Uno pasa por delante de Baluarte y escucha ese seseo acelerado, esas risas contagiosas, esa conversación cálida, y siente ganas inmediatas de entrar. Está en pleno barrio de Salamanca, en la calle Claudio Coello de Madrid, pero allí se percibe algo distinto: puertas abiertas, una mesa alta que separa el interior del exterior y personas charlando, tomándose un café o explorando el corner de ventas. Desde fuera podría pasar quizás por una cafetería más de una de las mejores zonas de Madrid, pero al atravesar sus puertas de repente uno se siente inexplicablemente en casa.
Una Virgen de Guadalupe da la bienvenida al paseante. México vive en en las paredes, además de en los corazones de los emigrados que encuentran aquí un lugar de encuentro, un espacio propicio para echar de menos juntos las raíces compartidas. Dispuestos siempre a atender de forma muy especial encontramos a Christian, Víctor, Charlie y Ángel. La misión de Baluarte es hacer de su equipo una familia, y de la mano de la Fundación A la Par, el espacio integra en sus valores la importancia de la amistad y de llevar más allá del trabajo las relaciones humanas.
“Yo llegué a España hace diez años procedente de México, pero este proyecto no se inauguró hasta noviembre de 2022. Sin embargo, como todos los proyectos en la vida, fue encontrando su cauce (sobre todo en el corazón) a lo largo de los años”. Es Ana María González Cimadevilla quien habla, alma máter del proyecto Baluarte, fundadora y su directora. Ella y Marta Santalla, actual encargada de arte, realizaron sus estudios en fotografía y cuando quisieron exponer, les fue imposible. “Llamamos a muchísimas puertas, pero nunca había sitio para nosotras. Entendemos que la experiencia académica es importante, pero para temas humanos y artísticos creemos que es más importante el alma. Así que decidimos poner en marcha nuestro propio espacio”. Detrás de los grandes proyectos hay siempre detrás una organización impecable. “Aquí entra en escena Dani (Daniela Azuara), con quien solía reírme por no encontrar la descripción de su trabajo… Siempre un circo de muchas pistas. Su disposición y perfil emprendedor ha hecho posible que se aterrizaran muchas de las ideas”.
Siempre tuvieron claro que tenía que ser un centro expositivo, una galería de arte, pero también un punto de encuentro. De ahí nació la cafetería, que es realmente la tarjeta de visita del local, que después se abre a otros tres espacios donde en la actualidad se imparten cursos (de cerámica, de acuarela o de arreglo floral), conferencias (de política, de música o de religión) y se organizan viajes y actividades. Allí se presentó también el poemario de Antonio Guzmán (@guzmandi en su perfil en Instagram) o el disco del grupo Volver a Siquem Segundo movimiento.
Encuentro de artistas
En la sala principal se encuentra la exposición colectiva, que además de contar con las populares meninas de Felipao (en exposición permanente), cuenta también con las obras de Luz Mari Morales y ha mostrado obra de Cuca Arlot, Antonio Azuaga, Carmen Delgado, Paloma Escudero, Uca Fuster, Cristina Hornillos de Villota, Dolores de Loma, Beatriz López Linares, Patricia Marqués Casal, Kontxa Mauro, Diego Federico Moll Soto, Ana Oliver Pinacho o Bea Taracena. “Nuestro lema es ‘comparte tu don’. Todos tenemos dones, y es un regalo poder descubrirlos y compartirlos. Hay tanta gente con tanto que dar…”, relata a Artículo14 Isabel Sánchez Conde, también mexicana, quien además de ser siempre la cara al público se encarga de la administración de Baluarte y su contabilidad. Ella relata cómo cada día suceden cientos de cosas en un lugar que se ha convertido, además, en lugar de acogida de sus compatriotas.
“Una señora mexicana me dijo el otro día: ‘Acabo de llegar a España y ya me siento acogida. En Baluarte he encontrado gente que me valora, que me acompaña; he hecho nuevos amigos’. Realmente nosotras creemos que no hay contacto pequeño pequeño”, continúa, mientras su hermana María Sánchez Conde, responsable de proyectos IT y comunicación, añade: “Uno viene aquí y nunca sabe lo que se va a encontrar. Siempre está ocurriendo algo, siempre puedes aprender algo. Igual te tomas un café y escuchas algo interesante, o ves a otros salir de un taller y decides apuntarte”.
Lo que define el proyecto son sus valores cristianos, pero como dice Ana María González, “simplemente se trata de no ir en contra”. “Si Dios es eterno e inabarcable, los temas y las capacidades lo son también, así que hay muy pocos límites”. La directora ha estudiado filosofía y teología, y ella misma imparte cursos relacionados con la fe, como el de Sagrada Escritura. “Aquí puede venir quien quiera, pero a la hora de exponer obra somos selectivos”, recalca.
“México no sería México sin España”
“Compartimos y defendemos los valores de Occidente y el origen de Europa. Precisamente siendo mexicanas sabemos que hay una riqueza enorme en todo lo que nos llevó España; reconocer esa herencia, con lo bueno y con lo malo (porque no todo fue perfecto), nos enriquece”, continúa. Ahora mismo Baluarte colabora con un proyecto en el Pico de Orizaba, llamado el Camino de Guadalupe –en un símil con nuestro Camino de Santiago– que busca reivindicar y rescatar la importancia de la Guadalupana y relatar cómo fue un indígena quien evangelizó a los misioneros españoles. “Queremos afirmar la hermandad entre México y España a través de la Virgen de Guadalupe”, revela.
Pero no todo ha sido fácil. “Después de meses difíciles, finalmente tuvimos el honor de inaugurar con una exposición del pintor hiperrealista Manu Campa; lo que él dejó, su huella, permanece hoy con nosotros hasta hoy. Y eso sucede con cada persona que pasa por aquí, aunque a veces nos hayan acusado de estar ‘jugando a las galeristas’”, comenta entre risas.
Lo cierto es que quien atraviesa este “baluarte” hecho de madera, ladrillo visto y mucho amor, paciencia y confianza es acogido. Bien Ana, bien Dani, Marta, Isabel, María, Christian, Charlie, Victor o Ángel, saludan a cada persona que atraviesa su umbral. “En realidad, lo más importante de Baluarte es su capital humano. Somos un equipo. Todo lo demás es accesorio, cambia; cambia también el arte, pero no la permanencia del artista, su huella. Todo lo que sucede aquí genera un ambiente único”. Así, entre esculturas, pinturas, fotografías, acuarelas y piezas de cerámica, late un corazón artístico en Madrid. Un corazón que es, además, mexicano.