Aunque no suponga ninguna novedad, las mujeres volverán a ser las grandes perdedoras tras las elecciones presidenciales en Irán, que se celebran hoy después de la muerte en accidente de helicóptero de Ebrahim Raisi el pasado 19 de mayo al regresar de una visita oficial en Azerbaiyán. Desde hace semanas el Consejo de los Guardianes de la Revolución, organismo encargado de asegurar en la práctica que las leyes del régimen se cumplan, hizo su trabajo y vetó cualquier posibilidad de candidatura femenina.
En medio de un contexto de fuerte depresión económica y de tensiones geopolíticas regionales, después de haber sido descartadas más de 75 candidaturas, hoy se medirán, pues, en las urnas cinco hombres. Sólo uno de ellos merece para los especialistas en el país de Oriente Medio el calificativo de reformista: Masoud Pezeshkian. Es el único candidato que se opone a la obligatoriedad del velo islámico y la Policía de la Moral, aunque es poco probable que una eventual victoria suponga cambios legales al respecto (pese a su relevancia en la gestión cotidiana del país, el presidente desempeña en la arquitectura política del régimen un papel secundario respecto al Líder Supremo, que tiene la última palabra en las grandes decisiones del Estado).
“Todas las mujeres que han intentado ser candidatas han sido vetadas. Ello se debe a la interpretación del artículo 115 de la Constitución, que afirma que los candidatos a la Presidencia deben pertenecer a la categoría de los ‘“rijal’ políticos o religiosos”. Un término que en persa alude inequívocamente ‘notables’, es decir, hombres. El objetivo no era otro que impedir la presencia de mujeres”, explica a Artículo14 el analista político Daniel Bashandeh.
Protagonismo creciente de las mujeres
Y mientras la postergación femenina es la de siempre, el papel de las mujeres en la sociedad civil es más protagonista que nunca. El punto de inflexión se produjo en septiembre de 2022, cuando la joven Mahsa Amini murió mientras estaba detenida por miembros de la conocida como Policía de la Moral en Teherán por el delito de no llevar bien colocado el velo islámico o hiyab.
La indignación prendió fuera y dentro del país, y espoleó a la juventud iraní como nunca antes. Y a la cabeza de ese movimiento se situaron las mujeres, muchas de ellas muy jóvenes, que desafiaron al régimen de los mulás y reclamaron sus derechos individuales y hasta el fin de la teocracia nacida en 1979. La red se llenó durante meses de activistas que convirtieron el rechazo al velo en el símbolo de su desprecio por la teocracia nacida de la Revolución de 1979. Todo ello acabó plasmado en el movimiento Mujer, Vida, Libertad.
A finales del año pasado, el Comité Noruego del Nobel quiso premiar la lucha silenciosa e ingrata de las iraníes por los derechos de las mujeres y la democracia premiando con el Nobel de la Paz a la activista Narges Mohammadi, quien recibió el galardón en la cárcel. No en vano, Mohammadi fue condenada hace pocos días por un tribunal de Teherán a otro año de prisión por “propaganda contra el sistema”, criticar la imposición del velo y llamar al boicot de las elecciones parlamentarias, en la sexta sentencia contra la encarcelada activista desde 2021.
El 60% de los universitarios
“La mujer iraní juega un papel clave en la sociedad. El 60% de todos los estudiantes universitarios son mujeres. En teoría, a través de la educación la mujer iraní puede avanzar y desarrollarse, pero, aunque llegan a conseguir titulaciones muy altas, las posibilidades de ocupar puestos de decisión política y de poder en el sistema son ínfimas”, asevera Bashandeh a este medio.
A pesar de la marginación de las mujeres en el sistema político y judicial, las cifras de las últimas elecciones legislativas, celebradas en marzo y mayo en primera y segunda vuelta, dieron cuenta de un lento cambio para la esperanza. Más de 1.700 mujeres integraron las distintas candidaturas -después de pasar el filtro del Consejo de Guardianes— para la elección de los diputados del Parlamento, más del doble de las que pudieron presentarse en los comicios de 2020. En la actual cámara hay apenas 16 mujeres ocupando escaños de un total de 290 asientos.
Más represión del régimen
Con todo, la atención internacional en el proceso de elección presidencial tras la muerte de Raisi, que para muchos observadores era uno de los favoritos para suceder al Líder Supremo, el ayatolá Jameneí (85 años), no ha impedido que las autoridades iraníes continúen su campaña represiva e intimidatoria contra la juventud más desafiante con el régimen, de la misma manera que vienen haciendo desde finales de 2022 con el objetivo de desmantelar la contestación. Según datos de Naciones Unidas, las autoridades iraníes detuvieron, torturaron, ejecutaron e hicieron desaparecer varios miles de personas.
No en vano, con Raisi en la presidencia la República Islámica instaló ya en 2022 tecnología de reconocimiento facial en la red de cámaras del metro de Teherán para grabar a las mujeres que no llevaran puesto el velo, la auténtica obsesión actual del régimen. En septiembre pasado, cuando se cumplía un año de la muerte de Mahsa Amini, el Parlamento iraní aprobaba un proyecto de ley que endurece las penas para aquellas mujeres que violen el código indumentario impuesto por el régimen. La nueva normal equipara el velo a la “desnudez” y prevé, además de elevadas multas y confiscaciones de bienes, penas de cárcel de hasta diez años para cualquier mujer o niña que desafíe las leyes de uso obligatorio del hiyab.
Abusos e injusticias
Esta misma semana medios como el opositor Iran International informaban de que un miembro de la Policía de la Moral abusó sexualmente de una niña de apenas nueve años que no llevaba el hiyab puesto. Según la iraní Human Rights Activists News Agency (HRANA), el agente tocó los pechos de la niña para “medir su madurez” antes de imponerle el uso del velo islámico. El abogado de la menor lamentaba en declaraciones a HRANA “la imposibilidad de protección de los derechos de los ciudadanos en caso de conductas como este por culpa de la falta de mecanismos de control”.
Aunque la acción implacable del régimen ha logrado mantener la protesta bajo control, la muerte de Mahsa Amini y Mujer, Vida, Libertad supusieron un antes y un después en la historia contemporánea de Irán. Una parte importante del movimiento liderado por las mujeres iraníes optará hoy por la abstención como forma de protesta contra el régimen de los mulás.