Es la sombra de la primera ministra Giorgia Meloni. Donde está ella, está Patrizia Scurti, su asistente personal desde hace más de 15 años y la persona que conoce todos los movimientos de la líder italiana y que intuye hasta lo que está pensando. Omnipresente, su aspecto físico bastante similar a la ‘premier’ italiana, con una media melena rubia, hizo que el primer ministro de Líbano Najib Mikati, en una visita oficial en marzo de este año, la confundiese con la líder italiana.
La escena, casi cómica, da fe de que son casi dos figuras inseparables. Al otro lado su hermana, Arianna Meloni, que junto a su hija Ginevra no solo es la persona más importante de su vida, como escribió en su autobiografía publicada en 2021 ‘Io sono Giorgia’ (Yo soy Giorgia), sino que tiene también un papel fundamental en el organigrama de Hermanos de Italia, encargándose de la secretaría política del partido. Y es, seguramente, la persona de la que más se ha fiado ahora y siempre.
Salpicada por un escándalo
Según han relatado las reconstrucciones de la prensa italiana de las últimas semanas, el episodio que ha visto envuelto al, ahora, exministro de Cultura, Gennaro Sangiuliano, en un supuesto caso de uso indebido de fondos públicos, ha generado una gran desconfianza sobre su entorno a Meloni. La historia, que tenía en el centro a una mujer, María Rosaria Boccia, que había conseguido una asesoría del ministerio de Cultura, luego retirada por Sangiuliano con una historia sentimental por el medio, terminó con la dimisión de un hombre que la primera ministra había defendido hasta la saciedad. Pero los atropellos entre las filas de su clase política no han sido casos aislados. La ministra de Turismo Daniela Santanchè lleva meses en el centro del huracán por varias investigaciones por fraude. Giorgia Meloni, por su parte, cierra aún más su círculo “mágico” más cercano. Algunas de las personas por las que ha puesto la mano en el fuego la han hecho quemarse.
Es ahí donde estas dos figuras femeninas adquieren aún más importancia, si cabe. La inseparable Arianna Meloni ha estado siempre ahí, también ella fue militante de la política postfascista y comparte una inquebrantable ideología conservadora, aunque es de carácter más reservado. El carisma de la hermana Giorgia sobresalió muy pronto.
A “Ari” es a la única que siente la necesidad de llamar al menos una vez al día, la que más la tranquiliza y la que define en su autobiografía como “la mejor persona que he conocido”. La primera ministra italiana se define como “una verdadera capricornio” que pasó su infancia y su juventud casi siempre y solo con su hermana, un espacio que llenó solo la militancia política donde Arianna también estaba. Dos hechos inseparables que aún unen hoy lo personal, mejor dicho lo familiar, y lo institucional.
Un hombre (temporalmente) en la burbuja femenina
En su círculo ha estado también siempre el actual ministro de Agricultura, Francesco Lollobrigida, militante histórico de Hermanos de Italia y marido hasta hace pocas semanas de Arianna Meloni. Muchos vincularon su cargo a su lazo familiar, pero antes de que ocurriera la primera ministra ya se había excusado justificando sus grandes cualidades políticas. La separación de la hermana de Italia y de Lollobrigida este verano elimina quizás uno de los únicos hombres capaces hasta ahora de penetrar en la burbuja femenina en la que se protege Giorgia Meloni, cada vez más reducida.
Para entender que lo personal es político en esta líder, explica a Artículo14, la politóloga Cecilia Emma Sottilotta, tenemos que echar la vista atrás y mirar la historia de su partido. “Meloni repite habitualmente esta frase: ‘Estamos haciendo historia’. Es importante para entender el fenómeno profundamente preguntarse… ¿Qué historia? Yo no creo que estén haciendo historia en el país, en Italia, sino en esa parte política de una derecha -más radical- que hasta ahora había estado marginada por haber sido heredera del fascismo y que ha conseguido entrar en el poder gracias a ella”, explica. Es importante entender, añade, que si partes de un lugar de la política muy marginal, donde te has diferenciado precisamente por eso, se crea una especie de victimismo, de distancia con el “establishment”.
Meloni nunca baja la guardia
Es por eso que Giorgia Meloni se definió en su primer discurso como presidenta del Consejo de Ministros como una ‘underdog’, un perfil poco habitual en la política italiana, que ofrecía algo nuevo y con lo que muchas otras mujeres podían empatizar. Una persona que parte como el último entre los favoritos, pero que consigue llegar ahí. Pero su gran capacidad política, que todos reconocen, y que Cecilia Emma Sottilotta confirma, no ha evitado una característica que puede ser crucial para el desarrollo de lo que queda de legislatura: el escepticismo. Giorgia Meloni, como confiesa en su libro y demuestra con su estilo, no baja nunca la guardia, mucho menos con los periodistas, es, en general, desconfiada. Es ahí donde, y los cronistas parlamentarios en Italia lo saben, Patrizia Scurti juega también un importante trabajo de filtro.
“Por esta razón por la cual, en mi opinión, Giorgia Meloni, eligiendo entre preparación y lealtad, ha preferido rodearse de gente fiel. El caso Sangiuliano lo demuestra”, añade Sottilotta. Eso ha generado una clase política habitualmente criticada en Italia y en el extranjero que ha ido modelando un Gobierno cada vez más personalista y una líder, Giorgia Meloni, que aguanta, hasta ahora así ha sido, los desplantes y salidas de tono de algunos de sus dirigentes más preciados. Pero las anécdotas no han sido pocas y el desgaste puede ser crucial para entender este momento de su Gobierno. De hecho, como recuerda Sottilotta, hace solo unos días se filtró a la prensa que la primera ministra habría echado de la zona de su despacho a varios policías que estaban trabajando. Se fía solo, apuntan las reconstrucciones, de su equipo más íntimo de escoltas que, vaya casualidad, dirige el marido de la única e inigualable Patria Scurti.