“Italia es uno de nuestros aliados más importantes”, dice Viktor Orban en su visita a Roma a una semana del inicio del semestre húngaro en la presidencia rotatoria de la Unión Europea. Aunque los líderes no se encuentran en su mejor momento, sino más bien en el peor. El soberanista ha enmarcado esta visita en una gira en la que ha realizado también una parada en Berlín y que terminará en París para preparar su presidencia que ha querido llamar, en un guiño a su admirado Donald Trump, Make Europe Great Again. Ambos están alineados en algunas de las bases de su ideología, como la gestión migratoria o la política de natalidad de sus países. Aun así, ante una semana crucial en las negociaciones para construir las mayorías europeas y sus nombramientos, las diferencias en algunos temas fundamentales como la visión de la guerra en Ucrania o los socios soberanistas, se hacen relevantes ante el horizonte de esta legislatura. Especialmente para elegir de qué parte estar y todo parece que Orban y Meloni no estarán en la misma.
“Compartimos el focus sobre la competitividad europea” de la presidencia húngara y también la “defensa europea” y “el nuevo enfoque de las políticas agrícolas”, dijo la primera ministra italiana en la rueda de prensa posterior al encuentro. Además, Giorgia Meloni quiso resaltar la nueva política comunitaria “de flujos migratorios”, una visión mucho más dura que la que solía tener la UE y que comparte con Orban. Un aspecto considerado un logro para la primera ministra, tras conseguir llevar sus estrategias nacionales a la Unión Europea, como la de la colaboración con los países de origen y tránsito. “En este tema es la UE la que se ha acercado a su postura y no al revés”, dice Fabrizio Coticchia, politólogo especializado en Relaciones Internacionales de la Universidad de Génova.
Aunque la reunión precede al inicio de la presidencia húngara de la UE, era inevitable pensar que en el encuentro de hoy, las lógicas de coalición europeas serían fundamentales. Giorgia Meloni guía a los Conservadores y Reformistas Europeos, que incluyen a los rumanos de AUR desde hace una semana, y que son ya el tercer grupo en número, pero en el que no hay sitio para Fidesz de Orban. Ya no lo había antes, por la negativa de Meloni, pero ahora el líder húngaro ha declarado directamente que seguirán sus intereses nacionales, “ya que no podemos entrar en una familia política con un partido rumano anti-húngaro”. Él mismo lamentó en más de una ocasión que sus amigos conservadores no quisieran unir fuerzas para “crear el segundo grupo más grande del Parlamento europeo”, ahora esta incompatibilidad se manifiesta sin tapujos.
Pero en las diferencias entre Orban y Meloni la principal es la diversa posición sobre la guerra en Ucrania. La primera ministra italiana ha convertido su atlantismo y su firme apoyo a la defensa ucraniana en uno de los pilares de su estatus internacional. Una postura incompatible con la simpatía de Orban por Putin, que hacen una mezcla para esta legislatura aún menos factible. Algo que la primera ministra reconoció en la rueda de prensa diciendo que en este tema “no han coincidido siempre”, pero agradeciendo, de todas formas, que el líder húngaro permitiese a los aliados de la OTAN y de la Unión Europea tomar decisiones fundamentales a pesar de que él no estuviese alineado con sus posturas.
No obstante las posiciones comunes a nivel ideológico con Meloni, Orban sabe que en este momento será difícil salir de la situación de aislamiento en la que lo dejan los resultados de las elecciones europeas. Para la derecha soberanista, dice Coticchia, se ha demostrado que es muy difícil establecer acuerdos y lazos fuertes porque sus propios intereses entran en contraposición. “Es algo que la literatura dice desde hace tiempo, los partidos de extrema derecha soberanistas tienen grandes problemas para estar juntos”, añade el experto. Pero lo que sí pueden es ofrecer un escenario de acuerdos concretos. De hecho, el líder húngaro ha dejado claro que no cierra la puerta a negociaciones concretas diciendo en la rueda de prensa: “Nos comprometemos a reforzar los partidos de derecha europeos aunque no estemos en el mismo grupo”.
Giorgia Meloni quiere esperar, sin embargo, a las elecciones francesas para descubrir completamente sus cartas. “Ambos esperaban más de las elecciones europeas porque aunque la extrema derecha ha crecido pero no tiene los números suficientes para alterar la realidad de los grandes acuerdos sobre nombramientos en la UE”, dice el profesor de ciencias políticas. “Meloni intenta moverse como un perfil de conservadora, intentando llevar a Europa lo que ya ha hecho en Italia: mantener una postura prudente en la economía mientras se concentra en aspectos centrales para su electorado como la inmigración”, añade.
El gran objetivo de la líder italiana, dice el experto, es conseguir con sus votos tras estos comicios un mayor poder en la Comisión Europea, desde el que pueda conseguir más flexibilidad a nivel fiscal. “Italia no tiene mucho margen de maniobra debido a su gran deuda pública, su mayor jugada sería conseguir un comisario en el ámbito económico, para vender estas negociaciones como una Italia que cuenta más en la UE y no quedar como un estudiante que suspende el examen”, añade Coticchia. “Además, por supuesto, de explotar su perfil de mediadora entre la derecha más institucional del Partido Popular Europeo y la más radical”, finaliza.