A Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, la Justicia lo procesó en tres causas judiciales por corrupción, que incluyen tramas para influir en la cobertura de medios de comunicación o recepción de regalos de lujo. En 2023, la justicia norteamericana procesó al expresidente Donald Trump en cuatro causas criminales, entre las que destacan pagos a una actriz porno para “silenciar” encuentros sexuales que mantuvieron, o la interferencia en campañas electorales federales. A Marine Le Pen, la Justicia francesa la inhabilitó por malversación de fondos europeos para pagar a asesores de su partido.
Las causas y los contextos de los procesos judiciales contra líderes de la derecha reaccionaria global son distintos. Pero su narrativa de defensa coincide: jueces activistas, controlados por élites izquierdistas y liberales, conspiran desde el “estado profundo” para derribar a mandatarios de derechas elegidos democráticamente.

Una oportunidad de la extrema derecha
Para la extrema derecha europea, que salió a defender a Le Pen tras el terremoto político en Francia, el caso se convirtió en una oportunidad óptima para reforzar su causa común: la lucha contra la agenda del establishment político tradicional, que en su criterio opera para lastimar la agenda ultranacionalista, antiinmigración y euroescéptica que gana adeptos en toda Europa.
“Aquellos que temen el juicio de los votantes normalmente buscan apoyo en las cortes. En París, condenaron a Marine Le Pen y pretenden eliminarla de la vida política”, tuiteó el viceprimer ministro italiano Matteo Salvini. La histórica líder ultraderechista francesa, que figuraba en los sondeos como favorita ante los próximos comicios de 2027, aspira a que su apelación ante las cortes la acabe exonerando. Dispone de suficiente tiempo para maniobrar, así como de un candidato alternativo (Jordan Bardella) que podría reemplazarle y capitalizar la indignación suscitada entre sus bases electorales.

Desde Washington, Donald Trump consideró como una “caza de brujas” el dictamen de la Corte Criminal de París, y en zonas de Francia donde Le Pen es muy popular, muchos consideran que el fallo judicial está motivado políticamente. Como ocurrió en otros países gobernados por dirigentes derechistas autoritarios, en Francia crece la desconfianza hacia las instituciones políticas y judiciales.
En el poder y en la oposición, contra los jueces
Para contrarrestar el poder de una judicatura adversa a sus intereses, Netanyahu sigue avanzando a marchas forzadas la controvertida “reforma judicial”, un paquete de medidas que debilita los poderes del Tribunal Supremo, y cuyos críticos consideran que está erosionando la autoproclamada “única democracia de Oriente Medio”.
Ante el nuevo escándalo que afronta el premier hebreo, en que asesores de confianza son acusados por la Policía de recibir pagos irregulares del gobierno de Qatar, Netanyahu insiste que “se trata de una conspiración de la Justicia, la Policía y la izquierda para tumbar a un gobierno de derechas”.

La cruzada de Trump
En la Casa Blanca, Trump ha encontrado una nueva cruzada para seguir cargando contra la Justicia. Se trata del juez federal que bloqueó temporalmente su esfuerzo para deportar a inmigrantes venezolanos, que según el presidente son sospechosos de pertenecer a bandas criminales.
Además, la Casa Blanca estudia fórmulas para inhabilitar a otra docena de jueces, que han presentado más de 100 alegaciones para contrarrestar en las cortes algunas de las polémicas medidas aprobadas por Trump, como la prohibición para que transexuales no sirvan en el Ejército, su intento de congelar el derecho a la ciudadanía a hijos de migrantes, o los despidos masivos de funcionarios públicos.
“Detened las injerencias judiciales, antes de que sea demasiado tarde”, amenazó el presidente estadounidense. Y prosiguió: “Si la Corte Suprema no frenar esta situación tóxica sin precedentes, el país está en serios problemas”. Al referirse al caso de Le Pen, Trump insistió en que se trata de otro “ejemplo en que los izquierdistas europeos usan el lawfare para silenciar la libertad de opinión y censurar a rivales políticos”.
El cordón sanitario en Alemania
Pese a su oscuro pasado y el tradicional cordón sanitario a la ultraderecha, en Alemania la formación AFD logró un histórico resultado en los últimos comicios, donde acumuló un 20% de los votos. Pero antes de la votación, el Bundestag adoptó medidas para evitar ataques a la corte suprema del país por parte de los extremistas. “Cuando miramos al exterior, vemos que cuando los autócratas llegan al poder, casi siempre la toman primero contra la eficacia e independencia del poder judicial”, dijo la ministra del Interior, Nancy Faeser, miembro del Partido Socialdemócrata (SPD).
Cuando el partido nazi tomó el poder en 1933, la judicatura fue rápidamente debilitada en Berlín. Por ello, más de dos terceras partes de los diputados alemanes votaron favorablemente a la moción, que incluyó medidas en la Constitución para proteger la selección de jueces en los tribunales. En Israel, este fue uno de los últimos frentes que atacó Netanyahu: controlar el comité de selección de magistrados, para asegurar una mayoría de miembros conservadores y afines al gobierno.

“¡Libertad para Le Pen!”, clamó Trump, pese a que la política francesa no fue encarcelada tras el dictamen. Pese a recibir una condena de cuatro años de cárcel, dos fueron anulados, y los dos restantes pueden ser cambiados. Para la líder de Agrupación Nacional, la causa en su contra está basada en “ideas preconcebidas”. En un mundo regido por la posverdad, toda causa puede ser considerada fake news.