Los líderes europeos tenían poco que celebrar cuando se han visto las caras este jueves en Budapest, apenas un día después de la victoria de Donald Trump en Estados Unidos. Se trata de una cumbre organizada por Viktor Orbán, primer ministro de Hungría y uno de los aliados más cercanos a Trump en el continente europeo. La reunión, con un tono mucho más sombrío que si hubiera ganado la demócrata Kamala Harris, se centró en torno a una pregunta clave: ¿Puede – y debe – la UE seguir dependiendo de Estados Unidos?
Ya desde su llegada, los líderes europeos dejaron clara la necesidad de reforzar la independencia del bloque frente a los desafíos globales. Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, afirmó que aunque “queremos profundizar nuestros vínculos con Estados Unidos”, la Unión Europea debe ser “más dueña de nuestro destino, más influyente y reforzar nuestra base económica para actuar como un socio respetado”. Su postura refleja la creciente preocupación de los dirigentes europeos por una posible disminución del apoyo de EE.UU. en áreas clave como la seguridad y la defensa bajo el gobierno de Trump.
Su victoria también genera muchísima incertidumbre respecto al futuro de la ayuda estadounidense a Ucrania, un tema que es crítico para los europeos. Varios líderes, como el primer ministro estonio, Kristen Michal, advirtieron que Europa “debería hacer todo” para garantizar que Ucrania pueda implementar su plan de victoria, señalando que apoyar a Ucrania “tanto tiempo y tanto como sea necesario” es fundamental para la estabilidad del continente.
Europa a solas
El presidente francés Emmanuel Macron instó a la UE a convertirse en una potencia geopolítica independiente y capaz de defender sus propios intereses sin depender de otras naciones. “Donald Trump ha sido elegido por el pueblo americano y va a defender los intereses de los americanos. Es0 es legítimo y bueno. Pero la pregunta es: ¿estamos nosotros listos para defender los intereses de los europeos?”, planteó Macron, subrayando que Europa enfrenta un momento “decisivo” en su historia.
También la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, insistió en que la Unión Europea debe reducir sus “dependencias excesivas” y trabajar en un plan de competitividad, digitalización y descarbonización propio. Al respecto, señaló que la “experiencia de los últimos años ha sido muy clara para los europeos: si tenemos retos, ningún Estado miembro es capaz de gestionarlos por sí solo, pero mantenernos juntos como Unión Europea nos da mucho poder”. Y el primer ministro belga, Alexander De Croo, resaltó la necesidad de un “diálogo abierto” con el presidente electo Trump, pero subrayó que Europa no debe “externalizar” su seguridad. “Europa tiene que hacer más por su propia defensa y por su propia seguridad”, añadió el finlandés Petteri Orpo, indicando que se debe enviar un mensaje claro a Washington de que la UE seguirá apoyando a Ucrania.
Pero luego está Orbán, que es un firme defensor de Trump y que mantiene una alianza bastante amigable con el ruso Vladimir Putin. Desde su cumbre, enfatizó la importancia de la cooperación con EE.UU. — pero desde una posición de fortaleza europea. Al inaugurar la reunión, el primer ministro húngaro advirtió que “la guerra de Ucrania, la situación económica y la inmigración ponen en peligro las bases de la Unión Europea”, y pidió a los presentes analizar si pueden “encontrar respuestas conjuntas” y si “se pueden identificar terrenos en los que se podrá actuar conjuntamente”.
Problemas para la UE
En paralelo, la cumbre también sirvió para comentar el impacto económico que tendría una posible guerra comercial con Estados Unidos. Algunos líderes europeos temen que las políticas de Trump, como la imposición de aranceles a productos extranjeros, afecten gravemente a la economía exportadora europea. Esto, sumado a las crecientes tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, podría inundar el mercado europeo de productos chinos baratos, desestabilizando aún más la competencia en la región.
En vista de esta oscura posibilidad, el primer ministro luxemburgués, Luc Frieden, llamó a una “fuerte respuesta colectiva europea”, destacando que los Veintisiete necesitan tener “un diálogo intenso” con Estados Unidos para entender las intenciones de Trump. Mientras tanto, Karl Nehammer de Austria pidió paciencia y espera para ver los “primeros pasos” de la nueva administración.
Otro tema de fuerte preocupación es, por supuesto, la defensa conjunta de Europa, un área que algunos líderes creen que debe fortalecerse ante la posible falta de apoyo de Trump en la OTAN. Von der Leyen insistió en la importancia de “impulsar nuestras capacidades e inversiones en defensa” para asegurar que Europa esté preparada para cualquier desafío futuro.
También el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, intervino en la reunión para recordar la contribución de Trump a la alianza en el pasado, pero advirtió sobre los nuevos desafíos que enfrenta Europa, especialmente en vista de la cooperación entre Rusia y Corea del Norte. Según Stoltenberg, “lo que vemos cada vez más es que Corea del Norte, Irán, China y, por supuesto, Rusia están colaborando, trabajando juntos contra Ucrania”. En vista de lo cual Macron volvió a recalcar que Europa debe actuar sin “transatlantismo ingenuo” ni “nacionalismo estrecho” e insistió en que debe desarrollar su competitividad y fortalecer su modelo de “democracia liberal abierta”, porque el continente tiene un potencial geopolítico que podría ser clave en los próximos años.
La cumbre concluirá con la creación de un “Nuevo Acuerdo de Competitividad Europea” basado en las recomendaciones de Mario Draghi, quien estuvo presente junto a la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde. Esta propuesta pretende reforzar la autonomía europea en el ámbito económico, preparándola para enfrentar los desafíos de un mundo cada vez más incierto.