Las mujeres que han forjado la liberación de Julian Assange 

Stella Assange, en el plano familiar, Jennifer Robinson, en el legal y Raine Sinclair, en el del activismo de calle han sido los apoyos más importantes para lograr la libertad del fundador de Wikileaks

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La abogada Jennifer Robinson durante una rueda de prensa en Camberra Efe

La liberación de Julian Assange se gestó en varios frentes y el papel de tres mujeres ha sido trascendental para su vuelta a casa. Stella Assange, en el plano familiar, Jennifer Robinson, en el legal y Raine Sinclair, en el del activismo de calle, han ejercido de apoyo y presión para que el Gobierno de Australia sintiera la responsabilidad de ejercer una diplomacia silenciosa con el Departamento de Justicia de Estados Unidos y sellar así el acuerdo para su excarcelación. Sin ellas, el fundador de WikiLeaks seguiría librando una batalla para evitar su extradición de la cárcel de máxima seguridad en Belmarsh, Londres, a Estados Unidos. Habría pasado el resto de sus días entre rejas y el riesgo de suicidio y de sufrir un deterioro todavía mayor de su salud habría sido más probable. Principios como la libertad de prensa, la justicia social y el esencial rol de los medios de comunicación para ejercer de control al poder de los gobiernos han motivado la lucha de estas tres mujeres.

Stella, la motivación vital de Assange 

Creyó en él desde sus días en la embajada de Ecuador en Londres, donde el periodista australiano pasó siete años, y desde entonces no se separó -sentimentalmente- de él. Aislado y perseguido por la mastodóntica maquinaria estadounidense, Assange sufrió un deterioro de su salud mental y física. Además, antes de ingresar en prisión, fue diagnosticado con Asperger, lo que ha añadido un elemento de mayor peculiaridad a su perspectiva y manera de ver las cosas. La preocupación por su vida ha sido constante, especialmente en los últimos cinco años que ha pasado en Belmarsh, por eso, el incondicional apoyo de Stella ha sido fundamental para mantener su motivación a flote.

“Julian tiene que recuperarse, esa es la prioridad. Julian siempre defenderá los derechos humanos. Siempre defenderá a las víctimas. Siempre lo ha hecho. Y eso es solo parte de lo que es. Es profundamente de principios. Y sigue siendo profundamente de principios. Y sin miedo”.

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Stella Assange, la abogada y mujer del cofundador de Wikileaks Julian Assange

El rostro de Stella mostró diversas emociones durante la comparecencia de prensa en el East Hotel de Camberra, tan solo una hora y media después del primer abrazo con Assange en libertad. Le fue difícil asimilar el momento que había estado esperando durante tanto tiempo, primero como la abogada de Assange y después como su mujer y madre de sus dos hijos, Gabriel, de siete años de edad, y Max, de cinco años. Los tres mantuvieron pegado en la esperanza al recién liberado. Le dieron una razón para creer. Por eso Stella tenía tantos sentimientos el día de la llegada de su marido a Camberra. La alegría, el shock, la indignación por un proceso que ha considerado injusto y que ha mantenido aislado a Assange durante casi 14 años, la gratitud, el vértigo al porvenir, la ilusión. Sus ojos mostraban este conglomerado de sensaciones momentos antes de hablar ante los medios.

Stella Assange

La abogada Stella Assange, esposa de Julian Assange, habla a los medios en Londres

“Han hecho falta millones de personas de todo el mundo, gente que ha trabajado entre bastidores, gente que ha protestado en las calles durante días, semanas, meses y años. Y lo hemos conseguido. Os pido por favor que nos deis espacio y privacidad para que encontremos nuestro lugar y nos permitan que nuestra familia sea una familia antes de que pueda hablar otra vez en el momento que él elija”, añadió.

Además de su apoyo moral, Stella ha liderado la campaña de difusión y presión para conseguir liberar a su pareja. Ha realizado incontables entrevistas, apariciones públicas, visitas a la cárcel, reuniones con el equipo legal, actividad en redes sociales, artículos publicados, peticiones para donaciones… En octubre de 2022, se unió a miles de personas en una cadena humana alrededor del Parlamento de Reino Unido, para abogar por la liberación de Assange y poner fin a los intentos de extradición a Estados Unidos.

Robinson, el pilar legal de su liberación

El primer ministro de Australia, Anthony Albanese, llamó al teléfono de Robinson cuando el vuelo privado en el que viajaba con Assange y otros miembros del equipo legal aterrizó en el aeropuerto de Camberra. A su teléfono también llegó un mensaje de Stella en el que se veía a los hijos del recién liberado saltando de alegría en un sofá. Recibieron el vídeo cuando la comitiva de liberación aterrizó en Saipán, en las Islas Marianas del Norte, poco antes de que el periodista se declarara culpable de conspirar para obtener y publicar en 2010 documentos clasificados que comprometían a Estados Unidos, los conocidos como papeles de WikiLeaks.

