Desde hace más de una semana, sabemos que el recién investido presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tiene ambiciones territoriales que pueden calificarse mejor de imperialistas. Groenlandia, Canadá, el Canal de Panamá, el Golfo de México y… el planeta Marte.
El mensaje tiene el mérito de ser claro: en su discurso de investidura como 47º presidente de Estados Unidos, Donald Trump afirmó las ambiciones de su país en la conquista del espacio. En un desafío a otras potencias, encabezadas por China, el sucesor de Joe Biden prometió que los astronautas estadounidenses plantarían la bandera de Estados Unidos en Marte. Acompañado por Elon Musk, Trump ha dado un giro al programa espacial estadounidense al prometer llegar a Marte antes del final de su mandato.
🇺🇸🇺🇸 AMERICA IS GOING TO MARS 🇺🇸🇺🇸
— Elon Musk (@elonmusk) January 20, 2025
El Consejo Nacional del Espacio
Los dos multimillonarios comparten la ambición de hacer historia, uno de los atractivos de la conquista del espacio. El interés de Donald Trump por el espacio no es nuevo: durante su primer mandato, creó un mando militar espacial y reactivó un órgano consultivo dirigido por el vicepresidente, el Consejo Nacional del Espacio.
Sobre todo, fue durante su primer mandato cuando se anunció el programa Artemis, destinado a llevar a los estadounidenses de vuelta a la Luna (en 2026) para preparar misiones a Marte. Sin embargo, ya entonces el republicano se mostró escéptico sobre la utilidad de volver a la Luna antes que a Marte.
Durante la campaña, Donald Trump prometió: “Queremos llegar a Marte antes del final de mi mandato”. Un objetivo alcanzable, según el optimista Elon Musk, obsesionado con el Planeta Rojo. Por lo tanto, el programa Artemis podría al menos “acelerarse”, si no “cancelarse”. Olvidémonos de la Luna, ya hemos estado allí, concentrémonos en Marte. Esta reorientación hacia Marte podría verse atenuada por el riesgo de ver a China – a la que Donald Trump ataca sin descanso – instalarse sola en el polo sur lunar, que también es el objetivo de las misiones Artemis.
Ideología mesiánica
Refiriéndose al destino manifiesto de Estados Unidos, una ideología mesiánica que fue muy poderosa al otro lado del Atlántico, sobre todo durante la conquista del Oeste, el presidente estadounidense aseguró que esta vez se perseguirá en dirección a las estrellas. Es decir, lanzando astronautas estadounidenses para plantar la bandera de las barras y estrellas en el planeta Marte.
La historia ha demostrado, sin embargo, que las predicciones de Elon Musk nunca han sido su punto fuerte, y sus estimaciones han ido variando con el tiempo a medida que fallaba. Trump, por su parte, no ha mencionado ninguna fecha. El éxito para 2028, el final de su mandato, parece improbable. En comparación, la NASA es mucho más cauta. Por un lado, está más centrada en el regreso a la Luna, que la mantiene muy ocupada a través del programa Artemis -que implica el envío de astronautas estadounidenses al satélite-. Por otra parte, la agencia espacial estadounidense prevé llegar a Marte a finales de 2030 o principios de 2040.
Más allá de las consideraciones técnicas (año de lanzamiento, viabilidad, etc.), la conquista del espacio por Musk y Trump tiene al menos tres vertientes. En primer lugar, Musk desarrolla la idea de crear negocio con «algo nuevo»: el espacio y los cuerpos celestes. En segundo lugar, Trump busca dominar la geopolítica estadounidense en una carrera espacial digna de la época de la Guerra Fría, en la que se convertiría en J.F. Kennedy, que anunció en 1962 la programación del primer alunizaje humano en la Luna, que tuvo lugar en julio del 69. La URSS ha desaparecido. China es el nuevo competidor espacial, tan ambicioso como EEUU.
Adiós al legado de Biden
Otra venganza a la historia de los demócratas, ya que Kennedy era uno de ellos. En tercer lugar, Trump necesita poner en marcha su plan de una América «más grande», al menos en el subconsciente de la gente que lo eligió. La conquista del espacio y de Marte puede desviar su atención de las cuestiones que hacen a Estados Unidos igual de «pequeño» frente a los daños causados por la inflación -mucho mayor que en Europa-, las catástrofes naturales vinculadas al cambio climático (incendios, huracanes, inundaciones, etc.), la delincuencia y las tensiones sociales.
Por último, las reivindicaciones territoriales de Trump al norte y al sur del continente americano revelan una nueva era imperial. Con el frente ucraniano empantanado, la Rusia de Putin quiere repartirse Europa. Bajo la influencia de Elon Musk, la presidencia de Trump marca el regreso de una geopolítica estadounidense conquistadora y, por tanto, más amenazadora. ¿Hasta dónde llegarán las ambiciones territoriales de Donald Trump? Llegará un día en que nos demos cuenta de que “America First” es “America Alone”.