Kamala Harris tiene una pistola y la ha disparado varias veces en un campo de tiro. Fue uno de los titulares principales que dejó la entrevista a la candidata demócrata en el programa “6o Minutos” de la cadena CBS.
“Tengo una Glock y la tengo desde hace tiempo”, dijo Harris a su entrevistador, el periodista Bill Whitaker. Cuando éste le preguntó si la había disparado alguna vez, Harris irrumpió en una de sus ya famosas carcajadas y afirmó: “Por supuesto que la he disparado, en un campo de tiro”. La candidata no tuvo problema en justificarlo: “Mi carrera ha sido hacer cumplir la ley, así que ahí lo tienes”.
No es la primera vez en esta campaña que Harris lanza un mensaje aparentemente proarmas. El mes pasado, en una entrevista con la célebre periodista afroamericana Oprah Wimphrey, no dudó en afirmar: “si alguien irrumpe en mi casa, se lleva un disparo”. Hubo risas entre el público.
El fenómeno de la violencia armada en Estados Unidos no es cosa de risa. Solo hasta septiembre de este año, más de 11.600 personas habían muerto por arma de fuego en el país, según los datos del Archivo de Violencia Armada, una cifra espeluznante que sería aún mayor si se incluyeran los suicidios.
Pero Harris parece estar en medio de un viraje. Sabedora de que Donald Trump repite que uno de los objetivos de su rival es “quitarle a todo el mundo sus armas”, Harris muestra ahora una cara como propietaria de una que no había exhibido antes y con la que probablemente cree que ganará popularidad en los estados-péndulo como Wisconsin, Nevada y Georgia, donde las armas de fuego están muy arraigadas en la cultura y el modo de vida locales. Por más que fuera de Estados Unidos sea difícil de entender, millones de estadounidenses conciben las armas como parte de su identidad y un derecho al que no van a renunciar.
Harris ha ido suavizando algunas de sus posturas más firmes sobre el tema. Aunque sigue siendo partidaria de medidas de control como la prohibición de la venta de las armas de asalto, el examen de los antecedentes de todo el que quiera comprar un arma y los mecanismos automáticos de alerta sobre compradores potencialmente peligrosos, ya no aboga por obligar a los poseedores de armas automáticas a vendérselas forzosamente al gobierno, como pedía una iniciativa en el Congreso que secundó en 2019.
Su campaña dice que esa ya no es la postura de Harris, que además ha elegido como acompañante en el ticket electoral a un declarado amante de las armas como Tim Walz. El candidato a vicepresidente es aficionado a cazar faisanes con escopeta y contaba con la mejor calificación de la Asociación Nacional del Rifle hasta que como gobernador de Minnesota introdujo restricciones a las armas en su estado.
Harris y Walz, buscan un difícil equilibrio entre no alienarse a los votantes a los que horrorizan las frecuentes matanzas en escuelas del país y aquellos a los que les da pánico que un gobierno intervencionista meta mano en su arsenal doméstico. La candidata, por si acaso, ya no duda en contar que tiene una pistola.