Ya se ha cumplido una triste fecha, una cifra redonda, que normalmente trae buenas noticias. Han pasado nueve meses desde el ataque de Hamás del 7 de octubre e Israel sigue sumida en el trauma y la incertidumbre. Pero las madres israelíes no tiran la toalla. Este lunes, decenas de mujeres, acompañadas de parlamentarias procedentes de todo el espectro político, protestaron frente a la Knesset bajo el lema “Una madre nunca se rinde”. El grupo, que evitó emitir consignas políticas, reclamó cerrar el acuerdo para la liberación de los 120 rehenes que siguen cautivos en la Franja de Gaza.
Pese a su empeño, entre los familiares de los rehenes cunde la desesperación. Lishay, mujer de Omri (46), abducido por terroristas de Hamás durante el ataque sorpresa que se cobró unas 1.200 víctimas y 250 secuestrados, replicó en la radio Kan11 a las voces que les acusan de ser una carga para la “victoria total” en la guerra. “Esta realidad es una carga para nosotras mismas”, contestó exhausta, y recordó lo complicado que es mantener la compostura para criar a sus dos hijos mientras el padre sigue en paradero y estado desconocido. Según estimaciones de la inteligencia israelí, una tercera parte de los cautivos podrían estar muertos.
Negociaciones en punto muerto
Mientras las negociaciones entre Hamás y el Gobierno de Israel siguen en punto muerto, la extrema derecha israelí sigue presionando para evitar un alto al fuego con los islamistas. “Supondría una derrota humillante para Israel, y una victoria para Sinwar”, advirtió Betsalel Smotrich, ministro de Finanzas y aliado de Benjamin Netanyahu en la coalición.
Ante la reanudación de las conversaciones esta semana en Doha y El Cairo, Smotrich mostró en el parlamento una foto de Yahya Sinwar, líder de Hamás en Gaza, haciendo el gesto de la victoria. “Esta es la foto que veremos en Gaza si firmamos este irresponsable acuerdo”, avisó Smotrich, que considera que parar la ofensiva se traducirá en “miles de asesinados en la próxima masacre”.
Huelga general
El pasado domingo, miles de israelíes convocaron una huelga general, en que cortaron autopistas o líneas ferroviarias por todo el país para exigir a Netanyahu el fin de la guerra y la convocatoria inmediata de elecciones. Parte de los familiares de los cautivos y protestantes antigubernamentales consideran que además de las reticencias de Hamás para lograr la tregua, “Bibi” está torpedeando el acuerdo, ya que consideran que prioriza su supervivencia política. Se da por hecho que cuando termine la operación militar en Gaza se convocarán elecciones, que podrían acarrear el fin de la carrera política del primer ministro y su posible ingreso en prisión por las causas judiciales que afronta.
Pese al bloqueo, en los últimos días las partes enfrentadas habrían acercado posiciones. Según dos funcionarios de países involucrados en las conversaciones consultados por el ‘New York Times‘, Hamás habría relajado parte de sus condiciones para una tregua, aunque sigue exigiendo garantías de que Israel no renovará los bombardeos sobre la Franja tras un parón que permita liberar a parte de los rehenes.
Pacto definitivo
Aparentemente, los islamistas quieren asegurar que, tras la tregua inicial, las dos partes sigan negociando un pacto definitivo para terminar la guerra, asegurar la retirada israelí de la franja y liberar a la totalidad de los rehenes. Ambas partes aceptan seguir las conversaciones bajo los parámetros presentados por la Administración Biden en mayo, que propone un alto al fuego de seis semanas que permitiría liberar a la mayoría de civiles israelíes a cambio de presos palestinos.
Tras semanas de presiones de Qatar, país que alberga a buena parte del liderazgo político de Hamás, el grupo islamista palestino habría rebajado su pretensión de centrar los contactos en controlar el listado de presos palestinos que serían liberados. Pese a que el ataque del 7 de octubre abrió las puertas del infierno para Gaza, Sinwar no cesa en su empeño de mostrar “victorias” a los gazatíes. El propio líder de Hamás fue liberado en el canje de prisioneros por la liberación del soldado israelí Gilat Shalit (2011), y aspira a devolver a la franja a cientos de reos que cumplen penas por delitos de sangre en las cárceles de Israel.
Aniquilar a Hamás
Pero para los negociadores israelíes, sujetos a la voluntad de Netanyahu, la garantía que pide Hamás es inaceptable. El gabinete de guerra hebreo pretende mantener abierta la opción de reanudar la ofensiva si lo considera pertinente. El premier israelí, cuya apuesta en los últimos años fue fortalecer a Hamás -incluyendo la entrada masiva de dinero qatarí- para debilitar las opciones de crear un estado palestino, insiste en que no parará hasta destruir todas las capacidades militares y administrativas del grupo islamista.
No obstante, analistas militares hebreos alertan de que la aniquilación total de Hamás es una misión imposible, dado el fuerte arraigo que tiene en la sociedad gazatí. Catalogan la situación actual como una “guerra de baja intensidad”, en que el Ejército hebreo lanza operaciones en núcleos urbanos donde células islamistas vuelven a levantar cabeza. Por ello, desde el estamento militar insisten en que un acuerdo será la única vía para liberar a los 120 israelíes. El ministro de defensa Yoav Gallant, miembro del Likud enfrentado a Netanyahu, recordó que ”es un momento delicado, y hay que lograr un acuerdo para asegurar la liberación de los rehenes”.
Presionar a Netanyahu
El viernes pasado, el jefe del Mossad David Barnea viajó a Qatar, donde se reunió personalmente con el primer ministro Muhammed bin Abdulrahman al Thani, convertido en uno de los principales negociadores. Esta semana, el jefe de la CIA William J.Burns también viajará a Qatar para encontrarse con jefes de inteligencia de Israel, Europa y otros países para intentar desbloquear la negociación. Posteriormente, Burns viajará a Israel, en un nuevo intento de presionar a Netanyahu para que acepte el acuerdo.
El sábado pasado, un bombardeo israelí en una escuela gestionada por la UNRWA se cobró al menos 16 víctimas mortales, según las autoridades sanitarias gazatíes. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) alegaron que la infraestructura atacada era utilizada por operativos de Hamás y la Yihad Islámica, a quienes culparon por las muertes ya que operan desde zonas densamente pobladas. Este lunes se sumaron otras 40 víctimas, tras la reanudación de combates entre islamistas y las FDI en algunos barrios de la ciudad de Gaza.
Las estimaciones, difíciles de certificar, apuntan ya a más de 38.000 muertos palestinos desde el inicio de la guerra. Los civiles denuncian “noches terroríficas” de incesantes bombardeos hebreos, así como continuos llamamientos para desplazarse entre áreas previamente derruidas por las bombas.