Dos meses del 28-J

María Corina Machado en su laberinto

Lejos de estar sola, está rodeada de una mayoría de ciudadanos, así como de los congresos de muchos países, del Parlamento Europeo y personalidades internacionales que le han apoyado

“En los últimos años me acostumbré a estar rodeada de gente, abrazada por miles y ahora, de pronto, estoy sola…”, le dijo María Corina Machado al youtuber español Fonseca, durante un encuentro online esta semana.

Esta línea, referida a sí misma, es una excepción en el bloque de entrevistas que la líder venezolana ha concedido, de a media docena al día, si no más, desde antes de las elecciones presidenciales del 28 de julio hasta hoy, cuando se cumplen dos meses del evento.

La odisea de Machado

Desde luego, en su declaración de soledad, Machado se refiere a los meses, quizá debería decirse años, que estuvo recorriendo el país, hasta el pueblito más perdido, para reunir un capital político que muchos juraron que nunca lograría, por su proveniencia social (de clase alta), por ser mujer, por no contar con un partido político multitudinario y fornido que la respaldara y por rezumar una educación en nada parecida a la tosquedad y primitivismo de Hugo Chávez o a la inanición intelectual de Nicolás Maduro, de quien se sospecha que no sabe leer (por su manera de pronunciar muchas palabras cambiando sonidos, como si los hubiera oído de alguien y no pudiera repetirlos con fidelidad).

En suma, por manejarse en unos códigos no solo distintos sino contrarios a los que habían concitado el fervor popular hasta que ella se echó a las calles con sus vaqueros, su camiseta blanca y un discurso cuyos interlocutores eran -son- adultos y no como adolescentes apuntados a chistecitos, consignas, descalificaciones al adversario y promesas de imposible cumplimiento.

La cercanía de los venezolanos

Muy pocos apostaban por ella. Pero lo logró y, tal como expresa ahora con tono de nostalgia, se pasó muchos meses en medio de aglomeraciones que la esperaban a la entrada de pueblos y ciudades para acompañarla, escucharla y, lo más prodigioso, para hablarle y manifestarle sus angustias, sueños y aspiraciones.

Venezuela

La lider de la oposición, María Corina Machado saluda a simpatizantes durante un acto de campaña

En la actualidad, y más allá de su añoranza de las multitudes, que la siguieron al trote junto al vehículo donde se trasladaba por carreteras y trochas, ¿María Corina Machado está sola? ¿A quién podría ocurrírsele tal idea, a ocho semanas del día en que el 70 % del país le demostró su confianza y fervor, votando por el desconocido a quien le endosó su popularidad? La pregunta, sin embargo, no es mala.

Sola en la cima

Es cierto que Machado cuenta con el mayor liderazgo no solo de Venezuela e Hispanoamérica, sino uno de los más singulares del mundo. Qué otro líder compacta tantas personas y sectores; se enfrenta a un antagonista tan poderoso y carente de escrúpulo; y encarna unos valores globales (o, al menos, occidentales) contra un adversario que ha eliminado la división de poderes, desconocido los derechos humanos, establecido una red de negocios ilegales y pretendido permanecer en el poder pese a haber perdido las elecciones “por paliza”, como insiste su contendora.

Venezuela

La líder opositora venezolana María Corina Machado en un acto de campaña

En este sentido, lejos de estar sola, está rodeada de una mayoría de sus conciudadanos, así como de los congresos de muchos países, del Parlamento Europeo y de innumerables personalidades del mundo que se han pronunciado en su apoyo. Lo que no equilibra el hecho de que sus dos hijos tuvieron que salir de Venezuela desde hace años (y que el régimen no la deja salir a ella del territorio nacional), que sus principales colaboradores están presos, en el exilio o resguardados en la Embajada de Argentina, y que hace unas semanas Edmundo González tuvo también que marchar al destierro.

