La Organización de Naciones Unidas, fundada en el año 1945, nunca ha estado liderada por una mujer, dato que sorprenderá a pocos, ya que la única institución política jamás encabezada por una líder femenina es la Unión Europea, y sólo desde 2019.
Pero es verdad que, como organización global de peso, sus esfuerzos son considerables. Actualmente, las mujeres ocupan aproximadamente el 50% de los puestos de liderazgo más altos. Están, por ejemplo, Amina J. Mohammed es la vicesecretaria General, y Sima Bahous es la Directora Ejecutiva de ONU Mujeres. Son dos roles clave completamente clave para la política y la igualdad de género.
Otros cargos importantes incluyen a Rosemary DiCarlo, quien es la subsecretaria general de Asuntos Políticos y de Consolidación de la Paz. Este progreso está bien y es contundente, pero aun así, el secretario general António Guterres ha expresado que aún es necesario un mayor esfuerzo para asegurar una representación equitativa en todos los niveles del sistema. Esta necesidad se refleja en el debate general de Naciones Unidas que arranca este martes, donde solo 11,3% de las intervenciones serán por parte de mujeres. Comienza el presidente brasileño Lula da Silva y continúa con el mandatario estadounidense, Joe Biden. Así irán desfilando hasta 115 jefes de Estado, jefes de Gobierno y enviados especiales. Sólo 13 serán mujeres.
Altos cargos de la ONU
Otras mujeres con altos cargos de liderazgo son Melissa Fleming, quien es la secretaria general de Comunicaciones Globales, responsable de coordinar las estrategias de comunicación y relaciones públicas de la ONU, y Ghada Waly, Directora Ejecutiva de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), quien supervisa programas globales para combatir el crimen y las drogas. Zainab Hawa Bangura es otra mujer que desempeña el cargo de Directora General de la Oficina de Naciones Unidas en Nairobi, y lidera las operaciones de la ONU en África. Además, está Alice Wairimu Nderitu, Asesora Especial para la Prevención del Genocidio, jugando un rol crucial en la alerta temprana y prevención de crímenes de atrocidades. Sin embargo, y aunque estos datos son prometedores, de los 20 puestos más importantes (y mejor pagados de la organización), solo ocho están ocupados por mujeres.
Pero no es suficiente
El problema con estas cifras es que la ONU se había comprometido a liderar la igualdad de género en el ámbito global. Su objetivo original, fijado en 1990, establecía que para el año 2000, las mujeres deberían haber alcanzado al menos ese 30% en los puestos de liderazgo de la organización. Sin embargo, en 2024, la realidad sigue siendo otra. A nivel global, solamente 66 de los 190 estados miembros activos de la Unión Interparlamentaria (UIP) han logrado alcanzar el umbral del 30% de representación femenina en sus parlamentos. Y aunque países sorprendentes, como Ruanda, destacan con un notable 63,8% de representación femenina, la mayoría de los otros países se quedan muy por debajo de este objetivo.
Disparidad de género
La ONU está compuesta por seis instituciones clave: la Asamblea General, el Consejo de Seguridad, el Consejo Económico y Social, el Consejo de Administración Fiduciaria, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) y la Secretaría. Pero a pesar de ser una organización que promueve la equidad, estos cuerpos muestran una disparidad de género evidente. Mientras que algunas áreas, como la Secretaría de la Asamblea General, han alcanzado avances notables (con un 63% de su personal siendo mujeres), la realidad es que ninguna de sus tres posiciones más altas está ocupada por una mujer.
En la Corte Internacional de Justicia, de los 15 jueces, solo cuatro son mujeres, disparidad especialmente preocupante en cuerpos tan influyentes, ya que las decisiones judiciales internacionales tienen un impacto global importante y la subrepresentación femenina en estos puestos limita la diversidad de perspectivas.
Falta de mujeres en organismos clave
En cuanto a las representaciones diplomáticas en la ONU, solo 49 de los 193 estados miembros han designado a mujeres como sus representantes permanentes ante la organización, lo que representa un 25.4%. Este porcentaje sigue estando por debajo del umbral de referencia del 30%. A pesar de la diversidad geográfica de estos estados, que incluye a naciones tanto desarrolladas como en desarrollo, como Noruega, Qatar, Madagascar y Honduras, la mayoría de los países aún designan a hombres en estos roles diplomáticos clave.
Sí que es verdad que el Consejo de Seguridad, uno de los órganos más influyentes de la ONU, ha logrado alcanzar el umbral del 30% de representación femenina. De sus 15 miembros, dos de los cinco miembros permanentes, Estados Unidos y el Reino Unido, están representados por mujeres, al igual que cuatro de los 10 miembros no permanentes, incluyendo a Malta, Guyana, Eslovenia y Suiza. Sin embargo, este equilibrio es frágil, ya que puede cambiar rápidamente si los estados reemplazan a sus representantes con hombres al final de sus mandatos.
Y es que, uno de los principales desafíos para alcanzar la paridad de género en la ONU radica en la dificultad de imponer cuotas de género a los estados miembros. Mientras que la organización puede implementar cuotas en el empleo de su personal, no tiene el mismo control sobre la selección de los representantes nacionales que envían los estados miembros. Cada país tiene un solo representante, lo que complica la implementación de un equilibrio de género en estos cargos clave. Este desafío se refleja en otros organismos internacionales, como la Comisión Europea, donde la selección de representantes también enfrenta dificultades para alcanzar la paridad de género. A pesar de los esfuerzos de algunos líderes, como Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión, para promover una línea de liderazgo paritaria, el equilibrio de género está siendo una meta difícil de alcanzar en muchos contextos internacionales.