Los autónomos franceses, ¿los próximos chalecos amarillos de la izquierda?

Es un porcentaje de votantes que antes era más moderado pero que en estas elecciones se ha podido decantar por los mensajes de la extrema derecha

Un momento de las habituales manifestaciones de los "chalecos amarillos" de los sábados en París, que se han saldado con la detención de una quincena de personas. EFE/ Ángel Calvo

Los pequeños empresarios franceses se han podido sentir abandonados por el Gobierno de Macron. ¿Es posible que el presidente francés se haya centrado en satisfacer a las multinacionales y haya dejado de lado a los autónomos? Por ejemplo, en 2017 eliminó el impuesto a las grandes fortunas pero los agricultores y comerciantes se han enfrentado en soledad a importantes problemas derivados de la elevada inflación y costes energéticos. Es un porcentaje de votantes que antes era más moderado pero que en estas elecciones se ha podido decantar por los mensajes de la extrema derecha.

El Nuevo Frente Popular que ha resultado vencedor tampoco, a priori, les deja satisfechos. Un partido que ha prometido elevar el salario mínimo interprofesional a los 1.600 euros mensuales brutos o que busca rebajar la edad de jubilación puede provocar un aumento de los costes laborales para el tejido empresarial francés harto de la escasa asistencia gubernamental.

Según el Instituto de sondeos Ipsos, el voto de Le Pen tenía un perfil muy particular: obrero o asalariado, de una zona rural con un nivel de estudios más bien bajo. Pero ese perfil ha evolucionado en las últimas elecciones, y se ha sumado ejecutivos y jóvenes menores de 35 años con estudios universitarios que no se han visto representados por las políticas de Macron.

Pero si hay un sector que se ha mostrado especialmente molesto con el gobierno ha sido el campo. Se han movilizado en contra de la excesiva burocracia impuesta por Bruselas, los elevados precios de las materias primas y los costes energéticos además de la competencia desleal de países terceros, que no pertenecen a la Unión Europea. Y el partido de Le Pen ha recogido rápidamente el guante y ha hecho suyo su discurso. Por ejemplo, ha propuesto bajar el IVA de los carburantes y reducir así el precio de la electricidad.

Según la secretaria general de Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (UATAE), María José Landaburu, “la aproximación de los autónomos a la extrema derecha se ha producido básicamente en la Francia rural, muy vinculada a la sensación de abandono, de la ‘Francia vaciada’ de los problemas del transporte y la agricultura como consecuencia de la presión de la competencia exterior, la normativa europea y las plataformas de alimentación que han asfixiado a estas actividades. Tampoco ha ayudado un gobierno (Macron) poco sensible socialmente que no ha afrontado los cambios necesarios ni las ayudas precisas para que estos sectores puedan adaptarse y sobrevivir, en el contexto adicional de una Francia con una inflación enorme, muy superior a la española y un contexto económico también negativo con respecto a nosotros. Recordemos que en situaciones de crisis e inseguridades prende como la pólvora el mensaje populista y de la ultra derecha que vende escenarios de futuro poco creíbles y el odio al otro como causante de tus males, allí fueron los chalecos amarillos que han ido alimentando esta situación.”

En España, el 92% del tejido empresarial lo compone la pequeña y mediana empresa. Autónomos o empresarios con uno o dos trabajadores a su cargo. Ellos, con la Guerra de Ucrania, también han tenido dificultades para pagar las elevadas facturas de la luz o hacer frente a los precios de las materias primas. Pero en los últimos años se han ido haciendo reformas para mejorar su situación en cuestiones como las cotizaciones y prestaciones sociales para ir equiparándose en derechos al trabajo asalariado. Y en el caso del campo, el Gobierno español ha procurado sofocar su malestar con reuniones y soluciones inmediatas después de que salieran a las calles a protestar con sus tractores.

En Francia, las grandes empresas generan más empleo que en España, seis puntos por encima, porque son más grandes. Quizás sea uno de los motivos por los que el Gobierno francés se haya centrado más en ellos ofreciéndoles, por ejemplo, ventajas fiscales. “Aún queda mucho, especialmente en el ámbito impositivo si atendemos a que una gran empresa puede acabar tributando por un 3% y un autónomo por el 15%. El contexto económico es favorable y hay más autónomos que nunca trabajando, más mujeres que nunca y los jóvenes se incorporan, eso hace mucho más difícil para ideologías de ese porte hacer crecer su posición. “No obstante, la agricultura sigue muy condicionada por una situación que es global, que se ve afectada por el cambio climático, la sequía y la competencia exterior y eso hace que el colectivo sufra y necesita más ayuda y acompañamiento de ahí que la extrema derecha intentó protagonizar algunas movilizaciones igual que pasó en el transporte. Es imprescindible que los gobiernos democráticos den respuestas sociales y económicamente solventes, si lo hacen no habrá un viraje de un colectivo que somos trabajadores y que queremos tranquilidad, estabilidad, crecimiento y solidaridad, todo muy alejado de la extrema derecha”, explica la secretaria general de UATAE.

Un punto que ha jugado a favor del partido de Le Pen, es que nunca ha gobernado. Todavía no ha demostrado si sus teorías pueden tener éxito y hay un sector de la población, los pequeños empresarios, que ha podido ver en ellos cierta esperanza. Antonio Castelo, analista de iBroker, “vivimos en una Europa que no hace más que plantear cuestiones que perjudica a sus ciudadanos, en un momento con un menor potencial de riqueza, con los sectores económicos industriales en franca decadencia. Esta fiesta está organizada por los políticos de ideología que podemos denominar ‘correcta’ al que se han apuntado los partidos de izquierdas, y lo que han generado es más regulación, más intervención de los gobiernos en la economía, más déficit público y más deuda. Y en el punto final de todo esto, el pago de más impuestos para sufragar la fiesta. Y claro el discurso de los partidos de izquierdas de que lo paguen los ricos, al final se termina trasladando a las pequeñas y medianas empresas y una clase media de autónomos que se ven en la obligación de pagar recibiendo poco a cambio o nada. Si a una gran empresa, a una multinacional, se les sube los impuestos, tienen margen suficiente para absorber esas subidas. Pero los pequeños empresarios no tienen esa capacidad y ven en esos partidos que hasta ahora no han tenido la oportunidad de gobernar la solución a sus problemas con sus programas que prometen contención en el derroche del sector público”.

Le Pen ha podido convencer a una parte de la población, no en vano se ha convertido en la tercera fuerza política en estas elecciones, pero su discurso no ha sido suficiente para alcanzar a la mayoría francesa. Los autónomos tampoco comulgan con la izquierda que promete subir el salario mínimo y aumentaría sus costes. Una encrucijada en la que salen mal parados. Ellos podrían convertirse en los chalecos amarillos de la izquierda.

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