El “teléfono rojo” de Donald Trump echa humo. En los últimos días, ha vuelto a contactar telefónicamente con los líderes de Ucrania y Rusia, Volodimir Zelenski y Vladimir Putin, en un intento desesperado de zanjar cuanto antes la tregua inicial de 30 días. El presidente norteamericano aspira a frenar los ataques mutuos, y así allanar el terreno para una tregua duradera, que acorde a los férreos posicionamientos de las partes enfrentadas, no parece que llegará pronto, pese a la buena voluntad mostrada en los contactos por teléfono.
En el otro gran frente bélico abierto, Benjamin Netanyahu ordenó reanudar los bombardeos aéreos en la Franja de Gaza, alegando que Hamás no aceptó las propuestas de los mediadores para liberar a rehenes israelíes. Los ataques por aire costaron más de 400 víctimas mortales, y la incógnita es si el ejército israelí también volverá a invadir la franja con fuerzas terrestres.
Normalización Israel-Arabia Saudí
Volver a la guerra no solamente pone en riesgo las vidas de los gazatíes y los 59 rehenes israelíes que siguen cautivos en Gaza. También aleja el sueño de Trump: una normalización de relaciones entre Israel y Arabia Saudí, que abriría una nueva era en Oriente Medio, con nuevas vías de negocio para el inquilino de la Casa Blanca y su entorno de magnates empresariales. Para Riad, frenar la guerra en Gaza y encaminar una solución diplomática al conflicto palestinoisraelí es una condición ineludible para formalizar relaciones con el estado judío.
Donald Trump sueña con el Nobel de la Paz, pero algunas de sus acciones protagonizadas durante sus dos primeros meses en el poder no hacen presagiar que obtendrá el galardón. Destaca su sonado encontronazo con Zelenski en el despacho oval, donde acusó al líder ucraniano de abrir las puertas a una “tercera guerra mundial”. El video creado con Inteligencia Artificial, en que Trump presumía de haber tomado el control de Gaza y de convertirla en la “Riviera del Mediterráneo”, también generó controversia. Sus amenazas de anexión sobre territorios vecinos y lejanos, como Canadá, Groenlandia o el Canal de Panamá, no contribuyeron a rebajar las tensiones globales.
Acercamiento a Putin
En el frente ruso, Trump busca apaciguar a Putin. En el pasado, ya alabó la figura del dirigente ruso, y al retomar el poder, aplicó un giro drástico de la política estadounidense respecto a Ucrania. Votó junto a Rusia en la ONU, cortó en seco la ayuda militar a Kiev, e insinuó que un acuerdo de paz debía considerar las demandas del país invasor, incluida la posible anexión de territorios ocupados durante los tres años de guerra.
El martes, Putin y Trump acordaron por teléfono frenar temporalmente los bombardeos rusos sobre infraestructuras energéticas ucranianas, una concesión alejada de la demanda formulada en la propuesta de tregua de 30 días que busca Washington, y que incluye el cese de todas las hostilidades por mar y aire. Durante las dos horas de charla telefónica, Putin insistió en una condición irrenunciable: no restaurar la ayuda militar a Kiev. Una demanda que no parece coincidir con el postulado de Zelenski, que reclama “garantías de seguridad” ante el temor de que Rusia viole la tregua y golpee más fuerte, aprovechando la debilidad militar ucraniana.
Control de plantas nucleares
Desde el Kremlin, Putin dijo que la propuesta de tregua “es ideal y la apoyamos definitivamente”, y Zelenski consideró ayer como “muy positiva” la última charla con el dirigente estadounidense. No obstante, quedó sin resolver la afirmación de Trump sobre “dividir ciertas propiedades”, en referencia a plantas energéticas ucranianas que podrían quedar bajo dominio ruso. Los focos se centran sobre la central nuclear de Zaporizhzhia, que todavía yace bajo control ruso. Por otra parte, Zelenski perdió la carta de los territorios rusos capturados en la región de Kursk, lo que le permitía cierto margen de maniobra en las negociaciones.
“El infierno en Gaza”
En Gaza, las recurrentes amenazas de Trump sobre Hamás, a quien aseguró que “pagarían con el infierno” si no liberan a todos los rehenes israelíes en una sola tanda, no parece surgir efecto. Con la estancación del conflicto, Netanyahu optó por reanudar la ofensiva -en coordinación con la Casa Blanca-, y aseguró que a partir de ahora las negociaciones se llevarán a cabo “bajo fuego”. El grupo islamista, muy debilitado militarmente, todavía no respondió a los ataques israelíes.
La posición israelí en las negociaciones cuenta con pleno apoyo de la administración Trump, que también levantó el veto sobre el envío de armamento pesado al ejercito hebreo. Washington tampoco se opuso al corte en la entrada de ayuda humanitaria a la franja, así como el parón en la electricidad que alimenta la única planta desalinizadora en la franja. Como consecuencia, los civiles gazatíes seguirán sufriendo penurias en una franja devastada, donde Hamás evita rendirse, y apura la carta de los rehenes como último recurso para mantenerse en el poder.
Bombardeos en Yemen
En otro frente abierto en Oriente Medio, Trump ordenó bombardear objetivos de los rebeldes hutíes en Yemen, que desde el 7 de octubre de 2023 boicotean el tráfico marítimo en el Golfo Pérsico y dispararon misiles y drones contra Israel. El ataque también fue un aviso al régimen de los ayatolás de Irán, potencia que financia y arma a las milicias hutíes. La vuelta a la guerra en Gaza supuso un revés para las ambiciones pacifistas de Trump.