Si de perseverancia se trata, Karina Ruiz tiene para hacer dulce. Nacida en Tlanepantla, un suburbio aledaño a la capital de México en 1985, sus padres se la llevaron a cruzar la frontera cuando era adolescente y desde entonces su tesón se volvió una cultura que la llevó a convertirse desde este mes en la primera senadora migrantes en el país que la vio nacer.
Sin documentos en Estados Unidos, los oficiales de migración detuvieron a sus padres y a ella catorce veces en medio del desierto, el mismo número de veces que insistieron hasta que se instalaron en Fénix, Arizona donde hicieron su vida a contracorriente: su familia quedó dividida.
“Yo fui la hija pilón, nací 11 años después de mi hermano más joven, fuimos cinco, dos hombres y tres mujeres, la mayor se fue primero, mis padres me llevaron con ellos y, el resto se quedó”, cuenta en entrevista con Artículo14.
Hoy por la mañana me encontré a la #SenadoraMigrante 🇲🇽 #KarinaRuiz y les manda un mensaje la comunidad de #Colorado #Wyoming #Montana 🇺🇸 antes de iniciar el #6oInforme del Presidente @lopezobrador_ en el #Zocalo @senadomexicano @JesusRCuevas @Jey_21 @_VicenteSerrano pic.twitter.com/15a1UMJQtk
— Pável Meléndez (@pavel_mc) September 1, 2024
El plan era que los demás los alcanzaran, pero se aplazó indefinidamente por la experiencia traumática del cruce indocumentado de los progenitores, porque se volvió más peligroso cuando los cárteles de la droga tomaron el control del tráfico de indocumentados y los otros hicieron sus vidas.
Un símbolo para la familia
Los Ruiz sufrieron así la separación de familias de millones de mexicanos que han emigrado a Estados Unidos donde se dieron cuenta que ya no tenían un solo dormitorio como en México ni pasaban hambre, pero ahora carecían de los abrazos de otros hijos y hermanos.
En 2020, el padre murió de Covid-19 en Arizona. Nunca volvió a ver a los muchachos que dejó en su país y la madre aún ve lejana la posibilidad de regularizar su situación migratoria por lo que el viaje de su hija del 29 de agosto para tomar posesión de su escaño en la Cámara de Senadores fue todo un símbolo.
“Está muy orgullosa”, destaca la legisladora.
La lucha por los derechos migrantes
Karina Ruiz pudo llegar a un escaño gracias a la lucha de más de tres décadas de los migrantes en Estados Unidos por sus derechos políticos en México. Aún no está establecido en la Constitución sino como una Acción Afirmativa que obliga a los partidos a incluirlos en las listas de representación proporcional.
Por esa vía, en 2021 llegaron a la Cámara de Diputados 10 representantes de la diáspora en Estados Unidos y este año se les permitió también participar en la Cámara Alta con la condición de que solo fuera un escaño.
En primera persona
Ruiz se perfiló como la mejor opción por su historia como activista por los derechos de los sin papeles. Es la primera, está agradecida, pero llega con un bandera de cuestionamientos: ¿por qué solo un escaño cuando hay 12 millones de mexicanos -solo de primera generación- que viven en el exterior y representan la principal fuente de divisas en México?
“No es posible, no está bien que una sola senadora represente a tantos migrantes en el exterior”, apunta.
Larga carrera
A sus 40 años, cuando algunas de las mujeres estadounidenses tienen a su primogénito, Karina Ruiz cuenta ya con dos nietos y tres hijos de 22, 14 y 12. Fue madre muy joven y llevó en paralelo muchas etapas de vida con dichas, sinsabores, claroscuros.
La licenciatura en Bioquímica comenzó a estudiarla en 2005 y no la terminó hasta en 2015, porque además de los biberones y pañales batallaba como activista social con leyes locales en contra de la inmigración.
Guiados por políticos radicales como el afamado sheriff Joe Arpaio, Arizona eliminó la educación bilingüe en pleno siglo XXI y obligó a los estudiantes indocumentados como Ruiz a pagar matrículas como estudiantes extranjeros en universidades estatales, una ley que prevaleció por años hasta recientemente.
Navegó también con la Proposición 300, un proyecto de ley que negaba a los hijos de padres inmigrantes el derecho a guarderías y de no ser porque ella se volvió una “Dreamer”, como se les conoce a las personas que se acogen al programa DACA, no hubiera terminado jamás su licenciatura en bioquímica-.
DACA es un programa que implementó el expresidente Barack Obama que permite a la gente que llegó siendo menor de edad a Estados Unidos obtener un permiso de trabajo y residencia que debe renovar cada dos años si cumple requisitos de no antecedentes penales, es buen estudiante y trabaja.
Karina Ruiz se dio cuenta de que la pelea es de todos los días, que nunca acaba y menos para una mujer no blanca cuando concluyó los estudios de bioquímica: “Me dije a mí misma: ahora tengo el título y no tengo permiso de trabajo”.
Tal conciencia la llevó a ser directora ejecutiva de la Arizona Dream Act Coalition (ADAC), organización desde donde sigue abogando políticas incluyentes para los Dreamers a la par de que se mete en las intríngulis de la vida pública mexicana.
Segundo tiempo
En 2017, la senadora se enteró que el profesor Armando Vázquez Ramos, fundador del Centro de Estudios California- México (de la Universidad estatal) organizaba grupos de inmersión cultural con dreamers que quisieran volver a México y ella se inscribió en un viaje.
Me reuní con las y los senadores de Morena que será una fracción que hará historia en beneficio de la democracia, la justicia, las libertades en nuestro país y el bienestar del pueblo de México. Felicito a @adan_augusto por haber sido designado por unanimidad como coordinador… pic.twitter.com/DTOJFwruSA
— Dra. Claudia Sheinbaum (@Claudiashein) August 28, 2024
Así conoció a la presidenta electa Claudia Sheinbaum cuando aún era alcaldesa de la Ciudad de México y visitó la cancillería, donde hizo vínculos para después participar en eventos sociales y diplomáticos en Estados Unidos.
Un día vio la convocatoria de Morena para quienes quisieran inscribirse como candidatos migrantes al congreso. Y el resto, es historia. Y futuro.