Las horas más eufóricas (y cautas) de Stella Assange

La abogada y esposa del fundador de Wikileaks ya está en Australia, junto a sus hijos, para recibir a Julian Assange. Su odisea está a punto de finalizar

Stella

Stella Assange, la abogada y mujer del cofundador de Wikileaks Julian Assange Efe

La noticia se mascaba desde hace unos días pero Stella Moris no podía decir nada. Se limitó a hacer sus maletas y la de sus dos hijos para viajar de Londres a Sídney. Ni ellos sabían que en cuestión de días, su padre, Julian Assange, estaría mucho más cerca de la libertad. “Y todavía no lo saben”, ha explicado este martes la mujer del fundador de Wikileaks. “Hemos tenido mucho cuidado porque, obviamente, nadie puede impedir que un niño de cinco y otro de siete años lo griten a los cuatro vientos”.

Sigue habiendo muchos secretos sobre el acuerdo entre el periodista y Estados Unidos en el que se ha declarado culpable de violar la ley de Espionaje por la obtención y publicación de documentos clasificados en 2010. Stella Assange afirma que desvelará los detalles cuando todo esté cerrado. Falta que un juez certifique la resolución, algo que presumiblemente sucederá durante esta madrugada en un juzgado de Saipán, al norte de las Islas Marianas.

Cuando eso suceda, Assange será libre tras ocho años encerrado en la embajada de Ecuador de la capital británica, y de cinco años en la prisión londinense de máxima seguridad, Belmarsh. En total, 13 años y dos peticiones de extradición. Sus hijos nunca han interactuado con él en libertad. Será la primera vez que Stella lo vea sin restricciones. “Le dije, ya sabes, podemos ir a dar un paseo y no habrá restricciones, ni toque de queda. Será tan distinto a cómo ha sido hasta ahora”, ha confesado a Reuters.

Assange

Fotograma del vídeo difundido por Wikileaks de Julian Assange embarcando el avión

El mundo era ajeno a la noticia a media mañana de este lunes. Noche cerrada en el este de Australia y Stella estaba haciendo una videollamada con su marido en las inmediaciones de la Ópera de Sídney. Assange estaba esperando en el aeropuerto de Stansted para embarcar en un vuelo privado junto al Alto Comisionado británico, Stephen Smith. Varias horas más tarde se hio pública la noticia que durante tanto tiempo habían soñado recibir. Las imágenes de Assange mientras subía las escalerillas de un avión privado por su propio pie y sin esposas o escolta policial dieron la vuelta al mundo.

Pide el rastreo del vuelo

Stella todavía está lejos de la tranquilidad. Assange está haciendo escala en Bangkok mientras espera que su vuelo reposte combustible. De ahí sale rumbo a Saipán, donde está previsto que aterrice unas tres horas antes de la que podría ser su última cita con la justicia en relación con Wikileaks. “(…) volará al espacio aéreo estadounidense donde comparecerá ante un juez estadounidense. Por favor, siga #AssangeJet, necesitamos todos los ojos en su vuelo en caso de que algo vaya mal”, publicó Stella con una foto en la que se le ve reflexivo y con una media sonrisa mientras mira por la ventana.

La cautela marca la pauta de la que ha sido su roca en la lucha por la extradición. Han sido muchos años y el final de su odisea está a pocas horas de finalizar. No quiere contratiempos. Afirma que su liberación le provoca “un torbellino de emociones” y que “no está acostumbrada a hablar de Julian libre en el presente”.

Abogada y esposa

En relación a su libertad, el tiempo verbal que siempre ha usado ha sido el futuro. Primero como su abogada, y después como su mujer y la madre de sus dos hijos. Lo que es cosa del pasado es su nombre de nacimiento: Sara González Devant. Así se llamaba cuando se unió al equipo legal de Assange en 2011, en plena campaña para evitar su extradición a Suecia, acusado de agresión sexual. Un año más tarde lo cambió a Stella Moris por seguridad. Estaba trabajando para el enemigo número uno de Estados Unidos y la letrada de madre española ya comenzó a ser cauta. Su relación comenzó cuando Assange pidió asilo en la embajada de Ecuador en Londres. Allí se veían y ahí concibieron a Gabriel y Max. El periodista fue expulsado y encarcelado en la prisión de máxima seguridad, Belmarsh, y en 2022 se certificaron su matrimonio.

“Le seguiré dondequiera que vaya”

Una de las frases más célebres de Stella fue: “Le seguiré dondequiera que vaya”. Lo dijo justo antes de la vista de apelación ante el Tribunal Superior de Londres y así ha sido. Junto a su suegro, John Shipton, ha liderado una campaña global para evitar la extradición a EEUU de su marido, que se hubiera enfrentado a 175 años de cárcel. Ha recaudado fondos, ha unido a la lucha a políticos, renombrados artistas e incluso a voluntarios que han dedicado años a la causa de Assange. Ha acudido a manifestaciones, ha acudido a conferencias y ha recorrido cientos de miles de kilómetros. Ha sido la abanderada de la lucha por la libertad de prensa que defendió el fundador de Wikileaks, y ni siquiera ahora que su reencuentro sin límites está más cerca cesa en su empeño.

Stella

Stella Assange, la abogada y mujer de Julian Assange, con una bolsa a favor de su liberación

“El hecho de que haya una declaración de culpabilidad, en virtud de la Ley de Espionaje en relación con la obtención y divulgación de información de Defensa Nacional, es obviamente una preocupación muy seria para los periodistas y los periodistas de seguridad nacional en general”, ha afirmado este martes. Por eso, ha confirmado a Reuters que solicitarán el indulto, porque la aceptación de culpabilidad por un cargo de espionaje es un motivo de “preocupación muy seria” para los periodistas de todo el mundo. También ha declarado que pondrán en marcha una campaña de recaudación de fondos, ya que el vuelo de Londres a Saipán para la vista judicial y luego a Australia costará alrededor de medio millón de dólares estadounidenses.

El argumento de la salud

El delicado estado de salud de Assange, que llegó a sufrir un pequeño derrame cerebral en 2021, ha sido uno de los argumentos que más han impulsado la causa de Stella en los últimos años. La abogada siempre ha mantenido que la extradición a EEUU de su marido hubiera sido fatal. Gracias a la presión que ha ejercido, especialmente al Parlamento australiano, Stella ha conseguido unir fuerzas para que el primer ministro del país, Anthony Albanese, impulsara la potencial liberación de Assange frente a su homólogo estadounidense, Joe Biden. La estrategia, que impacientó a los seguidores del periodista, ha sido tildada de diplomacia silenciosa, y a no ser que cambien los acontecimientos, ha surtido efecto.

Stella dijo un día que su marido estaba deseando enseñar su Australia natal a sus hijos. Falta la firma de un juez de Saipán para que finalmente su sueño se haga realidad.

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