Pese a que no fue la invasión masiva de Rafah diseñada hace meses, tanques de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) penetraron este martes en la ciudad más al sur de la Franja de Gaza, el último bastión bajo control del grupo islamista Hamás. La ofensiva ordenada por el primer ministro Benjamin Netanyahu llegó tras otra noche de infarto en la región, cuando en la tarde del lunes Hamás había anunciado que aceptaba las condiciones fijadas para un alto el fuego.
Al parecer, el Gobierno israelí no fue actualizado respecto a los últimos detalles del acuerdo, gestado bajo mediación de Qatar, Egipto y Estados Unidos. Pese a la presión de los familiares de los 133 rehenes israelíes que siguen cautivos en Gaza, que veían más cerca la posible liberación de sus seres queridos, “Bibi” ordenó la ofensiva parcial sobre Rafah.
“Operación antiterrorista precisa”
Según el comunicado de las FDI, las tropas “empezaron una precisa operación antiterrorista” en el este de Rafah para desmantelar infraestructuras de Hamás. El Ejército hebreo insistió en que antes de lanzar el operativo “se pidió a los residentes (unas 100.000 personas) desplazarse temporalmente a la zona humanitaria de Al-Mawasi”, dónde aparentemente se instalaron tiendas de campaña y servicios básicos para los desplazados. Pero según oficiales europeos, la “zona segura” no estaba debidamente equipada.
Acorde a las FDI, unos 20 combatientes de Hamás fueron abatidos y tres túneles fueron localizados tras la toma del cruce fronterizo de Rafah, única salida terrestre que conecta con Egipto. En el corredor “Filadelfia”, un blindado hebreo circuló ondeando una enorme bandera de Israel. El control de esta ruta fronteriza es clave para evitar el contrabando de armamento a Gaza desde territorio egipcio, y fue uno de los objetivos fijados al inicio de la guerra. El ministerio de Exteriores egipcio condenó la acción militar, alegando que “la peligrosa escalada amenaza las vidas de más de un millón de palestinos que dependen de este cruce”.
Retomar contactos
El Ejército israelí alegó que la operación era necesaria para desmantelar la célula islamista que el fin de semana atacó con proyectiles el cruce de Kerem Shalom, en un incidente que se cobró la vida de cuatro soldados. Dicho cruce es el principal punto de entrada de la ayuda humanitaria a la devastada franja costera, y la toma de control israelí de ayer paralizó temporalmente la entrada de camiones desde Egipto.
Pese a que la presión desde la Casa Blanca sobre Netanyahu para zanjar el alto al fuego no cesa, el “premier” israelí comentó ayer que la operación en Rafah “sirve para lograr nuestros objetivos de devolver a los rehenes y destruir a Hamás”. Si bien durante la tarde del martes una nueva delegación israelí puso rumbo a El Cairo para retomar los contactos, analistas hebreos coincidieron en que la invasión parcial de Rafah podría tener dos consecuencias: presionar a Hamás para cerrar el acuerdo, o hacer colapsar definitivamente las negociaciones.
Biden urgió a “Bibi” no incrementar la ofensiva, dado que sigue sin existir un plan viable para proteger a los civiles gazatíes. Pero el “premier” israelí insistió en que la presunta aceptación de la tregua por parte del grupo islamista pretendía frenar la invasión de Rafah. “La propuesta de Hamás sigue muy lejos de las demandas de Israel”, insistió Netanyahu.
Para Hamás, “el asalto del Ejército de ocupación sobre el cruce de Rafah supone una grave escalada contra una instalación civil protegida por la ley internacional, que agravará la crisis humanitaria en la Franja”. Los islamistas, que el lunes lograron poner el balón sobre el tejado del Ejecutivo israelí, consideraron que “la intención (de Israel) es boicotear los esfuerzos de mediación para una tregua y la liberación de prisioneros, por los intereses de Netanyahu y su gobierno extremista”.
Pese a las evidencias de que Hamás sigue controlando el ingreso y distribución de la ayuda humanitaria -incluso disparando a civiles gazatíes-, urgió a la comunidad internacional a “presionar a la ocupación para detener la escalada que amenaza las vidas de miles de desplazados”. Decenas de miles de refugiados estarían retornando a otras zonas arrasadas de la franja, donde el grupo islamista habría retomado el control de zonas urbanas tras la retirada de las tropas terrestres israelíes.
Según el parte de un hospital de Rafah facilitado al “New York Times”, ayer recibieron 27 cuerpos sin vida y al menos 150 heridos por los bombardeos. Para la ONU y otras agencias humanitarias, la grave crisis humanitaria que vive Gaza podría deteriorarse todavía más si Israel no abre los cruces fronterizos al sur de la franja para la entrada de camiones con ayuda. Para Josep Borrell, jefe de la diplomacia exterior europea, “no hay zonas seguras en Gaza”, donde actualmente residen unos 600.000 niños. El martes, 46 pacientes gravemente heridos que pretendían salir de Gaza por el cruce de Rafah quedaron atascados, dado que los combates cercanos impidieron su salida.
Frente a la comandancia central del ejército israelí en Tel Aviv, los familiares de los rehenes insistieron en que “si el único modo de retornar a los rehenes es parando la guerra, detenedla”.
Los protestantes clamaron contra las supuestas reticencias presentadas por el Gobierno israelí, a quien los intermediarios exigen “garantías” de que frenará los bombardeos. “¡Devolvedlos y salvar vidas!”, clamaron tras insistir en que Netanyahu sigue “poniendo palos a las ruedas” en las negociaciones.
“Seguir la guerra pone en riesgo a nuestros seres queridos”, concluyeron.
Pero para Betzalel Smotrich, ministro de Finanzas israelí, mandar negociadores a El Cairo es un error, ya que “no debemos rendirnos ante la presión internacional, ni debemos parar hasta la victoria y la rendición del enemigo”. Sin tan siquiera recordar a los rehenes, el ministro ultra exigió la captura total de Rafah. Para el centrista Benny Gantz, que se unió al Gobierno de emergencia tras el 7 de octubre, los negociadores deben mover hilos para lograr un acuerdo.
“No permitiremos que influyan los intereses políticos”, apuntó en un claro mensaje a “Bibi”, a quien acusan de querer alargar la guerra para evitar la convocatoria de elecciones.