Oriente Medio

Los planes de Trump para la posguerra en Gaza pillan a contrapié a la comunidad internacional

El presidente de Estados Unidos insiste en que "a todo el mundo le encanta” su propuesta para tomar el control de la Franja, pero se topa con la negativa de la mayoría de los países y los organismos internacionales

Una efigie de Trump durante una manifestación de apoyo a la USAID EFE/EPA/WILL OLIVER

Donald Trump insistió ayer en que “a todo el mundo le encanta” su plan para la posguerra en Gaza. Una propuesta disparatada que consiste en convertir la Franja en “la Riviera de Oriente Próximo” bajo el control “a largo plazo” de Estados Unidos. La hoja de ruta esbozada durante la rueda de prensa conjunta del pasado martes con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, contempla además la expulsión de los cerca de dos millones de palestinos que han sobrevivido a más de quince meses ininterrumpidos de guerra. Una limpieza étnica, según los manuales de derecho internacional.

“A todo el mundo le encanta”, reiteró Trump ante los periodistas que se arremolinaban ayer en el Despacho Oval, donde el presidente posaba con su nueva fiscal general, Pam Bondi, que acababa de recibir la confirmación por parte del Senado.

Conmoción mundial

Trump no quiso responder a más preguntas sobre el asunto, aunque en la comparecencia del día anterior ya dejó caer que “a todo el mundo con el que he hablado le encanta la idea de que Estados Unidos sea dueño de ese pedazo de tierra”, en alusión a Gaza. Unas declaraciones que poco o nada tienen que ver con la realidad, en vista de la cascada de reacciones a nivel mundial.

 

Una negativa global

La comunidad internacional ha dicho “no” a sus planes, y la postura parece firme. El primer actor en pronunciarse al respecto fue Hamás. “Nuestro pueblo en Gaza no permitirá que se lleven a cabo estos planes. Lo que se necesita es el fin de la ocupación y la agresión contra nuestro pueblo, no expulsarlo de su tierra”, declaró en la madrugada del martes el portavoz del grupo islamista palestino, Sami Abu Zuhri, que describió la propuesta como “una receta para crear caos y tensión en la región”.

Hamás lo considera un “crimen contra la humanidad”. El propio Basem Naim, miembro del buró político de la organización, denunció a través de un comunicado que “lo que que el presidente Trump ha declarado sobre su intención de desplazar a los habitantes de la Franja de Gaza fuera de ella y el control de los Estados Unidos sobre la Franja por la fuerza es un crimen contra la humanidad y consolida la ley de la selva a nivel internacional”.

El presidente palestino, Mahmud Abás, en una visita a Turquía

En sintonía con Hamás, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) de Mahmud Abás, que aspira a jugar un papel esencial en la gobernabilidad de Gaza el día después de la guerra –y que era el actor preferido de la Administración de Joe Biden para retomar el control político del enclave–, también se expresó en contra de los planes de Trump, recordando que la Franja es “parte integral” del Estado palestino junto con Jerusalén Este y Cisjordania.

La ONU advierte sobre la limpieza étnica

La ONU tampoco ve con buenos ojos los planes de la Administración Trump. El alto comisionado de Naciones Unidas para los derechos humanos, Volker Türk, recordó ayer que “toda deportación o traslado forzoso de personas desde un territorio ocupado está estrictamente prohibida”.

“El derecho internacional es muy claro, la autodeterminación es un principio fundamental y debe ser protegida por todos los Estados, como la Corte Internacional de Justicia ha subrayado recientemente”, trasladó a Efe. “El sufrimiento de la gente en el Territorio Palestino Ocupado y en Israel ha sido insoportable, hay que entrar en una nueva fase para garantizar la paz y la seguridad de palestinos e israelíes sobre la base de la dignidad y la igualdad”, apuntó.

ONU

El secretario general de Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres.

El austriaco llamó a avanzar en la implementación del acuerdo de alto el fuego –cuya segunda fase comienza a negociarse esta semana en Doha– y a “terminar la guerra para reconstruir Gaza con completo respeto al derecho humanitario internacional y los derechos humanos”. Mientras, el secretario general de la ONU, António Guterres, expresó a través de su portavoz Stéphane Dujarric que “es esencial evitar toda forma de limpieza étnica”.

Son varios los países que se han manifestado en contra del control estadounidense de Gaza y la expulsión de los palestinos. En la lista figuran Irlanda, Indonesia, Alemania, Reino Unido, Brasil, Chile, Turquía, Egipto y China. Además, una parte pequeña pero significativa de la sociedad israelí tampoco comparte la agenda de Trump y Netanyahu.

Arabia Saudí importa

“Aunque Netanyahu no ha respaldado explícitamente este plan, coincide con el programa más amplio de la derecha israelí, que pretende reducir la presencia palestina en Gaza. También es posible que Netanyahu se muestre cauteloso a la hora de apoyar abiertamente una idea que corre el riesgo de provocar graves reacciones internacionales e inestabilidad regional”, explica en conversación con Artículo14 la analista Anwar Mhajne, quien considera que la propuesta de Trump “parece más una declaración política que un plan concreto y ejecutable”.

Trump Netanyahu

Trump recibe a Netanyahu en el Despacho Oval

“Dados los desafíos logísticos, políticos y militares de tal empresa, parece poco probable que tenga una estrategia detallada o viable. Sin embargo, sus declaraciones señalan una postura ideológica más amplia que se alinea con las políticas de línea dura pro-Israel. También está convirtiendo la limpieza étnica en una de las principales prioridades de la política exterior estadounidense”, subraya.

La lista de países y organizaciones multilaterales contrarias a la propuesta sigue ampliándose, pero quizá la principal negativa sea la de Arabia Saudí. “Riad ha reiterado que no normalizará las relaciones con Israel –uno de los objetivos clave de la política exterior de Trump– sin el establecimiento de un Estado palestino que incluya Gaza”, indica Anwar Mhajne. “Cualquier traslado forzoso de gazatíes se consideraría una afrenta directa a las naciones árabes, lo que desestabilizaría aún más las relaciones diplomáticas y podría incitar a un malestar regional más amplio”.