Pasados ocho meses del ataque de Hamás y el inicio de la guerra en Gaza, la Casa Blanca exige poner fin al conflicto. En la octava visita a Oriente Medio desde el estallido del conflicto, el secretario de Estado norteamericano Antony Blinken aterrizó en El Cairo este lunes, antes de poner rumbo a Jerusalén. Durante su gira regional, que también incluirá Jordania y Qatar, el emisario de la Casa Blanca redoblará la presión sobre Israel y Hamás para intentar parar la guerra en Gaza, ante los fundados temores de que un conflicto a gran escala estalle en Líbano.
Ante la negativa del grupo islamista de aceptar la última propuesta emitida por Joe Biden hace diez días, que aparentemente fue vista con buenos ojos por el gobierno de Benjamin Netanyahu, Blinken arrancó sus contactos con el presidente egipcio Abdel Fattah el-Sisi, que junto a Qatar se erigió como uno de los principales mediadores en el conflicto.
Precisamente esta noche, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución presentada por Estados Unidos de apoyo a la propuesta de tregua que presentó el presidente Joe Biden el 31 de mayo, en la que se establece un plan de tres fases para poner fin a la guerra en Gaza.
Abstención de Rusia
La resolución fue aprobada por 14 votos a favor y la única abstención de Rusia, y supone ya la cuarta aprobada en el Consejo de Seguridad relativa a la guerra en Gaza, aunque las tras anteriores han quedado en papel mojado al negarse Israel a detener la guerra en el territorio palestino, una guerra que se ha cobrado ya más de 37.000 muertos.
En las últimas semanas afloraron las tensiones entre El Cairo y Jerusalén. Principalmente, por la oposición egipcia a la operación militar en Rafah, el último bastión bajo control islamista al sur de Gaza; pero también por el plan israelí de tomar el control del Corredor Filadelfia, la frontera entre Egipto y la Franja convertida en epicentro del contrabando de armas hacia Gaza. Pese a las discrepancias estratégicas, ambos países están interesados en preservar el acuerdo de paz vigente desde 1979, que le brindó a Egipto la vital ayuda israelí en la lucha antiterrorista contra el Estado Islámico en la península del Sinaí.
Más presión a Hamás
Antes de abandonar El Cairo, Blinken insistió en que “mi mensaje a los gobiernos de la región es que, si queréis un alto al fuego, debéis presionar a Hamás para que acepte”. Para el secretario de estado de EE.UU., la última propuesta presentada es “la mejor manera” para frenar las hostilidades, liberar a los rehenes israelíes -unos 120- que siguen en Gaza, y mejorar la seguridad regional. “La mayoría de gente, ya sea en Israel, Gaza o Cisjordania, aspira a un futuro en que israelíes y palestinos vivan en paz y seguridad”, afirmó.
Blinken también insistió en la necesidad de reabrir el cruce fronterizo de Rafah, por donde Egipto solo permite salir a los escasos civiles de Gaza capaces de pagar miles de dólares por un visado de salida. No obstante, el ‘Times of Israel’ apunta reticencias israelíes, ya que no se vería con buenos ojos entregar a una debilitada Autoridad Nacional Palestina (ANP) las llaves del cruce fronterizo.
El “día después”
Durante el encuentro en El Cairo, Blinken también discutió las opciones del “día después” en Gaza. Ante la negativa de Netanyahu de presentar un plan para la gobernanza del devastado territorio, la incógnita a resolver será si Hamás logrará mantener cierto poder pese al enorme golpe sufrido en la guerra, si se entregará las llaves a una ANP a priori incapaz de tomar el control, o si fuerzas regionales se involucrarán para restablecer la seguridad y ayudar en la reconstrucción del territorio.
Ante su aliado egipcio, Blinken reafirmó el “rechazo a cualquier desplazamiento forzoso de palestinos de Gaza”, algo que El Cairo teme que podría desestabilizar su régimen ante la llegada masiva de refugiados.
¿Negociación de EE UU con Hamás?
Según reportó la cadena NBC, Washington estaría valorando mantener discusiones paralelas con Hamás si fracasan las conversaciones, para intentar al menos liberar a cinco ciudadanos estadounidenses que siguen cautivos. No obstante, Hamás concibió las palabras de Blinken como un “claro ejemplo del apoyo a Israel, y dan una cobertura americana al Holocausto perpetrado por las fuerzas de ocupación en Gaza”, señaló el oficial islamista Sami Abu Shuri.
El plan presentado por Biden, dividido en tres fases, llama a la liberación de todos los rehenes, un alto al fuego en Gaza y la retirada total de las tropas israelíes de la franja. Pero la reciente salida del centrista Benny Gantz del gabinete de guerra israelí, la única facción moderada en el ejecutivo de emergencia, deja ahora a Netanyahu dependiente de sus aliados de extrema derecha, que exigen no parar hasta la “victoria total” en Gaza.
Gantz alegó que “Bibi” prioriza sus intereses personales y políticos en el manejo de la guerra, y apostó por retirarse ante la escasa capacidad de influir en la toma de decisiones. Ahora, son los aliados ultras del primer ministro quien le amenazan con dinamitar el gobierno si acepta la iniciativa norteamericana. Por otra parte, el Wall Street Journal reportó la semana pasada que el Yahya Sinwar, líder islamista en Gaza, no estaría dispuesto a aceptar la demanda de desarme del brazo armado de Hamás.
Tras ocho meses de una “guerra de desgaste” en el frente norte entre Israel y la milicia proiraní Hizbulá, el temor es que la perpetuación del conflicto en Gaza derive en un estallido bélico a gran escala en todos los frentes.