Francia

La abogada del mayor violador en serie antes de Dominique Pelicot: “El diálogo puede ayudar a reparar a la víctima”

Margaux Mathieu, que decidió defender Dino Scala, acusado de 56 crímenes y delitos sexuales (entre violaciones, agresiones y tentativas), narra a Artículo14 su experiencia y las lecciones aprendidas en Francia

Francia
La abogada penal Margaux Mathieu Margaux Mathieu

El filósofo Michel Foucault, en su obra maestra de 1975, describió la prisión moderna con dos principios, “vigilar y castigar”. Los violadores de Gisèle Pelicot fueron todos condenados con penas de prisión, entre 3 a 15 años (20 para Dominique Pelicot). Pero estos hombres un día saldrán de la cárcel. Habrán sido vigilados y castigados según la ley. Pero ¿estarán preparados para reconciliarse con la sociedad, sin volver a cometer otros crímenes de violencia sexual?

La experiencia de la abogada penal Margaux Mathieu enseñó los límites de la condena. Tras defender a uno de los violadores en serie más buscados en Francia -condenado el 2022 a la pena máxima de 20 años de cárcel-, Mathieu tuvo la certeza: la Justicia debe abrir espacio no solo para juzgar al acusado, sino también para facilitar la reparación emocional de la víctima y la concienciación del violador -algo además imprescindible para prevenir la reincidencia. Y ya hay herramientas para ello, aunque rara vez se utilicen.

El alivio del encierro

Cuando en 2019 esta abogada diplomada en Francia y en Italia decidió defender Dino Scala, acusado de 56 crímenes y delitos sexuales (entre violaciones, agresiones y tentativas), ella sabía que tenía por delante un desafío enorme. Era el comienzo del #MeToo francés, el caso era ultramediatizado y la Policía, que tardó 30 años en encontrar al acusado, se empeñó, según ella, en responsabilizar a su cliente, en la fase de instrucción, de todos los casos de violación semejantes en la zona del río Sambre (norte), cerca de la frontera con Bélgica.

Fotograma de 'Moi aussi', el cortometraje sobre el #MeToo de Judith Godrèche

Fotograma de ‘Moi aussi’, el cortometraje sobre el #MeToo de Judith Godrèche

De acuerdo con Mathieu, desde que Scala fue llevado a la comisaría, en 2018, el acusado no dudó ni una sola vez. Confesó sus delitos, incluso más de los que la investigación inicialmente le imputó. Hasta aquellos para los que no había ni pruebas, ni tests de ADN, ni testigos. Desde el principio también se pudo beneficiar de orientación psiquiátrica gratuita, algo muy importante. Se dijo aliviado por estar entre cuatro paredes. Hasta se planteó la castración química.

Defender a un violador

En un caso como éste, cuando el acusado asume sus crímenes, el rol de un abogado de defensa es bastante especial: se trata de ayudar al cliente en el proceso de confesión y de toma de conciencia de sus actos. “La defensa no consiste en justificar y legitimar un crimen, sino en acompañar y llevar la voz de un hombre”, afirma Mathieu a Artículo14.

El diálogo posible

En el sistema judicial tradicional, la audiencia no está concebida para atenuar el sufrimiento de la víctima, sino para “decidir si un individuo es culpable o no”. Aun así, durante las tres semanas en las que se celebró el juicio, Mathieu fue testigo de momentos en los que víctima y acusado pudieron expurgar sus dolores. La abogada los describió en su libro “Sambre, l’autre rive” (‘Sambre, la otra orilla’, Michalon), y volvió a rememorarlos durante la entrevista con Artículo14.

Momentos epifánicos que sorprendieron al colegiado de jueces y a los seis jurados que iban a decidir el futuro de este mecánico de profesión. Instantes en los que la sala del tribunal penal del Norte, abarrotada y sin ventanas, el tiempo se vio suspendido. Y eso gracias a que algunas víctimas ejercieron un derecho muy poco conocido: hablar directamente al acusado.

