La encargada de anunciar la victoria de las elecciones europeas fue Ursula von der Leyen. No lo hizo como presidenta de la Comisión Europea, sino como candidata del PPE a revalidar ese mismo puesto. “Construiremos un bastión contra los extremos”, daba así el pistoletazo de salida a su verdadera campaña.
Cuando en marzo fue elegida por el PPE para continuar al frente de la Comisión, parecía que sus opciones eran sólidas. Hoy no parece que haya mucha alternativa a su liderazgo, pero no es incuestionable y necesita recabar apoyos. Muchos. Primero, necesita el apoyo del Consejo Europeo, es decir, de los primeros ministros y presidentes de los 27 estados miembros de la UE. Y después, necesita el apoyo de 361 -de 720- de los nuevos diputados del Parlamento Europeo que votarán en secreto. Importante matiz este último.
Partidarios y detractores
Dentro del Consejo Europeo podría parecer todo hecho, pero tiene partidarios y detractores. Veamos los países grandes. En España es evidente su afinidad con Pedro Sánchez aún no siendo de su misma familia política. Quizá hoy ya lo entiendan ustedes todo, además, España busca un puesto clave en esa futura Comisión para Ribera. Muy criticados han sido también sus guiños a Meloni, con la que ha dicho que ha trabajado muy bien, precisamente porque necesita su apoyo. Sin embargo, su respaldo le dificulta el de Macron, que la misma noche electoral decidió convocar elecciones legislativas por el auge de Le Pen que, a su vez, trata de acercarse y emular a la primera ministra italiana. Por su parte, parece claro que contará con el respaldo del canciller Scholz que, a pesar de ser socialista, no tiene fácil no apoyar a una compatriota, especialmente tras el batacazo electoral de su partido en las europeas.
La situación en los cuatro países grandes da una idea de la complejidad y fortaleza con la que se ha ido forjando la Unión Europea. En el Consejo Europeo se sientan distintas familias políticas, desde socialistas como Sánchez o Scholz, a populares como Mitzotakis o Tusk, liberales como Macron o la derecha más extrema de Orban o Meloni. Todos ellos se han presentado a las elecciones nacionales con programas políticos, e intereses, muy diferentes entre sí e incluso contradictorios. Sin embargo, llegado el momento de la verdad y de la política, tienen y deben de llegar a acuerdos. Esto ha sido la realidad del mundo libre de Occidente durante muchos años, esta es la cultura política en la que hemos desarrollado las instituciones internacionales -desde Naciones Unidas a la OTAN-y que nos han permitido el mayor avance científico, tecnológico, intelectual, social y económico en la historia. Desde el convencimiento de que no hay que ser iguales, más que ante la ley, para poder llegar a acuerdos que redunden en el beneficio de todos. Era la lección aprendida de dos terribles guerras mundiales. Pues bien, la polarización está consiguiendo hacer de esta regla, una excepción, y no son pocos los que hoy piden acuerdos, pero sanitarios… “solo con los míos”.
Este próximo lunes el Consejo Europeo celebrará una cena informal donde podrían comenzar a conocerse los apoyos que se confirmarían en el Consejo formal del 29 y 30 de junio. Así la Eurocámara podría votar en julio. Porque Von der Leyen necesita también el apoyo del Parlamento Europeo con 361 votos a favor de su candidatura. Para poder tener el apoyo de esa amplia mayoría, además de los 186 de su grupo PPE, necesita el voto de los socialistas que suman 135 y de Renew que tiene 79, por no abrir el melón de qué harán los 53 de los Verdes.
Contradicciones y dificultades
Aquí aparecen, de nuevo, las contradicciones y dificultades. Los S&D y liberales exigen para su voto a favor, el famoso “cordón sanitario”, a la derecha del PPE. Es decir, que VdL renuncie al apoyo de los 24 diputados italianos de Meloni. La pregunta es, ¿y por qué iba a hacerlo si tiene suficientes votos? En 2019, Von der Leyen fue elegida por un estrechísimo margen de 9 votos. Hubo una parte de los diputados del propio PPE que no la apoyaron. En esta ocasión teme que pase lo mismo. Algunos sitúan ese porcentaje de incertidumbre en un 10%, o sea, necesitaría asegurarse 36 diputados más allá del PPE, S&D y Renew. El voto es secreto y dentro de las distintas delegaciones nacionales del PPE puede haber disenso, como hubo en la votación de los delegados en el Congreso PPE que la eligió candidata en Bucarest el pasado mes de marzo. La situación todavía se complica más con la decisión de Los Republicanos, seis eurodiputados, de concurrir a las elecciones legislativas del 30 de junio con Reagrupation National de Le Pen. El cordón se amplía.
Lo suyo sería que Von der Leyen no tuviese problemas para ser elegida. En estos 5 años de mandato ha tenido que lidiar con dos de las crisis más graves desde el inicio del proyecto europeo en 1957: una pandemia que puso a prueba la solidaridad comunitaria y la invasión de Ucrania por Rusia que ha traído la guerra a la frontera norte de la Unión. En ambos casos, su liderazgo ha sido clave. Puso en marcha el mayor paquete de estímulo de la UE, el Fondo de Recuperación NextGen y ha hecho realidad que Ucrania sea país candidato a la UE, a la vez que ha establecido sanciones a Rusia. Sin embargo, en política, pocas veces importa lo cumplido y muchas el equilibrio y los juegos de poder. Esta vez no será distinto. Los negociadores por parte socialista, para los grandes puestos de la Unión – Presidencia del Consejo, la Comisión, Parlamento Europeo y Alto Representante- serán Sánchez y Scholz. En esto, puede que haya tenido suerte.