Robinson es el contacto directo con su cliente desde 2010, cuando se conocieron. La abogada recordó el momento en que su compatriota, Assange, se acercó a ella y le dijo: “Jen, tengo un cuarto de millón de cables diplomáticos y estoy a punto de publicarlos. Estados Unidos me perseguirá hasta el fin del mundo y me harán la vida imposible”. La experta en derecho internacional y relativo a los derechos humanos se puso manos a la obra. “Una vez publicados, Julian se convirtió en el hombre más buscado del mundo. Congelaron sus cuentas bancarias y yo recibí amenazas de muerte”, destacó. Además, ha sido sometida a vigilancia después de que, presuntamente, EE. UU. sacara a la luz conversaciones entre ella y Assange. Incluso en una ocasión se le intentó impedir embarcar en un avión en el aeropuerto de Heathrow en Londres.

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Jennifer Robinson, la abogada del fundador de Wikileaks, Julian Assange, habla con los medios Saipán

Además de su abogada durante 14 años, Robinson se ha convertido en un apoyo mayor. Muchas personas del entorno de Assange han destacado que sus habilidades sociales son limitadas y que Jen, como las personas cercanas, es la profesional que mejor entendería a su cliente. “Cuando a Julian le diagnosticaron Asperger no fue una gran sorpresa para los que hemos trabajado con él”, afirmó Robinson. “Pero es muy divertido trabajar con Julian. Es muy inteligente, muy atrevido, muy creativo y, en realidad, es muy cariñoso”, destacó.

Robinson vivió con especial intensidad las negociaciones con el Departamento de Justicia de Estados Unidos para la liberación de Assange. Fue ella la que confesó hace un par de días que la Fiscalía estadounidense no respondió durante meses a los intentos del equipo legal de llegar a un acuerdo y fue el embajador australiano en Estadis Unidos y ex primer ministro, Kevin Rudd, quien fue abrió la línea de comunicación. “Fue durante el último mes cuando pensé que lo conseguiríamos. Lo hemos logrado y ha sido un proceso muy largo y muy difícil”, señaló. Fue ella la que puso sobre la mesa la condición que liberaría a su defendido: Assange debía aparcar sus principios y declararse culpable para ser excarcelado.

“Era la única manera en la que le íbamos a sacar de la cárcel, el que se declarara culpable de un delito. Y hemos dejado claro que se ha declarado culpable de conspirar para cometer un acto de espionaje para recibir y publicar información sobre el Gobierno estadounidense que revelaron evidencias de crímenes de guerra, violaciones de derechos humanos y malas prácticas de Estados Unidos. Eso es hacer periodismo y criminalizar el periodismo. Es lo que ha tenido que hacer para ser libre y es un problema para la libertad de prensa”.

Por eso, lo próximo será conseguir el indulto de Estados Unidos y evitar que esto cree un precedente que limite la labor de la prensa para servir como control de poderes.

Raine Sinclair, la acción de la calle

Raine es una activista de Melbourne4Assange, una de las organizaciones que han impulsado la presión social tan necesaria para la concienciación sobre las implicaciones de su encarcelación. Su trabajo ha sido incondicional y movido por los principios. Ella es una de las caras visibles de las miles de personas que ha abogado por la liberación de Assange, y lo ha hecho en su tiempo libre y sin ningún retorno económico. “Estoy entusiasmada, no me creo que esto haya pasado por fin”, nos cuenta en las inmediaciones del aeropuerto de Camberra pocos minutos después del aterrizaje del periodista.

Llegó un día antes, cuando se confirmó que Assange estaba a punto de salir emprender rumbo a Australia. “Cuando John –John Shipton es el padre del fundador de WikiLeaks- se enteró, me preguntó si le podía llevar a Canberra, ya que solo tiene una mano activa”, sostuvo en una conversación con el activista y periodista, Robbie Thorpe. El progenitor, del que fue uno de los mayores enemigos de EE. UU. sufrió una operación reciente que le ha dejado el brazo derecho en cabestrillo. “Durante años me han dicho que nunca lo íbamos a traer de vuelta a casa, pero yo nunca he podido dejarle plantado. Sigue vivo, no podemos hacer eso”, explica sobre su lucha incondicional. Durante muchos años su prioridad han sido “mis hijos y Julian”.

Australia

El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, saluda a sus seguidores tras llegar al aeropuerto de Camberra

Raine sospechó en marzo que algo había cambiado en Shipton, con quien tiene contacto diario. El padre de Assange acababa de regresar de Londres después de la vista judicial. Notó que estaba diferente, pero él no le dijo nada. “Intuí algo”, confesó. “Fue la primera vez en todos estos años en los que pensamos que Julian iba a salir”. Está pletórica. Durante más de una década ha ayudado a coordinar todo tipo de acciones a favor de Assange y su causa ha visto recompensa. Se congratula porque el periodista “ha ganado peso” en los últimos meses y porque “no ha perdido su sentido del humor”, agrega.

Lo próximo para Raine es descansar. “Conciliar el activismo con la vida es uno de los mayores retos”, explica. “Ahora toca celebrar”. Aunque con algo en mente: ponerse manos a la obra con otras causas que destapen injusticias que atenten contra la verdad. Aún no ha visto en persona a Assange, al que considera su héroe, “quizás mejor así, bromea”. Su único deseo es que descanse con su familia y se recupere. Ella ya apunta a otros horizontes.

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