En las últimas horas el Gobierno Meloni se ha convertido ya en el 10º de toda la República en mayor duración. Igualando, por ejemplo, los 629 días del sexto Gobierno Andreotti. Un hito para la líder de Hermanos de Italia y en general para la durabilidad de los ejecutivos en el país transalpino, habituados a implosionar en cualquier momento, en un ambiente de inestabilidad política bastante generalizada. De hecho, hasta ahora, todo hacía pensar que Meloni se iba a convertir en una verdadera excepción caminando con paso firme y sin pausa hacia el final de la legislatura. Tocó el cielo del consenso este mismo mes de junio. Ganó las elecciones europeas, mejorando su dato de las generales italianas de 2022 y con una oposición desmembrada todo iba cada vez mejor. Pero en Italia no se puede decir demasiado alto, el inicio del mes de julio no está siendo nada fácil para la primera ministra.
Son tres los factores que han amargado este inicio de verano a la líder de extrema derecha. El primero, en la resaca de las elecciones Europeas, haber sido excluida de las negociaciones y de los pactos de los grandes cargos de la nueva legislatura. Algo que sentó especialmente mal a Giorgia Meloni tras haber obtenido su mejor dato, incluso más alto que en las elecciones que la convirtieron en líder del Gobierno italiano hace casi dos años, con un 28,76%. Ese respaldo, que los italianos le habían dado en las urnas, era para ella un billete de ida directo a las sedes europeas que, acompañado del trabajo que ha realizado estos meses para moderar su imagen, determinarían lo que la primera ministra llama “influencia italiana en Europa”. Pero no fue así, populares, socialistas y liberales hilaron sus acuerdos sin contar con ella ni con sus votos.
Orban mueve ficha
Algo que para la liderada es una historia que se repite y que suele llevar especialmente mal, de hecho no trató de esconderlo en sus declaraciones. Meloni, lo escribió así en su autobiografía ‘Io sono Giorgia’, ha sentido siempre que la miraban por encima del hombro por sus ideas políticas. Su militancia juvenil en el postfascismo la persigue aún a día de hoy y la falta, en muchas ocasiones, de una distancia más clara con algunos elementos o conmemoraciones, ha alimentado en su discurso un perfil casi de víctima.
En segundo lugar, mientras se resolvía el resultado de las elecciones francesas, fundamental para establecer también el peso que tendrían la gran cantidad de votos recibida por Rassemblement National, el ultra Orban movió ficha creando otro grupo de extrema derecha en Europa. Tras haber tenido una relación de cercanía y lejanía con Meloni dependiendo de la situación, el primer ministro húngaro adelantó por la derecha a la homóloga italiana que, en un primer momento, podía aún agarrarse al aumento de los votos a la extrema derecha que inflaban a los Conservadores Europeos, el grupo que preside. Pero bastaron pocos movimientos para que Patriotas por Europa, se convirtiese, robándole el puesto, en el tercer grupo europeo. Allí se juntaron los de Marine Le Pen, la Liga de Matteo Salvini y los eurodiputados de VOX.
Golpe bajo para Meloni
El abandono de los radicales españoles del grupo europeo de Meloni es otro golpe bajo para la primera ministra que, en numerosas ocasiones mostró su apoyo a través de su presencia física en eventos de campaña electoral -de allí salió su famoso hit “soy una madre, soy una mujer, soy cristiana y no me lo pueden quitar-, o con apariciones en vídeo en las últimas ocasiones. Además, presumió siempre de una gran sintonía personal con Santiago Abascal. Una noticia que generó grandes sorpresas, de hecho, en la prensa italiana lo tituló hace unos días como “Meloni más sola tras el adiós de VOX”, en el caso de Repubblica, o “VOX traiciona a Meloni”, en el del HuffPost Italia. Un movimiento de los soberanistas españoles que debilita a la líder italiana porque rompe, sobre todo, con el discurso construido en los últimos años sobre su “hermandad”.
Según explica el profesor de Sociología y Comunicación Política de la Universidad de Módena y Reggio Emilia, Massimiliano Panarari, esta nueva realidad de grupos europeos rompe definitivamente la operación de ambigüedad que hasta ahora ha podido mantener Giorgia Meloni en Europa. “Como se dice en italiano: los nudos están llegando al peine, que quiere decir que ha llegado la hora de la verdad. Con los Patriotas, que jugarán claramente un rol de oposición, tiene que buscar su sitio. Ellos representarán la derecha más radical en Europa, Meloni no es enemiga de ellos pero es, claramente, una competidora. Su esquema de equilibrio ha saltado por los aires y también su rol, que pensaba le fuese útil, de mediadora. Ya no hará falta porque los Patriotas estarán plenamente en la oposición, es difícil que haga falta que alguien medie con ellos”, añade.
Acusaciones antisemitas
A esto se le suman algunas polémicas internas como la publicación por parte del periódico online Fanpage de una investigación en dos partes donde sacaba a la luz comportamientos antisemitas, racistas e incluso proclamas fascistas y nazis por parte de varios integrantes de las juventudes de Hermanos de Italia. Varios días después, Meloni rompió el silencio con una carta en la que condenaba lo ocurrido y decía “si hace falta repetirlo” que no había lugar para “posiciones racistas o antisemitas, ni para los nostálgicos de los totalitarismos del 900’, o para cualquier manifestación de estúpido folclore”. Pero, a pesar de su “rotundidad”, la difusión de esas imágenes ha incrementado la percepción de que existe una dimensión de Hermanos de Italia internacional, cada vez más cercana a la derecha institucional, otra dimensión nacional, con leyes identitarias pero sin exasperar su parte más extremista y una local completamente fuera de control con su radicalismo.
El gran problema de Meloni, dice el experto politólogo, Marco Tarchi, es, al mismo tiempo, su punto de fuerza, “la extrema personalización de su rol”. “Hasta ahora esto le ha servido para aumentar consensos, pero podría irritar a sus aliados y ponerle delante de obstáculos imprevisibles. A eso se añade la escasa formación y calidad de sus colaboradores cercanos”, añade Tarchi. Ahora Salvini ha conseguido formar parte de un grupo fuerte en Europa, remarcará su lado más radical y conseguirá que esa estrategia le sirva también a nivel nacional, añade Panarari. El verano puede que pase rápido y sin problemas, pero la situación europea llegará con sus consecuencias también a Italia a partir de septiembre.