Trump contra las universidades

La “guerra contra las universidades de élite” de Trump sigue fulminando a rectoras

La Administración Trump investiga a decenas de instituciones educativas, alegando que no respondieron adecuadamente a las acusaciones de antisemitismo en los campus y por fomentar políticas de diversidad

Harvard
La cruzada de Trump contra las universidades de élite
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En enero de 2024, cuando Donald Trump todavía estaba gestando la campaña electoral para su regreso, dos rectoras de universidades de élite de EE UU renunciaron al cargo. Fueron Liz Magill, presidenta de la Universidad de Pensilvania y Claudine Gay, presidenta de Harvard. Ambas fueron acusadas de no dar respuestas claras y contundentes al antisemitismo que se extendía en sus campus, que cobró fuerza durante las protestas universitarias de solidaridad con Gaza.

A finales de marzo, otra rectora ha sido fulminada, pero esta vez como parte de la guerra cultural que libra la Administración Trump contra las universidades de élite. Se trata de Katrina Armstrong, rectora de la universidad de Columbia, que abandonó su puesto ante las amenazas de la Casa Blanca de retirar fondos federales a la institución educativa. La rectora fulminada ejercía el cargo interinamente, ya que sustituyó en agosto a Minouche Shafik, que también dimitió por el controvertido debate sobre el antisemitismo.

Dimisiones y expulsiones

Por motivos distintos, en los campus y universidades estadounidenses se están produciendo dimisiones y expulsiones continuamente. Una de las últimas fue la salida forzada del director y la subdirectora del Centro de Estudios de Oriente Medio en Harvard. Un centro similar en Columbia también sufrirá cambios estructurales. La guerra de Gaza y la cruzada contra la ideología “woke” por parte de la administración Trump está reconfigurando el panorama educativo de los Estados Unidos.

El libre pensamiento no beneficia a la agenda del presidente, que a principios de abril se planteó recortar casi todo el presupuesto de 9 mil millones de dólares de Harvard. Acorde al New York Times, la Casa Blanca ha tomado el control sobre grandes sumas de dinero federal destinado a la investigación. El objetivo es implantar un cambio ideológico en la educación superior, considerada como un foco de liberalismo hostil a los conservadores.

Combatir el antisemitismo

Tras asumir el poder, Trump formó la Fuerza para Combatir el Antisemitismo, que supervisa a las grandes universidades del país sobre posibles violaciones de derechos civiles. Si bien estudiantes judíos han sido hostigados, los críticos del presidente consideran que el organismo sirve para presionar a las instituciones y así modificar sus políticas. Esto está forzando a las universidades a operar bajo una presión sin precedentes, ya que hasta ahora Washington no se entrometía en sus asuntos internos.

Una espectadora observa a Donald Trump en su teléfono móvil
EFE/EPA/CRISTOBAL HERRERA-ULASHKEVICH

Además de la iniciativa para combatir el antisemitismo, otros asesores de Trump están al cargo de recortar los fondos, que es la medida más efectiva para aplicar la agenda de la Casa Blanca. La renuncia de la rectora de Columbia coincide con también con las demandas del entorno de Trump de supervisar los departamentos universitarios que enseñan temáticas sobre Oriente Medio, Asia o África.

Amenazas a Harvard

La semana pasada, Harvard recibió una carta donde se pedía la llegada de un observador externo para “auditar los programas y departamentos que fomentan el antisemitismo o están capturados ideológicamente”. Además, exigió a la histórica universidad que deje de aplicar criterios de igualdad en la contratación de personal, o que “cierre de inmediato” cualquier programa relacionado a la diversidad, igualdad o inclusión.

La analista Elisabeth Bumiller recordó que Harvard es 140 años más antigua que Estados Unidos, ha formado a ocho presidentes del país y cuenta con financiación de más de 100 países. “Si una institución fuera a enfrentarse a la guerra del Gobierno de Trump contra el mundo académico, Harvard sería la primera de la lista”, consideró.

Trump
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a su llegada a la Rosaleda
Efe

Este lunes, Harvard rechazó públicamente la cruzada contra la diversidad que le exigió la Casa Blanca, lo que ha animado a otras facultades a adoptar posturas similares. Este rechazo debería ser “el punto de inflexión en la ofensiva del presidente contra la instituciones estadounidenses”, dijo Michael Luttig, exjuez del tribunal federal de apelaciones. Para el expresidente Barack Obama, Harvard ha “marcado un ejemplo para otros centros educativos, rechazando el intento de lastrar la libertad académica”.

Congelación de fondos

Para Alan M. Garber, actual presidente de Harvard, la petición recibida supone un intento de “condicionar intelectualmente” el centro, que “no entregará su independencia”. Tan solo horas después, 2,2 mil millones de dólares en becas y contratos fueron congelados. Unas 60 universidades afrontan un destino similar si no ceden. Exrectores de Columbia o la universidad de Michigan aseguran que jamás vieron tanta intromisión gubernamental en el mundo académico.

Desde la Administración Trump están dispuestos a dar la batalla hasta el final. “No buscamos simplemente presentar demandas: queremos forzar un cambio cultural en cómo se trata a los judíos estadounidenses en los campus universitarios”, dijo en una entrevista la fiscal general Pam Bondi, miembro del grupo formado para combatir el antisemitismo.

“Marxistas y lunáticos” para Trump

Durante la campaña electoral, Trump insistió en que las universidades están dirigidas por “marxistas maniáticos y lunáticos”. Poco después de asumir el cargo, anunció su “iniciativa de debate libre”, con la que iba a recortar los millones de dólares de facultades involucradas en “actividades de censura o interferencia en elecciones”. Incluso llegó a considerar a ciertas universidades de “discriminar racialmente” a estudiantes blancos. A largo plazo, Trump y sus aliados buscan reconfigurar la educación superior del país.

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