María Corina Machado está sola como lo están los líderes en cuyos hombros descansa el destino de millones. En la cima de su liderazgo, nadie tiene un sitial de horizontalidad. Nadie comparte del todo sus responsabilidades y es sabido que, tras recabar diferentes perspectivas, suele tomar en solitario las decisiones y trazar las líneas finas de las estrategias.

Mejor así que mal acompañada

Hay otro aspecto en el que ella ha optado si no por la insularidad, sí por el retraimiento. Es el que se refiere a las compañías que se ha reservado -o de las que se ha mantenido exenta- a lo largo de las décadas que ya tiene su recorrido político. Machado nunca fue factor de unidad, incluso cuando se pensaba que solo la confluencia de todas las parcialidades políticas opuestas al chavismo apilaría el vigor necesario para abatir al chavismo. Incluso en esos tiempos, cuando las encuestas revelaban que la gente exigía “unidad para salir de Chávez” y luego, de Maduro, ella se negó a sentarse con algunos y no disimulaba sus melindres. A la larga, esa selectividad dejó de ser percibida como remilgos y empezó a ser considerada como verticalidad moral, lo que le sumó adhesiones.

Venezuela

La líder opositora María Corina Machado habla en un acto de campaña

Aún ahora, cuando Machado emplea el montón de entrevistas cotidianas para remachar el corpus de ideas, de las que no sale, se toma unos minutos para enviar un mensaje de malquerencia no al régimen, al que desafía desde la mañana hasta la noche, sino a ciertas parcelas de la oposición que estarían encantadas de verla abordar un avioncito militar que la sacara del terreno y los aliviara de una preeminencia convertida en el dolor de cabeza de la dictadura y de algunos otros… A estos, Machado les reserva siempre un tiempito para echarles en cara que buena parte de su éxito se debe a que constituye una dirigencia política “que el régimen no ha podido infiltrar”, con lo que los acusa de ser acólitos de un régimen que ha destrozado a Venezuela y que “ha cruzado una línea”, como ella dice, al secuestrar niños y obligarlos grabar mensajes de alabanzas al tirano.

El aislamiento de Maduro

María Corina Machado está sola en su laberinto. Es tradición nacional. La frase fue acuñada por Simón Bolívar, en Santa Marta, Colombia, a pocos días de su muerte, acaecida en diciembre de 1830, cuando garrapateó: “¿Cómo voy a salir de este laberinto?”. El Libertador estaba solo. Solito de solemnidad. María Corina Machado, capaz de sacar a un diplomático de su silencioso retiro y hacerlo bajar la testuz a un tirano mafioso, está sola de sus afectos, familiares y colaboradores; sola como lo están los líderes de su casta; pero también lo está por propio designio, respecto de quienes “han querido lavarle la cara a Maduro, han recibido dinero de él y han intentado justificarlo para que le quiten las presiones, y obtener prebendas por esa gestiones”, como dice a cada rato, palabra más, palabra menos.

Machado

La líder opositora de Venezuela María Corina Machado asiste a una protesta en rechazo a los resultados oficiales de las elecciones presidenciales -que dan la victoria a Nicolás Maduro-, en Caracas

Hay otra cuestión, en esta línea, a la que alude cada vez que tiene un periodista delante: “Aquí el único que de verdad está solo, débil y aislado es Nicolás Maduro”. Y antes o después, se lanza con su cabalgadura en una nube de polvo para interpelar a quien la quiera oír que la tragedia de Venezuela “no es asunto de derecha e izquierda, sino del bien y el mal, de la justicia y la transparencia frente a un régimen corrupto y despiadado”.

“Los venezolanos -suele guardarse para el final- vamos a ganar, nuestros hijos van a regresar a casa y juntos vamos a reconstruir el país. El obstáculo es una cúpula, por ahora, es una cúpula compuesta por Maduro y su banda, que incluye a los altos rangos militares, un grupúsculo que se ha quedado solo con sus crímenes y su fracaso”.