La aparente victoria de Kamala Harris en el debate con Donald Trump del martes no ha aclarado quién ganará la elección presidencial del 5 de noviembre. Una de las últimas encuestas publicadas, la de Reuters/Ipsos arrojó que un 52% de quienes habían seguido el debate consideró ganadora a la candidata demócrata, mientras que solo un 24% dijo que se había impuesto Trump. En cuanto a intención de voto, tras el debate, Harris contaba con el apoyo de un 57% de los encuestados, por un 52% que contestó que votará por Trump, lo que implica que la ventaja de la vicepresidenta ha aumentado en un punto porcentual tras el debate.
Pero nadie se relaja en la campaña demócrata. Recuerdan que Trump obtuvo en sus dos elecciones anteriores mejores resultados que los que le auguraban las encuestas y saben que la batalla decisiva estará en los siete estados-péndulo, los “swing states”, en los que suelen alternarse mayorías demócratas con las republicanas. En 2024 las cosas parecen en ellos más reñidas que nunca y el particular sistema electoral estadounidense, en el que es un Colegio de Electores formado con delegados de cada estado el que acaba eligiendo al presidente, hace que ganar en ellos y llevarse así los delegados se haya convertido en crucial para ambos contendientes.
Son Michigan, Pensilvania, Wisconsin, Carolina del Norte, Georgia, Arizona y Nevada, y todos los principales sondeos muestran en ellos una igualdad extrema. Es lo que se desprende de los promedios de los pronósticos demoscópicos que sacan medios y organizaciones como” The Washington Post”, “The New York Times”, RealClearPolitics y 538.
Los estados bisagra, uno a uno
El único estado en el que uno de los candidatos logra una ventaja de más de dos puntos porcentuales es Wisconsin. En este estado rural del Medio Oeste, Harris lidera en las encuestas, pero el margen es tan estrecho que nadie puede bajar la guardia. El voto en Wisconsin suele estar muy repartido y en las últimas seis elecciones la ventaja del ganador no superó un punto, lo que lleva a los expertos a pronosticar un recuento a cara de perro allí.
En Michigan, Harris lidera con dos puntos de ventaja, favorecida por el apoyo que el poderoso sindicato de trabajadores del automóvil, United Auto Workers, ya le dio a Joe Biden cuando era él el candidato. Las promesas de Trump de establecer aranceles todavía más severos para combatir lo que considera competencia desleal de las empresas chinas no parecen haber hecho hasta ahora mella suficiente en el apoyo a los demócratas de este colectivo.
En Pensilvania de momento, aunque muchas veces lidera Harris, hay un empate técnico. Su importancia es vital. Muchos expertos sostienen que quien gane Pensilvania será el próximo presidente, e incluso se ha cuestionado la decisión de Harris de preferir al gobernador de Minnesota, Tim Walz, como candidato a la vicepresidencia, antes que al popular gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro.
Actos de campaña
Tanto Trump como Harris se están volcando en actos de campaña en Pensilvania, conscientes de lo importante que será ganar allí, pero hay otros estados que pueden ser igualmente decisivos, como Georgia y Arizona, para los que las encuestas oscilan entre el empate y la ventaja de un punto para Trump. En Arizona, estado fronterizo y uno de los más afectados por los problemas relacionados con la inmigración irregular, Trump intenta explotarla vendiendo repetidamente su mantra del “caos en la frontera” del que culpa al Gobierno de Biden.
En Carolina del Norte y Nevada es muy probable que sean solo unos miles de votos los que decidan al ganador en estos estados. Teniendo en cuenta los antecedentes, no puede descartarse que Trump vuelva a denunciar ser víctima de un fraude si no resulta el ganador en ellos.
No será hasta la cita del 5 de noviembre cuando se pongan de veras a prueba los pronósticos y de paso la solidez del sistema democrático estadounidense. Ya en 2016 y 2020 las encuestas subestimaron el apoyo que finalmente cosechó Trump en los estados péndulo más al norte (Wisconsin, Michigan y Pensilvania). En 2024 las encuestas reflejan en todos ellos una mayor intención de voto para el expresidente. Esto puede mostrar efectivamente un apoyo mayor o solamente que muchos de los que hace años preferían no decir en las encuestas que iban a votar por él ahora ya no tienen reparo en hacerlo. Sea como sea, tanto Harris como Trump saben que queda mucho partido por delante y que cada voto y cada día de campaña cuentan.