A medida que transcurre el juicio del caso Mazan, en Aviñón, se desvelan nuevos horrores. Cincuenta hombres están siendo acusados de violar a Gisèle Pelicot mientras estaba inconsciente, drogada por su marido Dominique a lo largo de diez años. El caso ha escandalizado a toda Francia y a muchos otros países por sus terribles implicaciones, como la de la última revelación: la ex pareja de uno de los acusados ha admitido que sospecha que también fue drogada y violada, igual que Gisèle, pero que nunca lo sabrá —y tendrá que vivir siempre con la duda. Se ha demostrado que al menos dos de los acusados imitaron los métodos de Dominique para someter a su esposa.
Durante su testimonio, Emilie O., de 33 años, declaró entre lágrimas: “No sé si fui violada. Es terrible, siempre tendré esa duda“.
Emilie fue pareja de Hugues M., uno de los presuntos violadores, y vivió con él durante cinco años. En su declaración, relató cómo duda de que su expareja haya reproducido el mismo procedimiento que Dominique Pelicot utilizaba con su esposa: drogarla con ansiolíticos y abusar de ella, o permitir que otros hombres lo hicieran, porque ha sentido algunos de los síntomas que también sufría Gisele. “Creo que fui manipulada y que viví en una mentira. Amaba mi vida”, continuó Emilie, “pero siempre me quedará la incertidumbre”.
Dudas y sospechas
Describió a su expareja como un hombre respetuoso y cariñoso con el que compartía una vida en apariencia tranquila. Sin embargo, en 2020, su relación terminó al descubrir múltiples infidelidades por parte de Hugues. Y en septiembre de 2021, Emilie recibió una llamada de la policía que cambió su vida nuevamente. Le informaron de que Hugues había intentado violar a una mujer en octubre de 2019, poco antes de su cumpleaños. “No lo podía creer. Estaba en shock. Pedí ver la foto y ahí me di cuenta de que no era una pesadilla”, explicó en el juzgado.
Uno de los recuerdos que más atormentan a Emilie fue de una noche de 2019, en la que despertó y descubrió que Hugues estaba iniciando relaciones sexuales con ella, violandola, mientras dormía. A lo largo de ese mismo período, entre septiembre de 2019 y marzo de 2020, sufrió episodios de vértigos, por los que decidió presentar una denuncia, sospechando que podía haber sido drogada. Sin embargo, las pruebas realizadas durante la investigación no trajeron resultados concluyentes y su denuncia fue archivada “por falta de pruebas materiales”.
Pero a pesar de la falta de pruebas, Emilie vive con la duda constante de haber sido víctima de sumisión química, el método utilizado por Dominique Pelicot para someter a su esposa. “Antes de todo esto, habría dicho que era imposible, pero ahora [tras el juicio] pienso que si lo es”, afirmó con angustia ante el tribunal.
Durante su testimonio, Emilie también habló de cómo su relación con Hugues parecía normal en su momento. Compartían una pasión por las motos y mantenían una vida sexual activa. Sin embargo, con el paso del tiempo, las conductas de Hugues comenzaron a levantar sospechas, especialmente por sus declaraciones acerca de “sentir pulsaciones” y la necesidad de buscar adrenalina en actividades como el motociclismo o sus relaciones sexuales.
No es la única
El caso de Emilie O. recuerda al de Caroline Darian, hija del matrimonio Pelicot, quien también sospecha haber sido drogada y posiblemente abusada por su padre. Aunque Dominique Pelicot niega las acusaciones, las fotos comprometedoras encontradas en su disco duro han hecho que Caroline también viva bajo la sombra de la duda, como relató durante el proceso. Y luego está Jean-Pierre M., uno de los violadores de Gisele, quien ya ha admitido haber imitado los métodos de Dominique – siguiendo sus instrucciones – para violar a su propia esposa drogada. Christian L., otro de los acusados, habría intentado negociar con una madre local para sedar y violar a la hija de ésta, de 15 años, de la misma manera; y Cedric G. proyectaba drogar a su propia mujer para llevársela a Dominique Pelicot y que éste la violase.
Todos estos detalles muestran que el de Gisele no es caso aislado, sino un patrón sistemático de abuso que involucra a numerosos individuos, algunos de los cuales participaron activamente en los crímenes, mientras que otros, como Emilie O., viven con la duda de haber sido también víctimas indirectas del mismo esquema.