La princesa de Gales ha completado el círculo de su retorno gradual a la vida pública tras el tratamiento de quimioterapia al que se ha tenido que someter este año, con un protagonismo especial en el acto más significativo desde que retomase sus tareas oficiales. Hasta ahora, Kate Middleton actuaba más como convidada, lo relevante era su mera presencia, y en las contadas ocasiones en las que asumía un rol más activo elegía eventos próximos a sus intereses, en los que deseaba estar más a título personal que como esposa del heredero al trono británico y futura reina consorte.
Este martes, sin embargo, ha sido una de las encargadas de actuar como anfitriona del emir de Qatar y de la primera de sus tres mujeres, de visita de Estado en Reino Unido, la última para la que se empleará el Palacio de Buckingham al menos hasta 2027, debido a los trabajos de renovación que están a punto de comenzar en las estancias reales del edificio al que el marido de Isabel II solía referirse como ‘la oficina’.
Regreso a la normalidad
La presencia de la princesa en el arranque formal del programa no ha sido fortuita y aspira al reforzar el mensaje de relativo regreso a la normalidad que la Casa Real quiere transmitir tras un año convulso en el que dos de las figuras más destacadas de la familia, además de la princesa, el rey, han sido diagnosticadas de cáncer. Como habitualmente, la factoría Windsor ha querido que sean los gestos, no las palabras, las que descodifiquen la información y si hacía falta un recordatorio del desasosiego de este 2024, la ausencia de la reina en el inicio de la visita se ha encargado de facilitarlo.
Hace semanas que Camila ha tenido que reducir agenda por una infección de pecho que ella misma ha descrito este martes como un tipo de neumonía. Los efectos sobre su salud han obligado a seleccionar cuidadosamente los actos en los que podría estar durante la visita qatarí, un ejercicio acometido también con Kate Middleton. Ataviada con un abrigo de Sarah Burton para Alexander McQueen, la diseñadora encargada de su vestido de novia en 2011, íntegramente de granate, en un guiño a la bandera qatarí, y con joyas que pertenecieron a Isabel II, su implicación activa en la bienvenida al jeque Tamim bin Hamad Althani y Sheikha Jawaher lanza un mensaje de confianza, pero en el Palacio de Kensington, su oficina de representación, mantienen la cautela.
Sin banquete de Estado para Camila
Aunque ha participado en más aspectos del programa que los inicialmente previstos, ha descartado el banquete de Estado en Buckingham, una ocasión a la que no solía faltar, si bien los mandarines palaciegos se las han arreglado para combinar los esfuerzos de las dos mujeres de referencia de la Casa Real y, donde falta Kate Middleton, aparece Camila y viceversa. Esta eficiencia de recursos, mejorada forzosamente gracias a la precipitación de acontecimientos este año, ha contribuido a normalizar la llegada de la princesa en coche oficial junto a Sheikha Jawaher, una imagen que casi invitaba a ignorar, temporalmente, lo que ella misma ha descrito como el período más difícil de su vida.
Great to welcome the Emir of Qatar, His Highness Sheikh @TamimBinHamad Al Thani and Her Highness Sheikha Jawaher bint Hamad bin Suhaim Al Thani to the UK today 🇶🇦🇬🇧 pic.twitter.com/RGFbbn0hI0
— The Prince and Princess of Wales (@KensingtonRoyal) December 3, 2024
Con aspecto saludable y una palpable complicidad con su marido, Guillermo, con quien llegó incluso a tomarse de la mano (algo extremadamente inusual en su proyección pública previa al cáncer), la operación retorno quedó satisfactoriamente completada con el posterior desfile en carroza por la gran avenida de The Mall, que desemboca en Buckingham, y el almuerzo privado que junto a su esposo, los reyes y otros miembros destacados de la familia mantuvo con los invitados de honor, a quienes acompañó también a un visionado de algunos de los artefactos de la llamada Colección Real (Royal Collection, en inglés) del palacio.
Con la mente en el concierto de Navidad
La visita, no obstante, era delicada: en Londres estaban convocadas movilizaciones por la alfombra roja desplegada a la máxima autoridad de Qatar, como protesta por el pobre historial del país en materia de derechos de las mujeres, o de trato al colectivo LGTB. La Familia Real se ha mantenido al margen, como marca la casa, aprovechando que las visitas de Estado surgen por iniciativa del Ministerio de Exteriores, que considera la monarquía y su capacidad para agasajar con pompa y boato un activo en la ofensiva de ‘diplomacia suave’.
En ese sentido, Buckingham puede considerar la del emir de Qatar misión cumplida, si bien es probable que, pese a la relevancia, para la princesa de Gales no fuera siquiera la cita más importante de la semana. Si algo llevaba meses marcado en rojo en su calendario, incluso en los inciertos meses de quimioterapia, era el concierto de Navidad que, una vez más, organiza en la Abadía de Westminster y que se emitirá en televisión en Nochebuena. Se trata de un acontecimiento en el que, desde hace años, mantiene una implicación activa: es su evento y dado lo que 2024 le tenía reservado, el de este viernes será, previsiblemente, el más especial para ella.