Kamala Harris llega a los 60 años y se asoma al que será el examen de su vida. La candidata demócrata cumple años este 20 de octubre, solo 15 días antes de medirse en las elecciones presidenciales de Estados Unidos a Donald Trump en el que será, sin duda, la prueba más importante de una vida llena de logros y barreras superadas.
Este será un cumpleaños muy especial para la vicepresidenta, no solo por la edad que cumple, sino porque lo celebrará inmersa en la recta final de una de las campañas electorales más aparentemente igualadas que se recuerdan, con las encuestas mostrando empates o mínimas diferencias entre ambos candidatos.
El sueño americano
Nacida en 1964 en Oakland, California, la de Harris es una historia del éxito de las mujeres y de la inmigración en Estados Unidos. Y sus 60 años una buena ocasión para hacer balance. Hija de Shyamala Gopalan, una bióloga india que llegó al país a desarrollar su carrera científica, y Donald J. Harris, un economista jamaicano que acabaría dando clases en la prestigiosa Universidad de Stanford, la pequeña Kamala tuvo, según ha contado ella, una infancia feliz en una familia que no nadaba en la abundancia.
El trabajo de sus padres la llevó a pequeñas ciudades de Illinois y Wisconsin, donde conoció una América diferente a la soleada y cosmopolita California. Ya como candidata, Harris ha recordado en esta campaña el calor y el cuidado de sus vecinos como uno de los elementos que alentaron en ella un sentimiento de comunidad y de país. También ha reivindicado haber crecido en una “familia de clase media” y que su madre tuvo que ahorrar durante diez años para poder comprarse una casa y dejar de alquilar.
El divorcio de sus padres
Cuando el matrimonio de sus padres se rompió en 1970, Kamala y su hermana, Maya, se quedaron viviendo con su madre en Berkeley, según describió una de sus vecinas entonces, “una comunidad muy multicultural y muy de clase trabajadora”.
Kamala mantuvo su relación con sus padres, con quien pasaba los fines de semana en su casa de Palo Alto, también en California, y en aquellos tomó conciencia de lo que significaba ser una mujer negra en los Estados Unidos de entonces. Harris ha contado que en aquellos años, cuando la llevaban en autobús a las escuelas públicas en las que estudió, se sentía como “una chica de segunda clase”.
Trabajadora de un McDonald’s
La candidata ha reivindicado también su época como empleada de McDonald’s, donde trabajaba para reunir dinero para sus gastos, y donde según ha contado, aprendió del ejemplo de los empleados mayores que sacaban adelante a sus familias.
Pero aquella chica seguiría los consejos de su padre para iniciar una carrera en el lado correcto de la ley como forma de combatir la discriminación intrínseca y acabaría rompiendo las barreras que se encontró. Tras estudiar en Montreal y en Washington, Harris se graduó en Leyes en la Universidad de California.
Primera fiscal del Estado
En California escalaría en el mundo jurídico hasta convertirse en la primera fiscal del distrito de San Francisco y en la primera fiscal del Estado. En 2017 renunció tras haber ganado un escaño como senadora, una carrera en la que tuvo el apoyo del entonces presidente Barack Obama.
Como senadora, prometió defender a los migrantes de las políticas del entonces presidente Trump, que llegó a separar a niños extranjeros de sus familias como medida de disuasión a los sin papeles. Apuestas como aquella se han convertido en un problema ahora para Harris, que necesita convencer a un electorado cada vez más preocupado por la inmigración irregular y que, por más que ha ido modulando su discurso, no percibe en ella la dureza de su rival.
Harris y su pistola
Otra de sus banderas como senadora fue el control a la venta y tenencia de armas. También en esto ha tenido que moverse. Si bien, sigue abogando por algunas restricciones, en la campaña ha sacado a relucir que ella misma posee un arma y que la usaría si alguien entrara en su casa.
En 2019 dio el gran salto, al presentarse como candidata a las primarias demócratas a la Casa Blanca. En diciembre, después de algún traspié sonado en debates con sus rivales, se retiró falta de fondos.
Primera vicepresidenta de la historia
Pero en un momento en que la América negra hervía de indignación por la muerte de George Floyd a manos de un policía blanco en Minneapolis, Biden optó por ella como compañera de ‘ticket’ presidencial y en enero de 2021 se convirtió en la primera vicepresidenta de la historia de Estados Unidos.
Su historia interracial de ascenso desde orígenes humildes se explotó políticamente y en las biografías favorables a su figura que proliferaron entonces. Aunque fue perdiendo prestigio durante la Administración Biden, en parte por el encargo de poner orden en la frontera sur y frenar la inmigración ilegal que le hizo el presidente, una misión casi imposible para cualquiera y que le hizo perder capital político.
Una candidatura inédita
Sin embargo, la retirada de la candidatura a la reelección de Biden tras su estrepitoso colapso en un debate televisado frente a Trump le permitió a Harris una inesperada revigorización y en poco tiempo logró asegurarse el apoyo de su partido y darle la vuelta a las encuestas que cada vez más se decantaban hacia una victoria del republicano el 5 de noviembre.
Acompañada por el abogado Doug Emhoff, con quien se casó en 2014, y que no dudó en renunciar a sus muy lucrativos negocios para evitar perjudicar a su carrera política, Harris intenta romper otro techo de cristal y llegar a la presidencia. Lo mismo que intentó sin éxito Hillary Clinton, también contra Trump. Los dos hijos de un matrimonio anterior de Emhoff hablan de Kamala Harris como “mamá” y tienen una excelente relación con ella, lo que no la ha librado de los ataques del compañero de ticket de Trump, JD Vance, por no tener hijos naturales.
Ella se ha burlado de los ataques con una risotada que ya es casi marca de la casa y desquicia a sus detractores. Si esta sexagenaria logra finalmente llegar al Despacho Oval probablemente reirá más fuerte que nunca.