Natalistas

La obsesión por la natalidad une a Trump y Putin

EE UU y Rusia implantan planes para fomentar la natalidad, que sigue a la baja en ambos países

A Donald Trump y Valdimir Putin no solo les une la afinidad personal, ideológica y su animadversión por Volodimir Zelenski. En los últimos tiempos, el Kremlin y la Casa Blanca están explorando planes para fomentar la natalidad en sus países, en un intento de revertir los índices decrecientes de nacimientos y para promover valores familiares conservadores.

En unos Estados Unidos con las fronteras blindadas y la creciente deportación de inmigrantes irregulares, la administración Trump debate ideas para impulsar el nacimiento de más bebés autóctonos. Entre las propuestas, destaca la intención de reservar el 30% de las prestigiosas becas universitarias Fullbright para mujeres casadas o que tengan hijos. Otra medida pasaría por los “bonos bebé”, que premiarían con 5.000 dólares a las madres que dan a luz.

Vladimir Putin participa en una reunión con niños, durante la fiesta de Año Nuevo del Kremlin
EFE/Alexei Druzhinin

En el plano ideológico, la Casa Blanca pretende subvencionar programas educativos para fomentar la educación sobre el ciclo menstrual de las mujeres, para que conozcan mejor sus tiempos de ovulación y así tomar conciencia sobre cuando es idóneo quedarse embarazadas.

Los principales impulsores del plan pronatalidad son el vicepresidente JD Vance o el millonario Elon Musk. Expertos y activistas en la materia llevan semanas reuniéndose con oficiales en la Casa Blanca para explorar mecanismos para convencer a las mujeres a que tengan más hijos. “Considero que esta administración es inherentemente pronatalista”, contó la activista Simone Collins.

Desde la Casa Blanca reivindican la cantidad de niños que tienen algunos altos oficiales, o el poder simbólico de acudir a actos rodeados de sus hijos, como suele hacer JD Vance. Collins pretende fomentar esta tendencia con una “Medalla nacional de la Maternidad”, que se otorgaría a madres con seis o más hijos. “No creo que se hablara de niños de este modo durante la administración Biden”, consideró la activista.

El vicepresidente de EEUU JD Vance, su mujer y sus hijos participan en la Pascua el Viernes Santo

El “Proyecto 2025”, un plan de políticas que ha anticipado gran parte de la agenda de Trump hasta el momento, aborda las cuestiones familiares antes que cualquier otra cosa, abriendo su primer capítulo con la promesa de “restaurar a la familia como el eje central de la vida estadounidense”. Entre otros puntos, reivindica que la familia debe ser formada por un hombre y una mujer, excluyendo así a familias con roles de genero o estructuras alternativas.

Si bien Trump y Musk están recortando presupuestos federales en ámbitos como la educación, la ayuda al desarrollo o miles de cargos púbicos, la agenda pronatalidad conllevará un elevado gasto de las arcas estatales. “El presidente quiere que Estados Unidos sea un país donde todos los niños puedan crecer con seguridad y alcanzar el sueño americano”, justificó la secretaria de prensa Karoline Leavitt. JD Vance sueña con más bebés y “más hombres y mujeres preciosas” que los críen.

Los movimientos pronatalidad estadounidenses temen que en el futuro el país no disponga de suficiente fuerza de trabajo, dadas las tasas de nacimientos decrecientes desde 2007. Además, las fuerzas cristianas conservadoras lo conciben como una crisis cultural fomentada por poderes mediáticos y políticos, que animan a las mujeres a priorizar el trabajo sobre la maternidad.

La obsesión en favor de una mayor natalidad en Rusia surge también por el declive demográfico que sufre el país. Para intentar revertir el fenómeno, Vladimir Putin ordenó el pago de bonos, que suministran gobernaciones locales en distintas regiones del territorio -oscilan entre los 200 y los 1.700 euros aproximadamente-, con el objetivo de motivar la maternidad entre jóvenes estudiantes rusas. La tasa de natalidad va en constante declive, y se busca revertir radicalmente la tendencia.

El objetivo es que las jóvenes rusas tengan hijos cuanto antes, para así aumentar las probabilidades de que tengan más criaturas. La desmotivación a formar familias en el marco de una guerra en Ucrania que parece no tener fin -con continuas movilizaciones y perdidas de soldados-, así como la salida de muchas personas de Rusia por discrepar del Gobierno de Putin, contribuyeron al descenso demográfico.

2024 fue el año con menos natalidad de los últimos 25 años, con el nacimiento de 1,2 millones de personas. Para intentar revertir este fenómeno negativo, el Kremlin apunta a las mujeres más jóvenes. No obstante, solamente 310 mujeres menores 25 años habrían solicitado estos bonos. El objetivo de Putin es convencer a las jóvenes y adolescentes menores de edad para que no aborten.

La medida ha despertado la polémica en Rusia, y Las críticas no llegan solamente desde sectores opositores, sino incluso desde voces afines a Putin. La diputada Ksenia Goryachova calificó lo que sucede como “la normalización del embarazo adolescentes, ya que cuando una niña de a luz a otro niño, no es heroísmo, sino una tragedia”. El ministro de trabajo trató de justificar los pagos, alegando que eran un simple apoyo económico a madres jóvenes en situación precaria.

En 2007 se aplicó una medida similar a la actual, con la introducción de bonos para el nacimiento de un segundo hijo, que luego también se ampliaron para el primer bebé. El mayor resurgir se registró en 2014, cuando se llegó a la cifra 1,94 millones de nacimientos. Pero desde 2016 la cifra ha vuelto a decaer, en un fenómeno que se está traduciendo en una pérdida significativa de habitantes. Se estima que en 2046 Rusia tendrá 138,77 millones de habitantes, cuando a principios de 2023 eran 146,65 millones.