Ninoska Jeannette Maltez, ingeniera en Geofísica de 27 años, emigró porque su salario en Nicaragua no le alcanzaba para nada más que comida y artículos de higiene a pesar de su alta especialización y porque cuando quiso buscar un trabajo en el Gobierno le cerraron las puertas: nunca había votado por el partido oficial.
“Buscaron en la computadora y como no estaba afiliada al partido y en mi provincia habían perdido las elecciones me dijeron que no me iban a contratar”, recuerda en entrevista con Artículo14.
Las tácticas de Ortega
A otro geólogo colega de ella quien ya tenía un tiempo trabajando con el Gobierno, lo investigaron: buscaron en su sistema para ver si había marchado a favor de Daniel Ortega en algunas manifestaciones y como no encontraron que hubiera participado, lo despidieron.
Sin casa ni futuro para tener un hijo y mantenerlo, Ninoska se encamina hacia Estados Unidos antes de que Donald Trump tome por segunda vez el poder el próximo 20 de enero con todo el respaldo electoral para cumplir con las amenazas migratorias.
La llegada de Trump
Promesas de enviar a los militares a deportar gente, de retomar la construcción del muro fronterizo, de perseguir a indocumentados en escuelas, hospitales, templos…
Ninoska se encuentra ahora en la Ciudad de México y aplicó en el sistema de CBP One, el sistema de citas para petición de asilo político en Estados Unidos. Sortea su estancia en este país como cualquier sinpapeles: arriesgando que la echen, aunque la capital mexicana no mantenga por ahora redadas migratorias públicas.
“Solo quiero la oportunidad de tener una casa”, precisa.
Detenidas en México en pleno sueño
Alrededor de 294.000 mujeres indocumentadas fueron detenidas en México entre enero y agosto de este 2024 por autoridades migratorias, según constan en las estadísticas de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación.
Representan una tercera parte de los 925.085 inmigrantes capturados; de los cuales, 258.118 son centroamericanos, entre ellos, 45.312 nicaragüenses como ella.
La persecución en Nicaragua
Poco después de la partida de Ninoska, la organización Amnistía Internacional (AI) condenó la revocación de la personalidad jurídica de más de 1.500 organizaciones sociales de diversa índole como represalias por parte del Gobierno hacia quienes han sido críticos.
La sociedad civil también es sancionada por diversas vías como cerrarles las puertas de empleo y la persecución política que suma más de tres centenares de muertos y miles de detenidos.
“La crisis en Nicaragua sigue su curso, mientras el Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo continúa instrumentalizando las instituciones del Ejecutivo, la Asamblea Nacional y el Poder Judicial para legitimar su agenda represiva y garantizar la impunidad de los crímenes del derecho internacional y violaciones de derechos humanos cometidos bajo su gobierno”, concluyó AI en agosto pasado.
En el camino
Ninoska observó en el trayecto desde Nicaragua a muchos que, como ella, quieren dejar el pasado. Mirar al futuro: una casa, un trabajo bien remunerado, aunque no sea como ingeniera geofísica.
En México ha hecho de todo un poco. A veces cuida a una anciana; otras, hace limpieza en los estadios donde hay conciertos o apoya en los puestos ambulantes vendiendo frutas, verduras, pollo, aunque su especialidad sea hacer estudios del suelo para la viabilidad de obras de construcción.
Lejos quedaron los tiempos en que las empresas mineras y sus ingenieros civiles la escuchaban para saber las posibilidades de exploración de oro, las amenazas sísmicas o efectos de sitio, su primer empleo tras graduarse.
“Era un trabajo perfecto, lástima que no había avance económico”, cuenta.
Todo su salario se le iba en comprar la comida, el pan, el arroz y en algunos artículos de higiene. Era imposible soñar más y por eso Ninoska y su novio decidieron irse.
La odisea
No fue fácil llegar hasta la Ciudad de México, donde ocurre esta entrevista, cobijados bajo un albergue del poniente de la ciudad. “Tuvimos que pagar muchas veces al cartel”, recuerda.
Su experiencia concuerda con las denuncias que recientemente hizo la diócesis de Tapachula, Tuxtla Gutiérrez y San Cristóbal de las Casas, quienes señalaron una presunta colusión del Ejército y la Guardia Nacional con integrantes del narco para controlar el tráfico de migrantes por el sur mexicano.
La pareja llegó desde Nicaragua hasta la frontera entre Guatemala y México sin mayor dificultad y en el hotel donde se hospedaron “el más sencillito” preguntaron cómo hacían para cruzar.
El control de los grupos del crimen organizado
El dueño del hotel les dijo que tenían que pagar al cartel. Y eso hicieron: 1.200 pesos (unos 60 euros) por 40 kilómetros hasta Tapachula, la urbe más cercana. A pesar del pago, los hombres del cobro advirtieron: “Si viene la migra, ustedes se tiran al monte y ahí ven lo que hacen”.
En Tapachula los metieron en una casa vacía junto con otros inmigrantes, esperaron cuatro horas y los liberaron. Conversando aquí y allá concluyeron que solo tenían dos opciones para avanzar: caminar en caravana o en el tren de carga como polizones o pagar al cartel para ser transportado en moto o en taxi.
Desapercibidos
Ellos pagaron en algunos tramos; otros, tomaron combis (autobuses pequeños) tratando de pasar como mexicanos inadvertidos por el parecido físico pero era un riesgo muy alto: “Si te agarra la migra y se da cuenta de que eres centroamericano te regresa a la frontera o te baja de la combi para dejarte ahí, volado, para que sepa el cartel que no les pagaste y, en represalia, te secuestran para pedirles dinero a tus familiares de Estados Unidos”.
Aun así, asumieron el reto y se fueron en una combi. La moneda al aire cayó bien: nadie los detuvo y así llegaron a Oaxaca con 500 dólares y 600 pesos: la cantidad exacta que pedía el cartel (2.800 pesos) para llevarlos en camión a la CDMX “sin ser molestados”.
El siguiente paso
En el trayecto venían acompañados por dos peruanos que les hablaron del sistema de albergues en la capital mexicana y así encontraron el espacio donde se encuentran ahora, a punto de dar el siguiente paso.
¿Hacia la frontera norte o esperar la cita aquí? ¿Habrá oportunidad de trabajo en México como Geofísica?
Ninoska se puso a investigar y encontró que hay muchas empresas privadas que podrían contratarla e incluso se entrevistó con los gerentes de una de ellas, pero no tiene documentos mexicanos y no quiere pedir refugio porque se le cerrarán las puertas de Estados Unidos y no es momento de titubear.
El tiempo apremia, la cuenta regresiva al 20 de enero sigue corriendo, cada minuto, cada hora cuenta…