El juicio al que se enfrentan varios dirigentes del ultraderechista Reagrupación Nacional (RN) por malversación de 4,5 millones de euros de los fondos públicos en el Parlamento Europeo puede convertirse en un verdadero tsunami y cambiar profundamente el panorama político francés.
En juego está nada menos que el futuro político de Marine Le Pen, una de las 25 personas acusadas y líder indiscutible del partido fundado en los años 1970 por su padre Jean-Marie. Si los jueces aceptan la petición de la Fiscalía presentada esta semana, Le Pen, que en las últimas presidenciales sacó 13 millones de votos, puede verse inelegible en 2027, cuando los franceses volverán a las urnas para elegir el sucesor de Emmanuel Macron, quien legalmente no se puede presentar a un tercer mandato.
“Ataque contra la democracia”
Las voces contra una condena de inelegibilidad se escuchan alto dentro de su partido. “Es un ataque contra la democracia”, escribió el eurodiputado Jordan Bardella, portavoz de la agrupación. “Si se le impidiera presentarse a las elecciones, Francia se convertiría en una república bananera”, declaró en su turno Bruno Gollnisch, ex eurodiputado y ex mano derecha de Jean-Marie Le Pen en el entonces Frente Nacional. Gollnisch y Le Pen padre también están acusados en el proceso.
El partido puede además verse condenado a una multa de 2 millones de euros por haber empleado asistentes parlamentarios fantasmas que, entre 2004 y 2016, según la acusación, trabajaban en realidad para el partido en Francia sin casi haber pisado Bruselas, sede de las instituciones comunitarias. Para impedir su naufragio, el RN deberá organizar su defensa en las próximas semanas dentro y fuera del tribunal.
¿Aliados o enemigos?
Si las voces contra lo que califican de decisión política -contra el principio de separación de poderes en el país de Montesquieu- son previsibles dentro del partido, llama la atención cuando provienen del rango de los adversarios de Le Pen en la derecha francesa. Y éstas son cada vez más numerosas. ¿Cómo explicar que enemigos históricos están ahora tendiendo la mano hacia Le Pen?
Ninguno de ellos es oficialmente candidato, pero ya se les hace la boca agua. En las redes sociales, Éric Zémmour, el comentarista televisivo fundador del micro partido ultraderechista Reconquista!, salió en defensa de Le Pen: “Independiente de nuestras discrepancias, desde luego no corresponde a los tribunales decidir quién puede ser candidato a las elecciones presidenciales”. Conocido por sus duras críticas al clan Le Pen, Zémmour se quedó en cuarto puesto en las últimas presidenciales, con un 7 % de los votos.
Una estrategia peligrosa
El gesto de empatizar públicamente con Marine Le Pen parece una maniobra arriesgada, pero medida: una manera de ganarse los votos de los millones de votantes fieles que, de un día al otro, pueden verse privados de la candidata más poderosa del campo nacionalista francés. En 2022, ella obtuvo 13 millones de votos en la segunda vuelta contra Macron, un 41,5% de los apoyos.
Las declaraciones contra la Justicia francesa del exministro del Interior Gérald Darmanin (2020-2024) sorprenden de forma particular. Brazo fuerte del partido de Emmanuel Macron, el ahora diputado dejó el gobierno este mes de septiembre, con la llegada del nuevo gabinete de Michel Barnier. En un tweet, Darmanin calificó el pedido de inelegibilidad de la fiscalía de “profundamente chocante”: “La lucha de Marine Le Pen se hace en las urnas, no en otra parte”.
Il serait profondément choquant que Marine Le Pen soit jugée inéligible et, ainsi, ne puisse pas se présenter devant le suffrage des Français. Combattre Madame Le Pen se fait dans les urnes, pas ailleurs. Si le tribunal juge qu’elle doit être condamnée, elle ne peut l’être…
— Gérald DARMANIN (@GDarmanin) November 13, 2024
Pero su objetivo está ya en las presidenciales. Declarar empatía hacia su adversaria no tiene ninguna implicación judicial, y encima puede ser visto con buenos ojos por sus votantes. Este hijo de un empleado de la restauración y de una conserje se forjó como una importante figura política de derecha en los partidos UMP y Republicanos. Darmanin intenta mantenerse en los focos pese la baja popularidad de su grupo político macronista. Hizo ruido al oponerse, por ejemplo, a la propuesta del Gobierno de Michel Barnier de tasar a las grandes fortunas.
Apoyo de la familia política
La sobrina de Marine Le Pen, Marion Maréchal, es otra pieza clave del rompecabezas político abierto con el juicio contra el RN. En una entrevista para una cadena de televisión, la eurodiputada calificó de “decapitación de la oposición” el intento de la Fiscalía de frenar las ambiciones electorales de su tía. La que fuese la diputada más joven de la Asamblea Nacional (23 años en 2012) había roto con Le Pen por considerarla poco radical en su combate contra el islamismo y los inmigrantes, y pasó al bando de Zémmour, en cuyo partido estuvo hasta ser electa en las europeas de junio. Recientemente volvió al entorno de su tía, pero no está claro si el capital político de esta ultracatólica será suficiente para ganar la confianza de los electores tras tantos desacuerdos públicos contra la carismática jefa del RN.
Marine Le Pen tendrá poco más de quince días -hasta el 27 de noviembre- para lograr su defensa ante el tribunal, aunque la decisión final de los jueces puede tardar varios meses y darse a conocer a principios de 2025. Más allá de la multa de 300.000 euros o de los 5 años de cárcel (dos en régimen cerrado) al que la dirigente puede enfrentar como condena, Le Pen sabe que su futuro en la política pende de un hilo.