Latifa Sakhizadeh es una más de los 6,4 millones de afganos que se vieron obligados a abandonar su país en 2021. El retorno de los talibanes a Afganistán se llevó por delante las ansiadas conquistas que habían logrado las mujeres tras años de férreo sometimiento. La joven paratleta que jugaba en la selección nacional de baloncesto explica a Artículo14 que, ahora, bajo el régimen fundamentalista, las afganas “ no pueden salir. No pueden hacer deporte. Y todas las mujeres están en casa. No tienen ningún derecho”. Latifa Sakhizadeh recuerda que “la situación es especialmente difícil para las afganas. Y muy peligrosa. Los talibanes quieren que las mujeres estén solas en casa. Sin hacer nada”.
Pero el hecho de que Latifa Sakhizadeh haya logrado escapar del yugo talibán y pedir asilo en España no significa que su nueva vida esté libre de desafíos. Esta afgana -que antes trabajó en Kabul en el Comité de la Cruz Roja de Afganistán como experta en prótesis y ortopedia- ha estado inmersa durante este tiempo en España en una desesperada búsqueda de empleo. Acaba de cumplir sus primeros dos años en nuestro país, lo que tiene como contrapartida, que la ayuda de CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado) se le ha terminado ya.
“Para mí, buscar trabajo es un poco difícil. No me han homologado aún mi título universitario y mi español, aunque he aprendido, todavía no es muy bueno”, reconoce Latifa Sakhizadeh. Hace meses ya que entregó a las autoridades españolas su diploma para comenzar el proceso de homologación. “Ellos me dicen que el proceso puede tardar entre uno y dos años”, lamenta. Afortunadamente, Sakhizadeh, con su perseverancia y esfuerzo, ha encontrado un trabajo en Ortosur, una ortopedia del sur de Madrid que le ha permitido demostrar su experiencia y valía.
No obstante, aunque la paratleta esté feliz de poder estar en España, tener un trabajo y haber podido conseguir su ansiada libertad, no se puede olvidar de todos los que dejó atrás. Su familia no tenía pasaporte para poder cruzar la frontera, por lo que se tuvieron que quedar en Kabul. Tiempo después, algunos de ellos consiguieron cruzar hasta Irán donde se asentaron. Sin embargo, la situación allí no es mucho mejor que en Afganistán. Además, la madre de Latifa Sakhizadeh está enferma y los refugiados no tienen derecho a sanidad en el país. Esto genera en la afgana mucha preocupación que se traduce en estrés y en eternas noches sin dormir. Aunque ha intentado por todos los medios, hablando con las distintas embajadas, traer a su familia a España, la realidad es que no lo ha conseguido y que, además, pronto se acabará su permiso en Irán por lo que tendrán que regresar a Afganistán.
Así era la vida de Latifa Sakhizadeh en Afganistán antes de la llegada de los talibanes
La joven de 26 años recuerda con añoranza sus días en Kabul, antes de los talibanes, en los que trabajaban con niños con discapacidad, muchos con amputaciones, que ni siquiera podían caminar. “Me sentí muy a gusto con ellos porque yo también tengo una discapacidad”, recuerda.
Aunque sin duda, la melancolía se apodera de Latifa Sakhizadeh cuando habla de su familia. Ella logró salir de Afganistán seis meses después de que los fundamentalistas tomaron Kabul aquel fatídico 15 de agosto de 2021. Primero, lo intentó a través del aeropuerto junto a todos sus familiares. Los periodistas Antonio Pampliega y Paloma del Río le aconsejaron que llevara una bandera de España para que los militares españoles la reconocieran y pudieran subir al avión de evacuación fletado por el Gobierno español. Tras recorrer barrizales y zanjas para estar en un lugar visible para ondear el pañuelo rojo y amarillo que portaba, un terrible atentado con bomba arrasó el aeródromo, con decenas de millas de personas, desesperadas por abandonar Afganistán. El 26 de agosto murieron más de 180 personas y dos centenares resultaron heridas. Las familias, volvieron a sus hogares, presas del miedo. La inseguridad pasaba a formar parte de su nueva rutina.
El 15 de agosto de 2021 será un día que Latifa Sakhizadeh tarde mucho en olvidar. Recuerda que se encontraba en su puesto de trabajo en Cruz Roja cuando la llamó su hermano y le contó que los talibanes acababan de entrar en Kabul. En aquel preciso instante, la paratleta no pudo evitar fijarse en su ropa y pensar que no era apropiada ante la llegada de los fundamentalistas. Minutos después, su hermano fue a recogerla en coche para llevarla a casa. Desde ese día y hasta principios de marzo cuando consiguió cruzar a Pakistán, Latifa Sakhizadeh solo salió de su casa, en la que vivía con once familiares, en contadas ocasiones. La mayoría de ellas para dirigirse al aeropuerto con la esperanza de huir del régimen que había acabado con sus sueños e ilusiones.
