Política exterior

Los laboristas británicos acuden en ayuda de Kamala Harris y enfurecen a Trump

Un centenar de expertos ha viajado a Estados Unidos para asesorar a los demócratas en estados clave, y los republicanos denuncian “injerencia ilegal”

Starmer
El primer ministro británico, Keir Starmer, compra una amapola conmemorativa a los recaudadores de fondos de la Real Legión Británica en Downing Street, Londres Efe

La irrupción del Partido Laborista británico en la recta final de la campaña de las presidenciales de Estados Unidos no ha gustado nada al bando republicano, que ha denunciado formalmente la injerencia de lo que califica de “extrema izquierda” foránea en las elecciones del 5 de noviembre. La formación que el pasado julio retornaba al poder en Reino Unido, tras 14 años en la oposición, considera que las lecciones aprendidas de su exitosa estrategia pueden ayudar a la aspirante demócrata, Kamala Harris, por lo que ha movilizado a un centenar de expertos para maximizar las posibilidades de que una mujer llegue, por primera vez, a la Casa Blanca.

La misión, organizada de manera voluntaria y sin intervención del Gobierno británico, ha molestado al círculo del candidato republicano, Donald Trump, que ha escrito ya a la Comisión Electoral Federal (FEC, en sus siglas en inglés) para quejarse del apoyo a su rival procedente de la otra orilla del Atlántico. En su misiva al regulador electoral, los estrategas de Trump hablan de “contribuciones de campaña ilegales”, por proceder del exterior, y condenan la supuesta “interferencia” en el proceso, sin escatimar calificativos para un partido al que acusan de “inspirar las políticas y la retórica peligrosamente liberal de Kamala” Harris.

La prohibición es donar

Pese a la gravedad de la denuncia, es improbable que la FEC mueva ficha antes de que los estadounidenses voten el primer martes de noviembre. Las normas, en cualquier caso, son inequívocas: lo que está prohibido es la donación de dinero procedente del exterior, pero no la participación organizada de manera voluntaria. En otras palabras, un extranjero tiene vetado “participar en el proceso de decisión”, o en la dotación de fondos, pero sí puede contribuir mediante acciones no remuneradas, una implicación que, según ha aclarado el Laborismo, es habitual entre formaciones pertenecientes a la misma familia política.

Trump

El expresidente estadounidense y candidato presidencial republicano Donald Trump reacciona al concluir un mitin de campaña en el Greensboro Coliseum en Greensboro, Carolina del Norte

De hecho, el partido no ha ocultado su movilización a favor de Harris, y su propia jefa de operaciones había ofrecido recientemente en LinkedIn, la red social centrada en la carrera profesional de los usuarios, la posibilidad de sumarse a la decena de vacantes que le quedaban todavía para hacer campaña en Carolina del Norte. Y es que la presencia del centenar de expertos de la formación, tanto aquellos aún en activo como antiguos miembros de la plantilla, se centra en cuatro estados: además de Carolina del Norte, Nevada, Pensilvania y Virginia, enclaves considerados cruciales para las opciones de Harris. De acuerdo con la publicación, que ya ha sido eliminada, el partido se habría encargado de solucionar el alojamiento, y los gastos de viaje correrían a cargo de los interesados.

La prueba de la injerencia

Para el círculo de Trump, no obstante, el anuncio en LinkedIn representa la evidencia de lo que denuncian como “interferencia foránea” en la votación de noviembre. El magnate Elon Musk, uno de los partidarios más activos de Trump y promotor de una lotería que entrega un millón de dólares cada día a un votante, ha dicho en su red social, X (anteriormente Twitter), “esto es ilegal”, sin aportar pruebas para amparar su afirmación; mientras el abogado de campaña de Trump, Gary Lawkowski, ha redoblado el ataque, diciendo que la injerencia “está a plena vista”.

Kamala Harris durante un evento de su campaña

En la misiva remitida a la FEC, Lawkowski acusó al Laborismo de “interferencia foránea descarada” en la cita de noviembre, tirando incluso de referencias históricas para ilustrar su condena: “Cuando representantes del Gobierno británico fueron puerta a puerta en el pasado, no acabó bien para ellos”, en relación al conflicto que, en última instancia, generaría la independencia de Estados Unidos en el siglo XVIII.

La estrategia ganadora de Starmer

Además de por afinidad ideológica, la participación laborista tiene el valor añadido de facilitar ideas potencialmente relevantes para la campaña demócrata. Pese a que la arrolladora victoria del Laborismo en julio fue más por rechazo a los conservadores que por la pasión generada por Keir Starmer, en la estrategia que lo llevó al Número 10 de Downing Street tuvo mucho que ver el trabajo específico en bastiones clave, la ofensiva para movilizar a votantes desencantados y una vocación política más de centro, aspectos que podrían resultar fundamentales en una contienda aparentemente tan ajustada como la que se juega en Estados Unidos.

Keir

El primer ministro británico, Keir Starmer

La colaboración, de hecho, viene de atrás, y algunos de los más estrechos colaboradores de Starmer, como su todopoderoso jefe de personal, Morgan McSweeny, considerado el cerebro responsable de la exitosa campaña de las generales, habían asistido ya a la Convención Nacional Demócrata que, en agosto, había proclamado a Harris como reemplazo de Joe Biden en la carrera por la Casa Blanca.

La “relación especial”

La incógnita es, por tanto, si tras un potencial triunfo de Trump en noviembre, la alianza entre ambos países podría sufrir, teniendo en cuenta la heterodoxia diplomática del aspirante republicano y que destacados activistas de la formación han advertido ya del daño que la colaboración laborista supone para las relaciones entre los dos socios internacionales. El propio Starmer ha intentado restar importancia esta semana, recordando que en las visitas a Washington después de tomar posesión, con el único que se ha reunido es precisamente con Trump, con quien llegó a compartir una cena; mientras que no ha tenido oportunidad de ver a la vicepresidenta de Estados Unidos desde su proclamación formal como candidata.