En un ambiente de terror y depresión económica, la oposición venezolana convocó una manifestación en Caracas como evidencia de su determinación a mantenerse en pie de lucha hasta que el régimen de Nicolás Maduro, perdedor en las elecciones presidenciales del 28 de julio, reconozca la voluntad de la mayoría y ceda el poder al presidente electo, Edmundo González Urrutia.
A un mes de los comicios, parece que hubiera transcurrido un semestre. Tal es la acumulación de eventos, de detenciones ilegales, secuestro de opositores en la vía pública, desaparición de detenidos, captura de allegados a la líder del movimiento de liberación nacional de Venezuela, María Corina Machado, (como el rapto de su abogado, Perkins Rocha, este martes, a la salida de una farmacia, en Caracas), y una suma de violaciones a la Constitución por parte de la dictadura.
—Lo que se vive aquí es indescriptible -dice una periodista que pide mantener su nombre en resguardo-. Este miércoles parece un domingo. No hay un alma en las calles. Nadie se atreve a llamarlo por teléfono o escribirle un mensaje de WhatsApp a uno; hasta los dirigentes de los partidos guardan un silencio prudente ante la ola de represión que, tal como perciben, tarde o temprano los alcanzará a todos.
Y, sin embargo, pese al miedo y a las calles cerradas (a saber por orden de quién) hubo una multitud y María Corina Machado llegó, acompañada de líderes de varios partidos, como Delsa Solórzano, Juan Pablo Guanipa, César Pérez Vivas, Andrés Velásquez y Alfredo Ramos. Edmindo González no asistió. Cada quien atiende su frente.
Una nueva calle
Es probable que esta sea la última manifestación multitudinaria en mucho tiempo. La propia Machada lo sugirió, al plantear en su breve y emotivo discurso: “Hemos entendido que es el momento de una nueva calle, una dinámica que tenemos que mantener con fuerza, pero también tenemos que protegernos”. Se refiere a que la resistencia encontrará nuevas formas de hacerse visible, dada la crueldad y volumen de la persecución.
Quedó claro que la actividad de este miércoles, cuando se cumplía un mes tras las elecciones, tenía el propósito de mantener alta la moral del país, de los militantes de los partidos y de una población sobre la que parecen haberse debado las siete plagas de Egipto.
—Se equivocan -advirtió Machado- quienes creen que el tiempo favorece al régimen. Cada día que pasa, ellos están más aislados y nosotros más organizados. Sabemos cómo administrar y hacer crecer nuestra fuerza. Somos un pueblo indomable, que sabe que nos tenemos que cuidar para poder terminar nuestra tarea y llegar hasta el final.
A cada respiro de la oradora, las muchedumbre rugía: “¡Maduro ladrón, te robaste la elección!”.
—Me siento muy orgullosa de ustedes -les respondió MCM-. Por su nobleza y su coraje. Cada uno de quienes están aquí, están por muchos que no pueden estar, pero les aseguro que cada día seguiremos sin parar (…) cada uno de ustedes habla hoy por miles de venezolanos perseguidos que van a ser libres.
«Quiero que se lleven aquí y aquí [se señala frente y el pecho] esto: tenemos una estrategia robusta y está funcionando. Nos dijeron que no íbamos a unir a Venezuela y levantamos un país. Nos dijeron que era imposible hacer primarias e hicimos las más arrechas de la historia. Nos dijeron que no iba a haber elección y les dimos la revolcada de su vida. Nos dijeron que no podríamos demostrar el fraude [electoral] y demostramos la victoria de Edmundo ante el mundo entero. Los dejamos con la boca abierta. Y ahora dicen que el régimen no va a ceder. ¿Saben qué?, lo vamos a hacer ceder; y ceder significa respetar la voluntad del pueblo expresada el 28 de julio.»
Ante la algazara que esta última afirmación provoca, Machado orienta el micrófono a la multitud que grita: “Échenle bola / Échenle bola”.
Medidas decisivas
Mientras esto ocurría en Caracas, en Washington tenía lugar el Consejo Permanente sobre la situación en Venezuela. «La inacción», dijo Luis Almagro, su secretario general, «no es una opción en el caso de la crisis venezolana. Es hora de que la comunidad internacional tome medidas decisivas para poner fin a la impunidad y garantizar que se haga justicia. El régimen ha seguido burlándose de muchos, pero no se burla de que la OEA ha sostenido su imputabilidad ante la justicia internacional. Continuaremos nuestro trabajo, porque las víctimas y sus familiares merecen justicia. Porque Venezuela merece recuperar la democracia.»
Otro secuestro
Concluida la protesta, que fue más corta de los acostumbrado, dos de los líderes presentes, Juan Pablo Guanipa y Biagio Pilieri fueron perseguidos por sendas camionetas, que hicieron amago de chocarlos, y varias motos. Guanipa logró huir, pero Pilieri y su hijo, jesús, fueron atrapados y conducidos al tenebroso Helicoide, centro de detención y torturas en la capital venezolana.