Tribuna

Las elecciones más nocivas desde la II Guerra Mundial

El objetivo de Macron era jugar con el miedo a que la extrema derecha obtuviera la mayoría en el gobierno, con vistas a reforzar el apoyo vacilante a su bando en las urnas. No ha funcionado en esta primera vuelta

Francia

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, en su colegio electoral Efe

Los sondeos franceses y las encuestas extranjeras parecen dar la victoria legislativa al partido de extrema derecha Rassemblement National (RN), cuya presidenta es Marine Le Pen y cuyo candidato a la presidencia del Gobierno es Jordan Bardella.

Al término de las dos vueltas de las elecciones legislativas anticipadas, este 30-J y el 7 de julio, es probable que el presidente Macron tenga que “cohabitar” con un gobierno de extrema derecha. Disolvió la Asamblea Nacional al día siguiente de que el resultado de las elecciones europeas convirtiera al RN en el primer partido de Francia. Su objetivo era jugar con el miedo de una parte de la población a que la extrema derecha obtuviera la mayoría en el gobierno, con vistas a reforzar el apoyo vacilante a su bando en las urnas. Ahora bien, a fuerza de provocar miedo, todos los partidos políticos han generado una especie de apatía, cuando no simpatía e incluso apoyo -de la izquierda o de la extrema izquierda- a la RN. Por tanto, es posible que la extrema derecha forme la mayoría parlamentaria en la Asamblea y nombre a los ministros y al primer ministro.

La “cohabitación”

Si esto ocurre, la convivencia será extremadamente tensa. Los poderes del presidente quedan muy reducidos, en favor del primer ministro. Las tres cohabitaciones anteriores tuvieron lugar en el marco de una alternancia clásica derecha-izquierda. Pero esta vez, Macron y Bardella tienen líneas políticas más divergentes. Estas diferencias son especialmente pronunciadas en materia de política exterior, y en particular sobre la cuestión de Ucrania, que la RN se resiste a apoyar por temor a perjudicar sus relaciones e inversiones en Rusia.

Ya con 29 cargos electos, sin necesidad de segunda vuelta y con 172 en cabeza, el 7 de julio, la RN obtendrá sin duda suficientes escaños para poner sobre la mesa una parte más o menos importante de su programa que, a pesar de una campaña de desdemonización de la RN (abandono de su padre fundador, Jean-Marie Le Pen, cambio de nombre del partido, abandono de la idea de salir del euro y de la Unión Europea), refleja ideas marcadamente a la derecha de la derecha. Además de la inmigración y la seguridad, las políticas económicas de la RN también forman parte de una “profundización de la derecha”.

Temor al retroceso

Lo que hay que temer son retrocesos considerables en materia de libertades públicas, libertad de prensa y cultura. En términos más generales, la visión de la democracia que tiene RN se acerca a la de las “democracias iliberales” –una mezcla de democracia y poder fuerte, “democratura”– que existen en Italia, Hungría, India y Turquía. En estos países, la defensa del medio ambiente, los derechos de los inmigrantes, las minorías y los derechos de la mujer están amenazados.

Sin embargo, en caso de cohabitación, algunas instituciones pueden servir de contrapeso. Por ejemplo, el Presidente de la República gestiona las relaciones internacionales de Francia. Puede disolver la Asamblea. Además, el Consejo Constitucional -el equivalente del Tribunal Constitucional español-, encargado de velar por la conformidad de las leyes con la Constitución, estaría en condiciones de invalidar algunos de los proyectos de ley presentados por un gobierno de extrema derecha y de moderar sus excesos.

Sin embargo, no hay que hacerse ilusiones, porque Los Lepen y Bardella van a arremeter duramente contra los contrapesos. En este punto, la extrema derecha se une a la extrema izquierda de Mélenchon y los “Insoumis”. Este fenómeno puede observarse en otros lugares, además de Francia, sobre todo en España, con la idea del control político del Consejo del Poder Judicial y de los medios de comunicación, por ejemplo.

Un cambio de paradigma

Más allá de sus instituciones políticas, Francia está experimentando un cambio de humor entre la población. Ya estamos viendo una serie de manifestaciones hostiles contra la RN y otras más pequeñas contra la extrema izquierda. Si el partido de Le Pen gana en la segunda vuelta, la elección de un gobierno de este tipo liberará a un montón de gente que actualmente está obligada a comportarse y a no hacer nada, pero que ha advertido que el día que la extrema derecha llegue al poder, habrá una “revolución”. Los ataques racistas, homófobos y transfóbicos ya están aumentando en Francia.

La disolución de la Asamblea Nacional era la última carta de Macron para mejorar su estatura y dejar el poder con la cabeza bien alta en 2027. De momento, su táctica no ha dado los resultados esperados. A petición de los dirigentes de su partido, que consideran perjudicial su cháchara, ha prometido no hacer campaña. Sin embargo, sigue inundando el panorama político con sus comentarios, más o menos bien informados. El último habla de un riesgo de “guerra civil” en caso de victoria de “los extremos”. En realidad, estas elecciones podrían ser las más destructivas desde la Segunda Guerra Mundial, poniendo en peligro la estabilidad interna de Francia, así como su posición internacional.

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