Cada vez que Estados Unidos se enfrenta a una emergencia o una crisis de política exterior se activa el Consejo de Seguridad Nacional del presidente. El ataque lanzado por Irán contra territorio israelí este sábado, en respuesta al bombardeo que destruyó el consulado iraní en Damasco la semana pasada, llevó al presidente Joe Biden a convocar a este foro clave.
Constituido en 1947 para responder a los desafíos de un mundo que se adentraba en la Guerra Fría, ha sido siempre mayoritariamente masculino.
Con la vicepresidenta Kamala Harris en cabeza, la primera en la historia de Estados Unidos, participan en este órgano encargado de asesorar al presidente en el manejo de crisis y de asuntos prioritarios para la seguridad, defensa y política exterior de la gran potencia, así como de coordinar la ejecución de las directrices presidenciales en las distintas agencias federales y las Fuerzas Armadas.
Estas son sus integrantes actuales.
Kamala Harris: Erigida en un símbolo para las mujeres y para la minoría afroamericana tras alcanzar la vicepresidencia de la mano de Biden en 2020, esta senadora californiana es uno de los miembros natos del Consejo; todos los vicepresidentes lo son.
Sin embargo, su estrella ha declinado en los cuatro años de Biden en la Casa Blanca. El presidente le encargó la difícil papeleta de gestionar la crisis migratoria en la frontera sur de Estados Unidos y las relaciones con los países de origen, la mayoría centro y sudamericanos, objetivo que ha impulsado su activa agenda exterior y su veintena de viajes al extranjero.
Las cifras récord de llegadas de extranjeros indocumentados muestran que no ha tenido éxito, lo que ha afectado a su popularidad, mucho más baja que hace cuatro años.
Esta antigua fiscal del distrito de San Francisco, es una activa defensora de las reivindicaciones de los no heterosexuales y del derecho de las mujeres a decidir sobre sus embarazos, ahora amenazados por el endurecimiento de las leyes sobre el aborto.
En estos temas de carácter social se muestra más cómoda que con un perfil internacional que nunca ha logrado hacer despegar. Sin embargo, como vicepresidenta es uno de los miembros de mayor jerarquía y peso en el Consejo.
En la “Situation Room” del sábado, Harris participó por vídeo seguro.
Avril Haines: Si Harris es la primera vicepresidenta, Haines es la primera mujer en alcanzar el puesto de Directora de Inteligencia Nacional, lo que la convierte también en la primera en liderar eso que en Estados Unidos llaman la “comunidad de inteligencia” y también en integrante del Consejo de Seguridad Nacional.
El Gabinete de crisis de Estados Unidos reunido para tratar la crisis en Oriente Medio.
Con Obama fue entre 2013 y 2015 directora adjunta de la CIA, punto culminante de una carrera de dos decenios en la administración pública.
Bajo su liderazgo la inteligencia estadounidense ha dado muestras de tino. En las primeras semanas de 2022, gracias a sus informes, Washington vio venir la invasión rusa de Ucrania y alertó al mundo, pese a los desmentidos de Moscú, que negó repetidas veces su intención de intervenir militarmente en el país vecino. El ataque de Irán sobre Israel ha sido otro ejemplo. Sabedores desde hace días que el ataque se iba a producir, los militares estadounidenses pudieron ayudar a sus colegas israelíes a interceptar la mayoría de los drones y proyectiles lanzados desde Irán.
En la “Situation Room” de la madrugada, Haines se sentó junto al secretario de Estado, Antony Blinken, y frente al secretario de Defensa, Lloyd Austin.
Janet Yellen: Esta mujer de 71 años es seguramente una de las dirigentes que más ha influido en la economía estadounidense en lo que va de siglo. Biden la hizo secretaria del Tesoro en 2021 y entre 2014 y 2018 fue la directora de la Reserva Federal. A Yellen le corresponde gran parte de la tarea de mantener la estabilidad en la economía de la gran potencia y sus ventajas competitivas respecto a su gran rival, China. A esto último ha dedicado gran parte de sus esfuerzos.
A sus 71 años, esta graduada de Yale madre de un hijo ya adulto, ha pasado por numerosos cargos en organismos económicos nacionales e internacionales y, pese a la sorprendente fortaleza que ha mostrado la economía de Estados Unidos, que ha esquivado la recesión que muchos consideraban inevitable en 2023, no faltan quienes le reprochan que el déficit publico no deja de aumentar y que la bonanza se sostiene gracias a un endeudamiento excesivo que tarde o temprano pasará factura. En caso de tener que lanzar nuevas sanciones contra Irán, Yellen sería la encargada.
Jennifer Granholm: Esta mujer de origen canadiense de 65 años es secretaria de Energía desde 2021. Fue la primera mujer gobernadora en el estado de Michigan, lo que animó a Biden a incluirla en su gabinete. Como secretaria de Energía participa en el Consejo de Seguridad Nacional.
Fue uno de los nombramientos de Biden que más apoyo obtuvo. Ecologistas y ambientalistas apoyaron su designación, como también hicieron algunos republicanos, algo especialmente inusual en los tiempos de polarización política que corren en Washington.
Linda Thomas-Greenfield: Naciones Unidas tiene cada vez menos peso en la resolución de los conflictos globales, pero ella es la embajadora de Estados Unidos ante la ONU y eso la convierte en integrante del Consejo. Su puesto en la ONU es la cima de una carrera de 35 años como diplomática que la ha llevado a esta afroamericana por destinos tan diversos como Liberia, Suiza Pakistán, Nigeria y Jamaica.
Samantha Power: Otra de las mujeres elegidas por Biden para gestionar el retorno al multilateralismo abandonado por su predecesor, Power es desde 2021 la administradora de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID), la agencia estatal de cooperación con más medios del mundo.
Power ha pasado por muchos puestos en la diplomacia de su país, pero empezó como periodista cubriendo las guerras de la antigua Yugoslavia. Allí desarrolló su convicción de que Estados Unidos debía asumir un papel protagonista en la defensa de los derechos humanos y más tarde fue una de las autoras que llevaron a desarrollar la doctrina de la “responsabilidad de proteger” por la que Estados Unidos se veía legitimado a intervenir militarmente allí donde fueran menoscabados.