En las aguas del Puget Sound, cerca del estado de Washington, un suceso conmovedor ha vuelto a capturar la atención del mundo. Tahlequah, una orca conocida también como J35, ha sido vista transportando el cuerpo de su cría recién nacida muerta, repitiendo un comportamiento que conmocionó a investigadores y espectadores en 2018. La triste historia de la orca vuelve a recordarnos las profundas emociones y los desafíos que enfrenta esta especie en peligro crítico de extinción.
Tahlequah ya había protagonizado una escena similar hace cinco años, cuando nadó más de 1.000 millas cargando el cuerpo de su cría muerta durante 17 días. En esta ocasión, los investigadores han confirmado que su nuevo cachorro, conocido como J61, ha fallecido poco después de nacer. La triste historia de la orca subraya el papel crucial de las madres en esta especie, no solo en la supervivencia de sus crías, sino también en la perpetuación de una población que está al borde del colapso.
La cría perdida de Tahlequah y su importancia
J61 no era solo una cría cualquiera. Era una hembra que, de haber sobrevivido, podría haber contribuido significativamente al crecimiento de la población de orcas residentes del sur. Esta comunidad, formada por apenas 73 individuos, enfrenta enormes obstáculos para su supervivencia. La triste historia de la orca se enmarca en un ecosistema en crisis, donde la disminución de presas como el salmón chinook y el impacto de la actividad humana están llevando a estas criaturas al borde de la extinción.
El fallecimiento de J61 representa el segundo cachorro perdido por Tahlequah. Su primer cachorro nació hace 14 años y aún está vivo, al igual que su tercer cachorro, nacido en 2020, que también se encuentra saludable. Sin embargo, esta madre ha tenido que soportar la pérdida de dos de sus cuatro crías documentadas, ambas hembras. La triste historia de la orca refleja no solo la fragilidad de esta especie, sino también la realidad emocional de estas criaturas, capaces de expresar dolor de una manera que resuena profundamente en los seres humanos.
Los expertos coinciden en que el estado crítico de las orcas residentes del sur es un síntoma de un ecosistema gravemente deteriorado. La disminución de su principal fuente de alimento, el salmón chinook, junto con la contaminación y el ruido generado por embarcaciones, ha creado un entorno hostil para estas orcas. La triste historia de la orca es un llamado de atención sobre las acciones necesarias para proteger no solo a esta especie, sino también al hábitat que comparten con otras criaturas marinas.