“La vergüenza debe cambiar de bando”. Así lo afirmaba Gisèle Pélicot al inicio del juicio que ha cambiado la vida de cientos de mujeres y de víctimas en toda Europa. Con la cara descubierta y un coraje excepcional, se ha presentado tranquila y digna a cada una de las sesiones del macrojuicio que está teniendo lugar en Mazán, Aviñón. Busca cambiar las narrativas que rodean los casos de violación, abuso y violencia sexual, en los que las víctimas terminan sufriendo más humillaciones que los atacantes, y son quienes sienten la necesidad de esconderse.
51 hombres están siendo juzgados por violar a Gisèle entre los años 2011 y 2020. El principal acusado es su marido, Dominique Pélicot, quien la drogó de manera repetida durante toda una década para que perdiera el conocimiento durante ciertas noches, y estuviera en un estado casi de coma. Entonces, permitía que extraños, conocidos a través de un foro de internet, entrasen a violarla sin que ella fuese consciente.
Se estima que Gisèle ha sufrido más de 100 violaciones de 83 hombres distintos, de los cuales se ha identificado y se está juzgando a 51. Pero ellos, que aparecían sin problema en los más de 4.000 vídeos y fotos que Dominique sacó de las violaciones, se han presentado en el juzgado con mascarillas y gorras, escondiendo su identidad de las cámaras. En la propia sala, donde se les obliga a estar a cara descubierta, se tapan el rostro con la mano para no ser reconocidos. Sin embargo, ya se conocen sus identidades; el dato escalofriante es que la gran mayoría son ‘hombres normales’ y provienen todos de la misma región.
El hombre típico, del día a día
Una de las revelaciones más espeluznantes del caso Pélicot es que el perfil de los violadores no coincide con los estereotipos de “monstruos” o personas con trastornos. La banalidad de los acusados causa terror, ya que los hay de todo tipo de profesiones y edades, sin responder a ninguna característica particular. Esto confirma una realidad que muchas mujeres temían: cualquier hombre tiene el potencial de ser un peligro.
La policía ha identificado a 83 posibles violadores, de los cuales 54 fueron plenamente identificados (51 llevados a juicio, uno fallecido y dos más liberados por falta de pruebas). Todos ellos fueron arrestados en una decena de operaciones y encarcelados. Así, la investigación ha demostrado que son hombres “ordinarios”, de entre 26 y 73 años, todos provenientes de la misma región que la pareja. No padecían patologías mentales, pero compartían un sentimiento de “poder” o dominación sobre los cuerpos femeninos. Algunos estaban jubilados, mientras que otros ejercen diversas profesiones y funciones de utilidad pública, como bomberos, militares, guardias de prisión o concejales municipales. Varios ya habían sido condenados anteriormente por violencia de género o violación. Además, durante la investigación, se hallaron grandes cantidades de material pornográfico infantil.
La lista de los acusados
Sus nombres, oficios y edades cubren una amplia gama: Jean-Luc L., de 46 años, es carpintero; Patrick A., de 60 años, está desempleado; Patrice N., de 55 años, es electricista; y el horrible Christian L., de 55 años, es bombero en el centro de rescate de Valréas. Tras examinar sus ordenadores, la policía encontró 728 imágenes de pornografía infantil y una negociación en línea en la que solicitaba a una mujer violar a su hija, sedada, de 15 años de edad.
Philippe L., de 62 años, es jardinero; Cyril B., de 46 años, conductor de camiones; y Lionel R., de 44 años, es vendedor. Jacques C., de 72 años, está jubilado; Cyprien C., de 43, conductor; Thierry P., de 54 años, desempleado; y el militar Joan K., de 26 años, que fue a violar a Gisèle el mismo día en que nacía su hija.
Simone M., de 43 años, es antiguo cazador alpino y actual trabajador temporal en el sector de la construcción; luego está Nizar H., de 40 años, que está desempleado y ha sido condenado en ocho ocasiones por violencia doméstica contra dos parejas diferentes.
También está Jean T., de 52 años; y Cédric G., de 50 años, informático, que planeaba drogar y violar a su propia mujer de la misma manera que Dominique Pélicot. Saifeddine G., de 36 años, es conductor de camiones; Paul G., de 31 años, es empleado en el sector agroalimentario; Thierry P., de 61 años, frigorista; y Mahdi L., de 36 años, empleado de transporte; Jean-Marc L., de 74 años, jubilado; Charly A., de 30 años, carretillero temporal; Vincent C., de 42 años, carpintero, condenado anteriormente por violencia doméstica; Husamettin D., de 43 años, obrero; Nicolas F., de 42 años, corresponsal local de prensa, cuyo ordenador contenía cientos de videos e imágenes de pornografía infantil. Didier S., de 68 años, jubilado; Karim S., de 40 años, informático; Dominique D., de 45 años, exmilitar y conductor de camiones; y Redouane A., de 40 años, desempleado y condenado 19 veces por violencia doméstica.
Está Cendric V., de 43 años, gerente de restauración; Andy R., de 37 años, quien ya cuenta con cargos por violencia doméstica contra una ex-pareja. Quentin H., de 34 años, guarda penitenciario; Abdelali D., de 47 años; y Florian R., de 32 años, un repartidor que ya ha estado condenado nueve veces, una de ellas por violar, en 2020, a una menor de 14 años.
Redouan El F., de 55 años, enfermero; Grégory S., de 31 años, plaquista; Fabien S., de 39, que ya cuenta con cargos por agredir sexualmente a un menor de 15 años; Jean-Pierre M., de 63 años, conductor, que se inspiró en los métodos de Dominique para drogar y violar a su propia esposa; Mathieu D., de 36 años, empleado en una tienda y bombero voluntario; Omar D., de 36 años, agente de mantenimiento; Boris M., de 37 años; Cyrille D., de 54 años, empleado en el sector de la construcción; Adrien L., de 34 años, jefe de obra; y Ludovick B., de 39 años, mozo de almacén.
Otros tres son Jérôme V., de 46 años, quien tuvo que internarse por adicción al sexo en 2016, y que violó a Gisèle en seis ocasiones distintas, y Ahmed T., de 54 años, fontanero, quien la violó estando ella atada a la cama. También están Hassan O., de 30 años, que ya ha sido condenado 13 veces por otros crímenes y se encuentra a la fuga, y Romain V., de 63 años, que es portador de VIH y violó a Gisèle sin protección en seis ocasiones distintas. Y Mohamed R., de 70 años, jubilado, condenado en 2017 por haber violado a su propia hija, que no tenía aún cumplidos 15 años.
“Sin su consentimiento”
Dominique conoció a estos hombres a través del foro Coco.gg, donde mantenía discusiones privadas con los sospechosos en un salón llamado “Sin su conocimiento”, creado por él mismo. Allí, publicaba anuncios y organizaba todo. Las instrucciones iniciales mencionaban el uso de somníferos para asegurar que su esposa quedara inconsciente, y dejaban claro que el control y la preparación eran esenciales para evitar ser descubiertos.
Dominique les indicaba que debían aparcar a una distancia prudente para no levantar sospechas entre los vecinos, y les pedía que evitaran usar perfume o fumar antes de entrar a la casa, para no dejar rastros. Al llegar, debían desvestirse en la cocina, lavarse las manos y hablar en voz baja para no hacer ruido. Otro de los puntos más detallados era que los hombres debían asegurarse de que sus manos estuvieran a temperatura ambiente, para no despertar a Gisèle con el contacto. Y después de los abusos, Dominique se encargaba de limpiar a su esposa para no dejar evidencia, ya que la mayoría de los hombres no usaban preservativo.”