Las nuevas reglas de los talibanes en Kabul: más impuestos y menos espacios para las mujeres
Una de las primeras medidas que impusieron los talibanes fue el retorno de la figura conocida como “mahram”, por la que las mujeres no pueden viajar sin un hombre (padre, hermano o tutor legal). Otra, la imposición del burka. A Latifa Sakhizadeh, debido a su discapacidad, le costaba más aún caminar vestida con esa túnica larga azul hasta los pies. “Me caía mucho”, admite.
Tras seis meses, su hermano mayor, su “mahram”, la acompañó hasta Pakistán. El resto de sus familiares no tenían pasaporte, y se quedaron en Afganistán. El 10 de marzo, gracias a Pampliega y Del Río, lograron llegar hasta España. Ambos entraron en el centro de acogida de CEAR en Getafe.
Meses después, parte de su familia logró huir hasta Irán: “Mi madre, mi hermano pequeño, mi cuñada y mis sobrinos están en Teherán”. Mientras que sus dos hermanas se han quedado en Afganistán. Allí, aunque los hombres siguen yendo a trabajar, las mujeres están obligadas a estar cubiertas con el burka hasta en su propia casa. Pues desconocen en qué momento podrán pasar los talibanes a recaudar los nuevos “impuestos” que cobran a todos los ciudadanos, haciendo así la vida de los afganos más difícil aun. Las niñas “lloran porque no pueden ir al colegio ni hacer nada”. Tampoco tienen internet, por lo que no pueden recibir lecciones en línea, explica Sakhizadeh.
Salir a la calle para las mujeres, con burka, también se ha vuelto un peligro. Latifa Sakhizadeh cuenta que desde hace unos meses cunde el pánico entre la población afgana, pues los talibanes que ven a alguna niña “atractiva”, las obligan a casarse con ellos. Así que lo mejor es no salir de casa, pues como seas “escogida”, toca un matrimonio forzoso. Con todo, parece que Occidente se ha olvidado de las mujeres afganas.
En Irán residen ahora 4,5 millones de refugiados afganos. “La vida allí es un poco mejor que en Afganistán, pero no para los refugiados”. Además, “la vida es muy cara para ellos, lo tienen muy complicado y tampoco pueden trabajar ni mis sobrinos han sido escolarizados. Estoy muy preocupada por ellos, antes, con la ayuda de CEAR, podía enviarles dinero, ahora no tengo dinero ni para apoyar a mi familia”. Latifa Sakhizadeh y su hermano solo pueden hablar una vez a la semana con su familia en Irán. La paratleta recuerda que, en cada llamada, sus sobrinos le preguntan entre lágrimas a su padre, “papá, papá, ¿dónde estás?” Ya hace dos años que no se ven y, por el momento, tampoco tienen expectativas de poder hacerlo pronto. Situación que empeorará en el momento que la familia de Sakhizadeh tenga que regresar obligada a Afganistán.
Una sensación agridulce: libertad sin trabajo ni familia
Latifa Sakhizadeh implora por la reunificación familiar al Gobierno español: “Ojalá que un día mi familia viniera y podamos vivir juntos, porque mi madre ahora está enferma”. Al parecer, la Embajada de España en Teherán no está dando visados, por lo que no pueden entrar en España. Le preocupa que su hermano esté separado de su mujer e hijos y que sus sobrinos no tengan educación. “Primero llegó el coronavirus, después los talibanes y ahora en Irán… Los refugiados no pueden ir a la escuela”. Latifa Sakhizadeh está contenta en España porque tiene “libertad”, puede salir sola y “sin pañuelo”, sin embargo, también siente mucha tristeza porque no tiene a su familia cerca.
Es sincera al reconocer que, al llegar a España, a pesar de la seguridad, sufrió un gran choque cultural. “Es muy diferente, al principio para mí fue un poco difícil, he llorado mucho, porque extraño a mi familia, a mi madre… No conozco a nadie, tampoco el idioma”. Aunque expresa que desde que aprendió español le ha abierto puertas y ha conocido a mucha gente y hecho amigos.
El deporte es una de las pasiones de Latifa Sakhizadeh y un tema que le devuelve la sonrisa. La paratleta recuerda que, en Afganistán, solo jugaba con chicas. “Ahora, yo juego con los hombres y puedo aprender de su experiencia. Y para mí, es muy interesante. Aquí puedo jugar sin pañuelo mientras que en Afganistán tenía que jugar con él. Ahora, soy libre. Eso me gusta. Estoy muy feliz”. Eso sí, le encantaría tener su propia silla de ruedas, más deportiva, para ser ligera en los giros y mucho más rápida: “Son muy caras, pero espero, poco a poco, un día, poder tenerla”.
Contexto: Esta entrevista se grabó en febrero de 2024, donde Latifa Sakhizadeh aún no tenía trabajo y contaba con la ayuda del CEAR. Sin embargo, en la actualidad, ya no dispone de esa ayuda, pero la han contratado en Ortosur, una empresa que, desde aquí agradecemos que le haya dado una oportunidad, después de que decenas le cerraran la puerta. En este momento también está buscando un piso de alquiler en Getafe para poder vivir con su hermano que reside en un centro de refugiados. También ha logrado que su cuñada y sus sobrinos viniesen a España. Sin embargo, su madre sigue muy enferma en Irán y aun no sabe cuándo podrá vover a verla.