerto. Un patrimonio que ronda los 190 millones de libras esterlinas, unos 225 millones de euros y con participaciones en la empresa de ciberseguridad que había fundado su marido, Darktrace.

Pero el dinero no entiende de duelos y la empresa HP podría extender su demanda, esta vez a la heredera. El proceso judicial que se cerró en Estados Unidos se mantiene abierto en Reino Unido. El Tribunal Superior de Londres declaró culpables a los dos empresarios, pero el magistrado puntualizó que la cifra de compensación económica para la multinacional debía ser ostensiblemente menor que esos 4.000 millones de dólares que reclama HP.

La empresa tecnológica tendrá que calibrar también si esta demanda puede golpear a su reputación por enfrentarse a la viuda después del golpe emocional sufrido y dar explicaciones a sus accionistas, puesto que cotiza en Bolsa.

En un movimiento sin precedentes, Stephen Breyer, el juez de San Francisco que supervisó el caso de Lynch, envió una nota a los jurados después de las muertes repentinas de Lynch y Chamberlain. “Después de haber pasado casi tres meses con ellos, estoy seguro de que sienten una sensación de pérdida. Permítanme asegurarles que su veredicto, que fue el resultado de un proceso reflexivo y cuidadoso, les dio a estas personas y a sus familias una fe renovada en nuestro sistema de jurado. Sé que sus pensamientos, así como los nuestros, están con sus amigos y familiares”. Cuando parecía que les esperaba un futuro de ensueño, la fatalidad acabó con sus vidas. Y ahora su viuda hereda la maldición de Lynch con esta demanda multimillonaria.

TAGS DE ESTA NOTICIA