El golpe de Donald Trump al tablero geopolítico y económico mundial no se ha hecho esperar. Durante el primer mes de su segundo mandato en la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos está ejecutando todo tipo de medidas con las que cumple con lo prometido: “América, primero”. De esta manera, está dinamitando el ‘soft power’ o poder blando, una estrategia diplomática basada en la cooperación en lugar de en la coerción. Esto es lo que dijo durante su discurso inaugural: “A partir de hoy nuestro país florecerá y será respetado en todo el mundo, seremos la envidia de todas las naciones, no permitiremos que se aprovechen de nosotros nunca más. Durante todos y cada uno de los días de la Administración Trump, simplemente pondré a Estados Unidos en primer lugar”. Blanco y en botella.
Una de las consecuencias directas es el desmantelamiento de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAid), encargada de administrar la ayuda de la población civil en el exterior. Instaurada por John F. Kennedy en 1961, USAid llevó a cabo una de sus primeras misiones durante la guerra de Vietnam. Desde entonces hasta este año se han desarrollado proyectos a lo largo y ancho del planeta que ahora tienen la orden de ser suspendidos durante 90 días para que el Departamento de Estado “revise” que los contratos cumplen con las órdenes ejecutivas más recientes. Esta actividad supuso a EE UU en 2023 un desembolso global de alrededor de 41.713 millones de euros (43.800 de dólares estadounidenses) y cada año corresponde a un 1% del gasto estadounidense. Según Pew Research Center, aproximadamente tres de cada cinco dólares de ayuda internacional han sido distribuidos por Estados Unidos. Esto es precisamente lo que Trump no quiere seguir permitiendo.

La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) ha suspendido temporalmente toda la financiación de programas en Pakistán
“USAid ha sido una fuente fundamental de apoyo”
Su decisión de detener la actividad de USAid está teniendo consecuencias a nivel global. Alrededor de 5.000 trabajadores están perdiendo sus puestos de trabajo y sectores de la población en las regiones con más necesidades del mundo pronto comenzarán a notar la falta de fondos. En este nuevo contexto marcado por la incertidumbre, la situación en la zona del Pacífico es una de las que más preocupan porque millones de mujeres y niñas quedarán en una situación de mayor vulnerabilidad.
“Para muchas comunidades, especialmente las que se encuentran en zonas vulnerables, USAid ha sido una fuente fundamental de apoyo para impulsar iniciativas de salud, educación y resiliencia climática”, afirma F. Williams, especialista en subvenciones de USAid en la oficina de Fiji, país en el que se estima que el 43 por ciento de las mujeres sufren violencia doméstica cada día.

El chaleco con el logo USAID símbolo de la ayuda humanitaria de Estados Unidos en el el mundo
Cien proyectos congelados
En el Pacífico se han congelado alrededor de cien proyectos que ayudaban a ejecutar planes de acción a través de subvenciones dirigidas a organizaciones locales. Esto, unido a la cruzada contra las iniciativas de diversidad e inclusión de Trump están acabando con programas de asistencia a mujeres y niñas. Algunos de ellos están relacionados con la violencia doméstica, el diagnóstico de diferentes tipos de cáncer, la prevención de las enfermedades de transmisión sexual o la educación.
“La interrupción de la financiación afecta el progreso y puede crear incertidumbre entre los socios locales que dependen de estos recursos para marcar la diferencia. Desde los proyectos financiados mediante subvenciones que apoyan el desarrollo sostenible hasta los esfuerzos de preparación ante catástrofes”, sostiene Williams.
Menos recursos para el cambio climático
El papel de USAid en el Pacífico ha servido para financiar iniciativas relativas al cambio climático, una de las mayores preocupaciones especialmente en las islas. Éstas se dedicaban a preparar a las distintas comunidades para responder a desastres relacionados con el calentamiento global. Las mujeres son más vulnerables a las consecuencias del calentamiento global debido a su papel tradicional como cuidadoras primarias, por el acceso limitado a recursos o a las desigualdades de género en la toma de decisiones.
USAID Climate Ready Project. From 2016 to 2023, USAID worked across the Pacific to draft and implement Climate Change adaptation policies, facilitate access to climate finance through project preparation and accreditation support. The development of 19 climate change adaptation… pic.twitter.com/hN5lInzsZC
— Paul Harvey Predicts 🇳🇿NZ (@HicksKiwi) February 7, 2025
Uno de los programas más relevantes era Climate Ready for Big Ocean State Sustainability (Climate Ready BOSS), que operaba en 12 naciones de la región. Hace cinco meses se confirmó que movilizaría más de 1.050 millones de dólares en financiación climática durante el próximo lustro. En un comunicado mostraron su satisfacción porque ayudarían “a los socios del Pacífico a reforzar la planificación y la gestión de la financiación de la lucha contra el cambio climático, mejorando al mismo tiempo el ecosistema de inversión”. Sus esfuerzos se iban a basar en implicar a las organizaciones locales “respetando las tradiciones indígenas”. Todo apunta a que este proyecto no se desarrollará.
“El número de casos de violación en niñas menores de 16 es horrible [en Papúa Nueva Guinea]”
La principales afectadas de la pausa y potencial terminación de este tipo de asistencia en el Pacífico son las mujeres y las niñas debido a la discriminación sistemática que sufren. Por ejemplo, en Papúa Nueva Guinea, alrededor de 1,5 millones de mujeres y niñas experimentan abusos domésticos sistemáticos. “El número de casos de violación en niñas menores de 16 es horrible”, indica la coordinadora de Unicef en el país, Angela Kearney. Con el cierre de proyectos de USAid, organizaciones como Unicef y otras de carácter local deberán atender el vacío causado por esta nueva realidad. También deberán redoblar sus esfuerzos países como Australia, China, Japón o Nueva Zelanda, que ocupan los cuatro primeros puestos en otorgar subsidios en el Pacífico. El quinto era Estados Unidos.