Víctima frente a acusado

Madame C., una mujer elegante y sumamente educada, se acercó a Scala para describir lo que le supuso haberse cruzado en su camino una mañana de invierno. Tenía entonces 16 años. El hombre la tiró al suelo sobre la nieve, se lanzó sobre ella con “la mirada de un animal”, desabrochado su pantalón; pero antes de violarla, de repente su mirada cambió, “como si volviera a ser humano”. Le pidió perdón y huyó.

La letrada recuerda con detalles este momento: “Fue la primera vez que le vi llorar”. Scala se “derrumbó delante de esta mujer que aceptó contarle, mirándole, sin agresividad ni ira, lo que había vivido durante la agresión.” La abogada sigue: “Estoy absolutamente convencida de que este diálogo lo cambió profundamente”, sin entrar en detalles del secreto profesional.

Otra víctima se acercó al acusado. Violada en su propia casa. Ella necesitaba saber una cosa: qué arma había utilizado Scala para someterla. “Como si necesitara esta última pieza del rompecabezas para reconstruir lo que ha vivido, quizás para reconstruirse a sí misma”, reflexiona la abogada, que vio a su cliente contestar “avergonzado”, “impresionado por la dignidad de aquella mujer”: una tijera de la propia cocina de la víctima. La mujer reaccionó con un “ah, eran mis tijeras”, y, con una voz suave, le agradeció la respuesta y se fue.

Intercambios de este tipo durante el juicio son una especie de milagro. Su poder transformador va más allá del veredicto. Mathieu salió convencida de que el diálogo debe permitirse y facilitarse, incluso entre acusado y familiares de la víctima, si las partes están de acuerdo. “Ayudar a un hombre a comprender las consecuencias de sus delitos -en las víctimas, en las familias de las víctimas, en la sociedad y en sí mismo- es crucial para restablecer la cohesión social y prevenir la reincidencia”, explica la abogada en su libro. Al final, el culpable va a salir un día de la cárcel y debe ser capaz de reintegrarse en la sociedad.

La justicia restaurativa

La llamada “justicia restaurativa”, cuyo significado actual data de los años 1970 -más o menos cuando Foucault publicaba su obra-, es un proceso voluntario y que va en paralelo al proceso penal. Consiste en organizar, siempre que las partes quieran y lo soliciten, citas entre el condenado y la víctima o sus familiares para que puedan dialogar.

Algunos de los acusados de violar a Gisele Pelicot, en el banquillo en los tribunales de Aviñón, Francia

Para la abogada Mathieu, el proceso penal podría beneficiarse inmensamente al integrar algunas de sus herramientas que, además, ya están previstas en la ley francesa. Casi nadie sabe que es un derecho de la víctima dirigirse al acusado durante el juicio, hacerle preguntas o comentarios.

El diálogo constructivo es importante para la reconstrucción afectiva tras los traumas. Porque el tipo de reparación que buscan las víctimas no es solo la condena. En el caso de Scala, le fue imputada la pena máxima por 16 violaciones, tres intentos de violación y 35 agresiones o intentos de agresión sexual. Las víctimas también necesitan una reparación afectiva, que puede ser el pedido de perdón, la aclaración de algunas dudas o incluso la expresión de sus vivencias traumáticas.

Asumir la culpabilidad

Para ello, subraya Mathieu, es imprescindible que el acusado asuma sus actos -algo que la gran parte de los 51 hombres condenados por violar a Gisèle Pelicot no hizo. El diálogo en el tribunal depende de un acusado que sea capaz de mostrar empatía, escucha y reflexión, pero también de la proactividad de las víctimas, aunque no todas están preparadas para enfrentarse a su verdugo. En el juicio de Scala, la mayoría de las decenas de víctimas no acudió a las audiencias -algunas no querían revivir sus traumas; otras, según la abogada que defendió a veinte de ellas, tenían “vergüenza”.

Gisèle Pelicot

Gisèle Pelicot

Mathieu también destaca la importancia del tratamiento psicológico o psiquiátrico para condenados, víctimas y familiares a fin de ayudarles a la recuperación del trauma y a la concienciación del agresor -lo que también facilita la posterior reinserción social. Desgraciadamente, sólo una ínfima parte de ellos logra beneficiarse de esos cuidados por parte del Estado.