La guerra resucita la solidaridad (aunque cada uno la de los suyos) de los libaneses

Según las Naciones Unidas, casi 100.000 libaneses se han visto en la última semana obligados a abandonar sus casas

Aunque en este país treinta o cuarenta kilómetros son un abismo geográfico, político, social y hasta sentimental, no dejan de ser un suspiro hoy. Por ello, raro es el libanés, sobre todo el beirutí -una ciudad, como casi todas las capitales, hecha de gentes de los cuatro puntos cardinales de un país-, que no tenga estos días un pariente, amigo o conocido en cuyo pueblo del valle de la Becá o el sur han bombardeado los aviones israelíes y que se encuentra en estos momentos en busca de un techo en un lugar seguro.

Según datos de Naciones Unidas, casi 100.000 libaneses se han visto en la última semana obligados a abandonar sus casas, sobre todo en el sur -la zona más próxima a la frontera quedó deshabitada meses atrás, la nueva oleada de desplazamientos afecta a una segunda franja dentro de la gobernación meridional- rumbo al gran Beirut o a otras zonas del centro y norte donde es más improbable que las fuerzas israelíes golpeen.

Israel

Infografía con los últimos ataques

Es el caso del domicilio de Wael y Marina, dos jóvenes profesores de colegios y facultades de la capital con raíces en el sur, en un suburbio acomodado al noreste de Beirut, Mtaileb. Los padres y tíos del joven han llegado desde el sur con varias maletas (gran parte de ella con abundante comida del pueblo) sin saber por cuánto tiempo aunque con aparente buen humor. Acaban de llegar a casa de Wael y Marina y, tras un pequeño descanso, los padres del joven toman las riendas de la intendencia de su nuevo hogar: comienzan a limpiar el suelo del salón y a ponerse a cortar patatas y verdura. Son cristianos ortodoxos y poco tienen que ver con Hizbulá -que tiene su base entre los musulmanes chiíes- salvo que su localidad es mixta, como tantas en el sur, y los israelíes han bombardeado en zonas de las afueras donde supuestamente la milicia proiraní escondía o lanzaba misiles contra su territorio.

La comunidad más castigada

Pero, por razones obvias, la comunidad más castigada por los ataques israelíes es la de los musulmanes chiíes -entre los cuales el ‘partido de Dios’ tiene más apoyos-, quienes, tras abandonar en millares estos días sus casas, se tienen que enfrentar no solo a la precariedad -han sido tradicionalmente la comunidad más pobre y postergada- y la incertidumbre, sino a la desconfianza cuando no al rechazo de sus (teóricos) conciudadanos. No pocos libaneses de la capital y zonas centrales, también del norte, temen que la llegada masiva y de sopetón de decenas de miles de pueda comprometer su seguridad.

Líbano

Libaneses que huyen del sur del Líbano viajan en bicicleta por la carretera de Damour en dirección a Beirut

Pero las llamadas del Gobierno libanés a los sanitarios a acudir a los hospitales y asistir a los heridos con independencia de su extracción etno-religiosa o a los ciudadanos en general a donar sangre han sido atendidas de manera amplia por los libaneses.

Líbano

Caos en Líbano tras las explosiones de los ‘buscas’ que han dejado miles de heridos en Líbano.

Los colegios se han convertido en refugios, y cada uno lleva lo que puede a quienes van a pasar hambre -Naciones Unidas había asegurado antes del estallido último de violencia que al menos el 70% de los libaneses vivían por debajo del umbral de la pobreza- a partir de ahora. La música ha dejado de sonar en bares y discotecas tanto del este como oeste de Beirut -más de treinta años después de la guerra civil la ciudad sigue dividida- en señal de respeto y duelo.

Beirut

Una niña duerme en un refugio improvisado en una institución educativa que acoge a libaneses que huyeron del sur de Líbano en Beirut

“Aunque los suníes y los chiíes son irreconciliables, te sorprendería el prestigio que tiene Hizbulá entre los suníes. No sé hasta dónde llegará todo esto, pero he percibido las ganas de los sunitas de ayudar a muchos heridos sabiendo que vienen del entorno o del mismo Hizbulá”, reconoce Samir, joven libanés empleado en un colegio cristiano en Hamra, Beirut, a Artículo14. “Prima el objetivo ideológico sobre lo religioso, como ha ocurrido entre Hamás y Hizbulá, juntos en la misma resistencia”, recuerda.

“No es nuestra guerra”

Líbano es un país dividido, “desde su misma concepción”, nos recalca George, empresario líbano-estadounidense atrapado en Junieh por la guerra hasta el martes -o jueves, nos precisa, porque ha sacado dos tandas de pasajes para su esposa, su hija y para él mismo ante la posibilidad de que el aeropuerto pudiera cerrar en algún momento, “la tendencia no se ha corregido para nada con el paso de los años”.

ISrael

Varias personas inspeccionan la zona próxima a un edificio dañado tras las incursiones israelíes en Yiya

Es una guerra que está ocurriendo en Líbano, pero no es la nuestra. Imagínate que una comunidad autónoma en España formara un ejército propio y le declarara la guerra a Francia o Portugal. Algo así”, nos explica Antoine, estudiante de ingeniería informática en la Universidad Americana del Líbano, tratando de hacernos entender la actitud de muchos libaneses, sobre todo cristianos -ofrecer porcentajes se ha convertido desde hace décadas en un tabú en un país que no hace censos desde hace un siglo, aunque las estimaciones más optimistas para esta comunidad la sitúan hoy en el 30% del total de la población– hacia la guerra entre Israel e Hizbulá.

Con todo, una rara solidaridad ha renacido en un país dividido hasta los tuétanos. La mayoría de la población no aprueba ni la ideología ni la praxis de Hizbulá, pero muchos le reconocen la valentía de enfrentarse a Israel a pesar de su inferioridad tecnológica. Y, sobre todo, la inmensa mayoría siente tristeza e impotencia por lo sucedido en las últimas dos semanas. Si bien la penúltima guerra entre Tel Aviv y los hombres -no hay ni una mujer de uniforme- de Hasan Nasrala comenzó exactamente el 8 de octubre, solo en la última semana y media han muerto casi 700 personas, y decenas de miles han resultado heridas de las más diversas formas, como consecuencia de las diversas acciones israelíes contra Hizbulá.

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