El intenso frío que se registró en la capital estadounidense no fue impedimento para que la elegancia de Melania Trump brillara una vez más en la inauguración de la segunda presidencia de su marido. El inusual vestido, compuesto de un abrigo y una falda, creados por el diseñador neoyorquino Adam Lippes, cuya marca tiene poco más de una década de antigüedad, y un comentado sombrero de Eric Javits, otro diseñador local, hicieran de la primera dama un imán para todas las miradas.
La señora Trump, que se mantuvo en un segundo plano en la campaña de su marido y no se presentó a la invitación de la anterior primera dama, Jill Biden, a cumplir con la tradición de tomar el té en la Casa Blanca antes de la llegada de una nueva pareja presidencial, no dudó en asumir el protagonismo con su atuendo en en día del retorno de su marido al poder.
Los comentarios de Trump
El nuevo presidente también quiso ponerla en los focos con sus comentarios ante el grupo de seguidores a los que dirigió un mensaje en los aledaños del Capitolio poco después de haber jurado el cargo y pronunciado su discurso inaugural. “Tengo una primera dama que ha sido increíble”, dijo Trump, que contó que le pidió a su mujer que hiciera un esfuerzo extra para saludar a sus seguidores fuera de la sala del Congreso donde se celebró la ceremonia. “Sus pies le dolían; ya saben, esos tacones. Pensábamos que nos íbamos a casa”. Pero según contó él, la primera dama accedió a su petición de caminar la distancia “de cinco campos de fútbol” que los separaban de los trumpistas jubilosos.
Ella, sentada junto al atril desde el que él hablaba, asistió con la sonrisa hierática con la que durante años desfiló por las pasarelas, también cuando su marido hizo sorna de su atuendo y bromeó con que, por el tamaño del sombrero, “casi sale volando” cuando salieron a despedir el helicóptero en el que los Biden dejaron la Casa Blanca por última vez.
Los diseñadores ya no boicotean a Melania
El protagonismo de Melania en la inauguración presidencial llevó al diseñador Eric Javits a reivindicar la autoría de su sombrero. “El conjunto de la señora Trump fue creado por algunos de los mejores artesanos de Estados Unidos, y siento un gran orgullo al mostrar este trabajo al mundo.”, indicó en un comunicado.
Después de que muchos en la industria de la moda evitaran al círculo Trump en su primer mandato, parece que más diseñadores están dispuestos a colaborar esta vez: Oscar de la Renta, bajo la dirección de Fernando García y Laura Kim, diseñó looks para Ivanka Trump y Usha Vance, esposa del vicepresidente J.D. Vance.
Un sombrero “antibesos”
A diferencia de la primera toma de posesión de Trump en 2017, Melania optó esta vez por un tono mucho más oscuro y por el accesorio que no solo terminó cubriendo sus ojos gran parte de la ceremonia, sino que además le impidió a su marido darle un beso en la mejilla en dos oportunidades.
Los medios locales no tardaron en comentar el look de la ex modelo. El “Washington Post” lo describió como la combinación entre “una viuda de la mafia, una miembro de alto rango de una orden religiosa poco conocida y un toque de My Fair Lady”.
En la foto de bienvenida a la Casa Blanca, junto al saliente presidente, Joe Biden y su esposa Jill, Melania Trump fue la única que no sonrió. Tampoco lo hizo en el momento en el que su esposo hizo la juramentación del cargo. Solo un pequeño gesto se asomó cuando saludó a su hijo Barron Trump. Ella misma ha manifestado que esta vez su prioridad es su hijo Barron y parece que esa será la prioridad en su segunda etapa como primera dama.
La antítesis de Usha Vance
En contraste, la esposa del vicepresidente J.D. Vance, Usha Vance, se mostró sonriente durante toda la ceremonia. Sostuvo en brazos a su hija menor mientras los otros dos pequeños escuchaban atentos el juramento de su padre. Su vestido también contrastó con el de Melania en color, estilo y accesorios.
A sus 54 años, vuelve Melania Trump con más confianza y experiencia que hace ocho años. La primera dama vuelve a decirlo todo sin utilizar las palabras. Utilizando sus propios códigos, ya sean sus gestos o su manera de vestir para expresar lo que siente. Su nueva etapa en la Casa Blanca estará marcada por su independencia. Esta vez, con más madurez, no le importan tanto lo que piensen de ella.
Como ha dicho recientemente en una entrevista en la Fox, “la primera vez, sentí que la gente no me aceptaba”. “No me entendieron como sí lo hacen ahora, no tenía mucho apoyo. A lo mejor, algunas personas, me ven sólo como la mujer del presidente, pero me sostengo en mis propios dos pies, independiente. Tengo mis propios pensamientos”, aseveró. Y es que la nueva primera dama es ya una veterana.