Apuñalamiento múltiple

La desinformación ante el asesinato de tres niñas prende la mecha de la extrema derecha

Reino Unido contiene el aliento ante potenciales disturbios relacionados infundadamente con el apuñalamiento de Southport

Southport
Dos mujeres lloran durante una vigilia en memoria de las víctimas del apuñalamiento múltiple en Southport Efe

Tres fotos, cada una el retrato de una niña, y todas ellas proyectando el entusiasmo, la inocencia y la mirada curiosa propia de la infancia han sacudido la conciencia colectiva británica, pero en la era de la desinformación y de la doctrina extremista, hasta el horror más inimaginable brinda una oportunidad utilitarista. El frenesí de las noticias falsas en la red y el combustible retórico diseminado por plataformas de extrema derecha han convertido el brutal apuñalamiento múltiple del último lunes de julio en Southport (noroeste de Inglaterra), un ataque que se cobró la vida de tres pequeñas de entre seis y nueve años, en un subterfugio para la violencia.

Este fin de semana, la Policía está en estado de alerta ante las protestas convocadas en cerca de veinte puntos de Reino Unido, un país que todavía trata de comprender qué llevó a un joven de 17 años, Axel Rudakubana, a entrar en una actividad de baile y yoga en torno a la música de Taylor Swift y acuchillar a menores de entre seis y 12 años, a quienes estaba dirigido un taller vacacional que había agotado las entradas. El trágico balance fueron tres muertes: Bebe King, de seis años; Elsie Dot Stancombe, de siete; y Alice Dasilva Aguiar, de nueve años de edad; y ocho niños hospitalizados, al igual que dos adultos que trataron de defenderlos, entre ellos, las responsables de la clase, Leanne Lucas, todavía en estado crítico, y Heidi Barlow.

Reino Unido

Alice Dasilva Aguiar, de 9 años, Bebe King, de 6, y Elsie Dot Stancombe, de 7, las víctimas del atroz ataque

Solidaridad frente a las teorías de la conspiración

El centro social donde tuvo lugar la masacre se encuentra en una zona, según los vecinos, con un marcado “espíritu de comunidad”, que comenzó a aflorar tan pronto como sonaron las primeras alarmas sobre el alcance del incidente. Pero casi con similar velocidad que las muestras de solidaridad de residentes e, incluso, de los fans de Taylor Swift, que promovieron una campaña de recaudación de fondos que había reunido 180.000 libras en apenas cuatro días, comenzaron a circular informaciones falsas, vinculaciones perniciosas y la insidia de las teorías de la conspiración.

Cuando pocas horas después, con el área todavía acordonada y la habitualmente tranquila localidad en estado de shock, la Policía confirmó que descartaba la motivación terrorista, dudosas páginas de origen todavía más turbio inundaron la red de alegaciones que mantenían que el autor era un migrante sirio ficticio, que llevaba tiempo en el radar de los servicios de seguridad. De nada sirvió que la investigación hubiese aclarado que se trataba de un adolescente nacido en Cardiff (capital de Gales) en el seno de una familia de Ruanda y que, inicialmente al menos, no se pudiese aclarar la identidad, por tratarse de un menor, las informaciones falsas se habían expandido a un ritmo vertiginoso, ayudadas por la visibilidad de grandes perfiles online, como RT, la corporación de la televisión pública de Rusia. Un analista calculó que, en menos de 24 horas, al menos 27 millones de publicaciones mantenían que el sospechoso era musulmán, un migrante en situación irregular o un solicitante de asilo.

Choques contra los policías

Inoculado el veneno, era cuestión de tiempo que sus efectos se hiciesen notar. Cuando el martes, al atardecer, tenía lugar una vigilia de homenaje a las víctimas, una turba alentada por la desinformación y la campaña de islamofobia y odio contra la migración promovida por círculos de extrema derecha desencadenó el caos en una mezquita próxima. Los cánticos, “salvemos a nuestros niños”, o “basta ya”, dejaban claro el pérfido silogismo, la infundada vinculación entre la migración, especialmente la procedente de países musulmanes, y lo acontecido el día anterior.

Los choques contra los policías, muchos de ellos, los mismos que el lunes habían acudido al llamado The Hart Centre tras recibir el aviso de que la cadena de apuñalamientos, dejaron medio centenar de agentes heridos, 27 de ellos tuvieron que ir al hospital, algunos con traumatismo, fracturas y cortes. Las imágenes, que dejaban ver también vehículos en llamas, echaron más gasolina a la hoguera ultra y 24 horas después se repitieron, de manera similar, en otros puntos, como Londres, donde hubo más de cien detenidos, Manchester o Hartlepool.

Starmer

El primer ministro británico Keir Starmer (C-R) llega para depositar flores en el lugar de un ataque con arma blanca en Hart Street en Southport,

Consciente del efecto contagio, el primer ministro británico, Keir Starmer, no quiso esperar: el jueves por la mañana, había convocado ya a los jefes de Policía para alumbrar una respuesta coordinada, mediante la creación de una Unidad contra los Disturbios Violentos. Director de la Fiscalía antes que político, Starmer mandó un mensaje a los promotores: “En lo que se refiere a la extrema derecha, esto está coordinado, es deliberado, no es una protesta que se ha ido de mano; es un grupo de individuos absolutamente determinados a la violencia”.

“Os estamos observando”

Como resultado, este fin de semana, los cuerpos de seguridad están a la expectativa. Recursos como mecanismos de reconocimiento facial, centros online de control del contenido de plataformas como Telegram, escrutinio del transporte, agentes y tribunales de guardia y una narrativa de “os estamos observando” están desplegados como elemento disuasorio de la violencia.

Y mientras el país contiene el aliento, una comunidad trata de superar el trauma de un apuñalamiento que vuelve a poner de manifiesto el problema con los ataques con arma blanca. Hace unos días, un soldado fue acuchillado, aunque sobrevivió, en el sureste de Londres, un ataque que también envalentonó a grupúsculos de extrema derecha. Starmer ha prometido mano dura y la sociedad espera, pese a todo, que Bebe, Elsie Dot y Alice sean los últimos rostros inocentes en integrar la trágica lista de víctimas.

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