Mujeres afectadas por el lodo de lo que era la Aldea de Yambali, en Papúa Nueva Guinea (Juho Valta)
Un informe elaborado por el Secretariado de la Comunidad en el Pacífico, dependiente del Ministerio de Exteriores australiano, sostiene que “muchas niñas y mujeres son educadas para creer que son ciudadanas de segunda, ciudadanas sin derecho al respeto y a las libertades y dignidades de que gozan sus padres, hermanos, maridos e hijos. Muchas culturas del Pacífico toleran la violencia contra las mujeres y las niñas y la violencia física, sexual y emocional es habitual. La violencia supone enormes costes directos e indirectos para la sociedad y la economía en su conjunto. Sin embargo el acceso de las mujeres a la justicia sigue siendo muy limitado. Cuando existen leyes que protegen a las mujeres, a menudo, los agresores no sufren consecuencias reales”, apunta. Según los expertos, la capacidad para asistirlas se verá reducida con la salida de USAid.
“Sin embargo, a pesar de estos retos, soy optimista sobre la capacidad de recuperación de las comunidades de la región”, argumenta Williams sobre el panorama que se avecina. “Las islas del Pacífico no son ajenas a la adversidad, y las ONG locales, los organismos gubernamentales y las organizaciones regionales se están adaptando y encontrando soluciones innovadoras. Ahora más que nunca es esencial apoyar la colaboración intersectorial, reforzar las asociaciones locales y defender la importancia que sigue teniendo la ayuda internacional para abordar los problemas críticos del desarrollo en el Pacífico. Juntos podemos superar este revés y seguir trabajando por un futuro más sostenible, resiliente y equitativo para la región del Pacífico”, sentencia.
“Sin planes de transición”
USAid era un órgano independiente hasta que Trump asumió la presidencia. A partir de entonces pasó a depender del Departamento de Estado y comenzó la revolución. A pesar del anuncio de la paralización de la actividad, poco después se retractaron y confirmaron que la ayuda humanitaria considerada como esencial quedaría exenta. El daño a la agencia y los órganos locales dependientes de ella ya estaba hecho. Los retrasos, la incertidumbre y varios despidos ya han impactado en la implementación de estas iniciativas.
Finally, we’re starting to see some fight. We need more of this 🔥
🚨Trump’s decision to shut down USAID has frozen critical work to deliver vital assistance around the globe, and put China in the driver’s seat. pic.twitter.com/JMrFOFx2VS
— Christopher Webb (@cwebbonline) February 3, 2025
Syed Hasan Ali es un experto que analiza “las secuelas de la detención de USAid” y afirma que “expone un fallo fundamental del modelo de ayuda: gran parte del sistema está diseñado para mantener a las organizaciones en un ciclo de dependencia y no de sostenibilidad”, esgrime. “Las ONG que han dedicado años a crear programas, contratar personal y poner en marcha intervenciones que han cambiado vidas, ahora luchan por sobrevivir, sin planes de transición”, prosigue.
La dureza con la Trump ha detonado el poder blando en el tablero internacional impide un plan B que ayude a las personas más vulnerables, especialmente en el apoyo a mujeres y niñas en países donde no se las tienen en cuenta.