La interferencia rusa sigue marcando los procesos electorales del este de Europa, en los países pertenecientes a la antigua Unión Soviética. El pasado 26 de octubre, se celebraron elecciones parlamentarias en Georgia, y ganó el partido gobernante, Georgian Dream, de tendencia pro-rusa. Georgian Dream se llevó el 53% de los votos, en unas elecciones controvertidas que, según las misiones de observación occidentales, estuvieron plagadas de irregularidades. Tanto, que la actual presidenta del país, la pro-europea Salome Zourabichvili, ha denunciado fraude electoral y animado a los georgianos a que salgan a las calles a manifestarse.
Entre la misión de observación electoral de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), el Parlamento Europeo, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa y la Asamblea Parlamentaria de la OTAN, desplegaron unos 500 observadores en el país – que habrían notado circunstancias extrañas en torno a las elecciones. En la conferencia de prensa posterior, en Tblisi, el senador francés y coordinador especial de la OSCE Pascal Allizard, declaró que la compra de votos, “los desequilibrios en los recursos financieros, el ambiente divisivo de la campaña y las recientes enmiendas legislativas fueron preocupantes durante todo el proceso electoral”.
Por su parte, Antonio López-Istúriz White, jefe de la delegación del Parlamento Europeo, también señaló que “durante la campaña electoral, el partido gobernante utilizó una retórica antioccidental y hostil, dirigiéndose a los socios democráticos de Georgia, en particular la Unión Europea, sus políticos y diplomáticos, y promovió la desinformación rusa, la manipulación y las teorías de conspiración”.
La guerra híbrida de Rusia
Tras conocerse los resultados, Zourabichvili se presentó junto a la oposición y anunció: “No reconozco estas elecciones. Hacerlo sería reconocer que Rusia ha tomado el control de Georgia. No podemos renunciar a nuestro futuro europeo, en honor a las futuras generaciones.”
Según Zourabichvili, el gobierno actual es “ilegítimo” y las elecciones “una falsificación completa”: “Más allá de ser testigos, somos víctimas de lo que solo puede describirse como una operación especial de Rusia – una nueva forma de guerra híbrida que ataca a nuestro pueblo y a nuestro país”.
Los resultados oficiales publicados por la Comisión Electoral Central de Georgia otorgaron la victoria a Georgian Dream, liderado por Bidzina Ivanishvili. Pero la oposición rechaza los resultados, alegando fraude electoral. Tina Bokuchava, una de las líderes de la coalición opositora, afirmó: “Las elecciones fueron robadas. El poder ha sido usurpado, esto es un golpe. Georgian Dream tendrá que admitir la victoria de la oposición“. Nika Gvaramia, líder de la Coalición por el Cambio, también declaró que no aceptaría el resultado.
Reconocimiento internacional
La Sociedad Internacional para Elecciones Justas y Democracia (ISFED) observó varias infracciones graves durante el día de las elecciones, como el relleno de papeletas, el voto múltiple, el soborno de votantes y la expulsión de observadores de los centros de votación. ISFED también denunció la movilización de votantes fuera de los centros de votación, la recolección de datos personales y el control de las intenciones de voto.
Y el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, reconoció los informes de los observadores sobre “irregularidades y violencia esporádica” en las elecciones de Georgia. “Condenamos todas las infracciones a las normas internacionales y nos unimos a los llamamientos de observadores internacionales y locales para que se investiguen todos los informes de violaciones relacionadas con las elecciones“, afirmó Blinken.
John Shimkus, exrepresentante de EE.UU. y observador electoral en Georgia, señaló que la intimidación y el acoso a los votantes crearon un “ambiente de miedo” durante las elecciones. Y Margareta Cederfelt, miembro del parlamento sueco, añadió que “el acoso e intimidación del gobierno a los votantes y a la sociedad civil no solo durante el periodo electoral, sino mucho antes, ha amenazado los fundamentos democráticos de Georgia“.
Mientras Georgia se debate, un líder europeo ya ha programado su primera visita al nuevo gobierno. Se trata de Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, y espina en el costado de la Unión Europea por su actitud tibia respecto a Rusia, que en muchas ocasiones levanta sospechas de posible alianza. Orbán fue el primer líder internacional en felicitar al partido por su victoria, incluso antes de que se completara el recuento oficial de los votos, algo que no ayuda a Georgian Dream a combatir las acusaciones de amistad hacia Rusia.