La bala que lo cambió todo

 Siete días después del atentado fallido contra el expresidente, el país sigue a la espera de respuestas y de aclarar su futuro

Butler (Estados Unidos), 13/07/2024.- El expresidente estadounidense Donald Trump es sacado del escenario por el servicio secreto después de un incidente durante un mitin de campaña en el Butler Farm Show Inc. en Butler, Pensilvania, EE.UU., 13 de julio de 2024 EFE/EPA/DAVID MAXWELL

Cuando el sábado 13 de julio se subió al estrado para dirigirse a los fieles congregados en un mitin en Butler, Pensilvania, Donald Trump no sospechaba que estaba a punto de salvar la vida por centímetros. Cuando minutos después, atravesó su oreja la bala disparada por un veinteañero desconocido llamado Thomas Matthew Crooks, que cayó abatido por francotiradores del Servicio Secreto, estaba un paso más cerca de la presidencia de Estados Unidos.

Así de vertiginosa es la secuencia. Solo un instante y unos centímetros de giro de cabeza lo salvaron de una muerte inesperada. Su reacción, con el puño en alto y animando a sus seguidores a luchar mientras su escolta lo evacuaba, han fortalecido su figura y su candidatura.

Para Trump y para todo el país esta ha sido una semana frenética e inquietante. El expresidente se salvó por los pelos y recibió de inmediato mensajes de solidaridad de todo el espectro político, incluido el presidente Joe Biden, que lo llamó para interesarse por él.

El impacto del magnicidio frustrado aparcó por unas horas la riña política a la espera de conocer los resultados de la investigación y los motivos que llevaron a un joven del que nadie parece saber casi nada a intentar, y casi lograr, el que hubiera sido el quinto asesinato de un presidente de Estados Unidos. Pero pasan los días, las incógnitas continúan y las críticas al Servicio Secreto arrecian. ¿Cómo pudo un francotirador ubicarse en el techo de un edificio desde el que podía disparar a placer contra Trump? ¿Por qué se permitió al expresidente iniciar su mitin cuando el público ya había alertado a la Policía de que había un hombre armado en el lugar?

Cuando el director del FBI, Christopher A. Wray, declaró ante el Congreso que Crooks ya había sido identificado como sospechoso más de una hora antes de que comenzara el mitin por su comportamiento errático, la indignación de los republicanos resultó incontenible y pidieron en tromba la dimisión de Kimberly Cheatle, la directora del Servicio Secreto, el cuerpo de seguridad que tiene como única misión proteger a los presidentes.

Si la investigación no ha avanzado, la rueda de la política volvió a girar a las pocas horas del atentado. El lunes arrancó en Milwaukee la Convención Nacional Republicana y lo hizo en un ambiente aún más enardecido y triunfalista por la alegría de que Trump hubiera sobrevivido. El expresidente reapareció con una venda en una oreja y contó que se había salvado “porque tenía a Dios de mi lado”. La venda se ha convertido en un icono de resistencia y muchos republicanos se colocaron una en solidaridad con Trump, que ha aprovechado el intento de asesinato para dotarse de un perfil más humano y menos antipático.

Ya el lunes, un Trump cuya ventaja sobre Biden en las encuestas se ensanchaba, aunque moderadamente, anunciaba que el senador por Ohio J. D. Vance, era el elegido para compartir ticket electoral con él como candidato a la vicepresidencia. Vance, de 40 años, es visto como una apuesta para atraer a los votantes más jóvenes, poco conectados con Trump, de 78, y Biden, de 81, así como para arañar votos en los estados rurales del medio oeste, que pueden ser claves en la elección de noviembre.

Entretanto, el bando demócrata sigue siendo una jaula de grillos. Con cada vez más congresistas reclamando, ya públicamente, a Biden que retire su candidatura para dejar paso a un líder más joven y con más opciones frente a Trump, el presidente insiste en que el candidato es él.

Una de las que más activamente está intentando que Biden claudique es, según los medios estadounidenses, la congresista por California Nancy Pelosi, otra veterana (84 años) con gran influencia en el partido que teme quedarse sin su asiento en el Congreso, arrastrada por la caída de la popularidad de Biden.

Y si su rival Trump comenzó la semana viendo su candidatura reforzada por su aparente gallardía en el atentado, Biden ha tenido una semana llena de contratiempos. El miércoles, fue diagnosticado con covid tras un acto en Las Vegas, lo que le obligó a aislarse en su casa de descanso en Delaware. La noticia no podía ser más inoportuna. Mientras Trump reaparecía en plena forma en Milwaukee, aclamado como el líder aguerrido que no se amilana ni ante las balas que lo habían herido solo unas horas antes, Biden debía suspender su agenda pública y sus actos de campaña precisamente cuando intentaba convencer al electorado de que sigue estando en plenas condiciones para dirigir el país. Pocos contrastes hay más dañinos para alguien a quien una amplia mayoría de los encuestados en los diferentes sondeos ven como demasiado viejo para el cargo de presidente y que no logra sacudirse la imagen de senilidad que dejó su debate contra Trump del 27 de junio.

Para colmo, el The Washington Post publicaba el jueves que el expresidente Barack Obama, sin duda el demócrata más influyente, había contado en conversaciones privadas que Biden debía reconsiderar su candidatura ante sus cada vez menores posibilidades frente a Trump. Horas después, el The New York Times contó que el presidente empezaba a aceptar la idea de que finalmente no podrá ser el candidato.

Como él sigue aislado por el virus, fueron los miembros de su equipo los que salieron en los medios a repetir que Biden está en la carrera “hasta el final”. Con la Convención Demócrata prevista en Chicago para el 19 de agosto, el partido tiene cada vez menos tiempo para salir del laberinto en el que está metido.

Mientras en Milwaukee, Trump daba el jueves su discurso oficial de aceptación como candidato republicano y repetía a un público entregado su vieja promesa de “hacer a América grande de nuevo”. En medio del desorden en que se ha instalado la política estadounidense, la suya es una nave que marcha por ahora a toda vela hacia el objetivo de recuperar la Casa Blanca.

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