Después de que el lunes el primer ministro francés, Michel Barnier, utilizara el artículo 49.3 para aprobar el presupuesto de la Seguridad Social para 2025, la extrema izquierda (France Insoumise) y la extrema derecha (Rassemblement National) presentaron dos mociones de censura, que se votaron este miércoles por la tarde.
Ya conocíamos el resultado antes de la votación de la moción de censura. Con 331 diputados a favor de la moción, el Gobierno «Macron» de Michel Barnier termino cayendo.
De hecho, aliados con el objetivo de hacer caer al presidente Emmanuel Macron antes de 2027 (año de las próximas elecciones presidenciales), los dos extremos políticos, acompañados por los socialistas, han encontrado la ocasión de aumentar la presión sobre el Elíseo, cuyo inquilino se encuentra de nuevo en una nueva crisis política menos de seis meses después de la anterior, que le llevó a disolver la Asamblea Nacional. La base política del gobierno Barnier era demasiado débil para evitar un final tan rápido. Estaba condenado a ser el gobierno más breve de la historia de la V República Francesa. De las 56 mociones de censura presentadas hasta la fecha en la V República, sólo una fue aprobada en 1962. Estaba dirigida contra el entonces premier, Georges Pompidou, que fue reelegido directamente por el General de Gaulle.
Desde que se anunciaron los resultados de la votación en el hemiciclo, Barnier ya no es el jefe de Gobierno por derecho propio. La Constitución es muy clara al respecto: «Cuando la Asamblea Nacional adopte una moción de censura […], el primer ministro deberá presentar la dimisión del Gobierno al presidente de la República» (artículo 50).
Macron debería por tanto recibir cuanto antes a Barnier para presentarle su dimisión. Pero el segundo pilar del Ejecutivo no tendrá necesariamente que abandonar inmediatamente Matignon. Cuatro escenarios se abren ante el Jefe del Estado.
En primer lugar, Emmanuel Macron podría decidir imitar al general De Gaulle negándose a aceptar la dimisión de su jefe de Gobierno. Hasta ahora, sólo un Ejecutivo ha sido censurado bajo la V República, el de Pompidou el 5 de octubre de 1962 (la moción de censura fue aprobada por 280 votos de 480 diputados). Inmediatamente después, el “premier” presentó la dimisión de su Gobierno a Charles de Gaulle. Sin embargo, De Gaulle se niega y cuatro días más tarde disuelve la Asamblea. Los gaullistas se impusieron en las primeras elecciones legislativas, obteniendo la mayoría absoluta en el Palais-Bourbon, y De Gaulle volvió a nombrar a Pompidou para el puesto de Matignon.
Aunque ésta sigue siendo la única salida a una moción de censura, no deja de ser inconstitucional. El artículo 8 de la Constitución estipula que el presidente de la República debe «cesar» en sus funciones al primer ministro una vez que éste haya presentado la dimisión de su Gobierno. Además, Macron se encuentra en una situación muy alejada de la del general De Gaulle. No sólo no puede disolver la Asamblea antes de julio, puesto que ya la disolvió el verano pasado y la Constitución estipula un periodo mínimo de un año entre dos disoluciones. Pero, además, el jefe del Estado no tiene al electorado de su lado, mientras que De Gaulle estaba prácticamente seguro de que su bando ganaría las elecciones si convocaba a los franceses a las urnas.
Segunda opción de Macron: aceptar la dimisión de Barnier y volver a nombrarlo inmediatamente jefe de Gobierno. En sí, no hay ninguna disposición constitucional que lo impida. El presidente de la República hace lo que quiere cuando se trata de nombrar a un primer ministro. Si quiere volver a nombrar a Barnier en cuanto acepte su dimisión, es perfectamente libre de hacerlo. Sin embargo, el jefe del Estado correría el riesgo de dar la impresión de que ser sometido a la censura de la Asamblea.
Otra posibilidad es mantener a Barnier en el puesto durante un tiempo, confiándole la gestión de los asuntos corrientes y dejando que su relevo se demore. En julio, tras la dimisión de Gabriel Attal, el anterior primer ministro, el presidente se tomó su tiempo. Y pasaron 51 días hasta que se nombró a Michel Barnier.
El último escenario, que sería el preferido según el entorno del jefe del Estado, es que Macron nombre lo antes posible a otra persona para el cargo de primer ministro, que tome el relevo de Michel Barnier lo antes posible e intente que se apruebe un presupuesto antes de finales de año. Varios nombres parecen perfilarse ya. Entre los aliados y leales al presidente, se menciona regularmente al ministro de las Fuerzas Armadas, Sébastien Lecornu, así como al presidente del Movimiento, François Bayrou, y al diputado de Macron, Roland Lescure. En la derecha, se han mencionado los nombres del ministro del Interior, Bruno Retailleau, y del alcalde de Troyes, François Baroin.
Mientras tanto, la tragedia “corta” de Barnier parece convertirse en una tragedia larga –con incógnitas- para Francia y su credibilidad internacional, ya que Macron tendrá que esperar hasta el próximo verano para convocar nuevas elecciones legislativas. Para él, una dimisión presidencial es cosa de ciencia ficción. En política no hay milagros.