Kaja Kallas, que fue la primera mujer en ocupar el cargo de primera ministra de Estonia, ha presentado su dimisión para asumir un nuevo rol como Alta Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. Comunicó su decisión oficialmente al presidente de Estonia, Alar Karis, quien ahora tiene la tarea de iniciar conversaciones con los diferentes partidos políticos para formar un nuevo gobierno.
Kallas, líder del Partido Reformista, lleva al frente del gobierno estonio tres años y medio. Durante su mandato, Estonia ha sido uno de los defensores más firmes de Ucrania en Europa, especialmente tras la invasión rusa en febrero de 2022. Su liderazgo ha sido destacado por su firme postura contra la agresión rusa y su apoyo constante a Ucrania en foros internacionales.
El de Kallas “ha sido un tiempo lleno de crisis y hitos”, según señaló Karis durante la formalización de su renuncia, haciendo referencia a la pandemia del coronavirus, la recesión económica y la guerra en Europa. Estos eventos han marcado profundamente su administración, según indicó el presidente.
Un gobierno complicado
Uno de los puntos más álgidos de su mandato fue la gestión de la seguridad y la economía del país. Kallas ha tenido que enfrentar críticas tanto internas como externas por la falta de municiones adecuadas para las Fuerzas Armadas estonias, un problema que fue calificado como “crítico” y que requería una inversión de al menos 1.600 millones de euros.
Además, su gobierno implementó aumentos de impuestos y recortes presupuestarios en el sector privado poco después de las elecciones de 2023. Estas medidas fueron impopulares y generaron descontento entre la población, afectando la percepción pública de su gestión. Y otro aspecto controvertido fue la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo, una decisión que casi la mitad de la población estonia desaprueba.
La vida política de Kallas también se vio salpicada por una controversia relacionada con su esposo, quien estaba involucrado en una empresa que continuó operando en Rusia, mientras ella criticaba públicamente a aquellos que seguían comerciando con Moscú. Este doble rasero fue fuertemente cuestionado por la oposición y la opinión pública.
Nuevas formaciones
Tras su renuncia, el Partido Reformista, junto con los partidos de los Socialdemócratas y Eesti 200, está en proceso de negociar la formación de una nueva coalición. El presidente Karis ya ha afirmado que quiere escuchar las opiniones de todos los partidos parlamentarios sobre quién creen que puede formar un gobierno mayoritario viable. “Estonia necesita un gobierno que gobierne y tome decisiones que ayuden a mejorar la economía y aseguren nuestra seguridad”, enfatizó Karis.
Kristen Michal, actual ministro de Clima y veterano del Partido Reformista, ya ha sido nominado como el candidato para suceder a Kallas como primer ministro. Michal, que lleva activo en la política desde finales de los años 90, también ha enfrentado sus propias controversias, incluyendo acusaciones de lavado de dinero y financiación ilegal del partido, aunque estos cargos fueron retirados en 2015 por falta de pruebas.
Se espera que el nuevo gobierno asuma el cargo a principios de agosto. Mientras tanto, Kallas continuará como primera ministra interina hasta que el nuevo gabinete sea juramentado. Su última gran tarea oficial fue representar a Estonia en una cumbre de la OTAN en Washington.
En su nuevo rol, Kallas reemplazará al español Josep Borrell, quien ha sido el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad desde 2019. Este puesto en la UE es considerado crucial para la política exterior y de seguridad del bloque.
Por eso, la renuncia de Kallas no solo marca el fin de su mandato como primera ministra, sino también el comienzo de una nueva etapa en su carrera política a nivel europeo. “Le agradecí por su trabajo y le deseé todo lo mejor”, expresó el presidente Karis, subrayando la importancia de su contribución durante un período tan turbulento para Estonia.
Frustración por la OTAN
Sin embargo, Kallas podría haber aspirado a otro cargo. En sus 75 años de historia, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) nunca ha tenido una mujer a la cabeza. La posibilidad de que esto cambiase surgió con el anuncio de que Jens Stoltenberg dejaría su puesto en julio, abriendo la puerta a la que podría haber sido la primera líder femenina de la OTAN. La candidata estrella para este puesto era Kallas, quien contaba con el apoyo no solo de su trayectoria y méritos, sino también de poderosas naciones dentro de la alianza.
Sin embargo, este avance histórico se ha visto frustrado por la sombra de Donald Trump y el impacto potencial de su retorno a la Casa Blanca. La OTAN, temiendo las repercusiones de la conocida misoginia de Trump en las relaciones transatlánticas, ha optado por no avanzar con una mujer al frente.
Durante su presidencia, Trump mostró una clara hostilidad hacia líderes femeninas europeas como Theresa May y Angela Merkel. Esta actitud se alinea con su largo historial de comportamiento controvertido hacia las mujeres, que incluye múltiples acusaciones de abuso sexual. Trump no solo se expresó de manera despectiva sobre May, tildándola de “tonta” y un “desastre” tras su visita de estado a Reino Unido, sino que también manifestó una profunda hostilidad hacia Merkel. En un encuentro en la sede de la OTAN en Bruselas en 2017, Trump declaró a un primer ministro que no podía “soportar” a Merkel porque “esa mujer encarna todo lo que odio”.
Este patrón de conducta hacia las mujeres, especialmente líderes femeninas, ha generado preocupaciones entre aliados sobre la dinámica que podría surgir con Trump nuevamente en el poder. Más de dos docenas de mujeres han acusado a Trump de agresión sexual o acoso, lo que ha llevado a figuras como Joe Biden y otros líderes europeos a cuestionar la prudencia de colocar a una mujer en el liderazgo de la OTAN en este contexto. Un diplomático comentó a “The Times” que, dada la historia de Trump con las mujeres, que muchos ven como misógina, “podría ser mejor evitar poner a una mujer en el rol”.
Además, las declaraciones de Trump sobre la OTAN y su compromiso condicional con la defensa de los miembros que no cumplen con los objetivos de gasto en defensa han revivido los temores sobre la solidez de las relaciones transatlánticas. En un mitin político en Carolina del Sur, Trump hizo referencia a una conversación hipotética con el presidente de “un gran país”, sugiriendo que Estados Unidos podría no proteger a los aliados de la OTAN en caso de un ataque ruso si estos no cumplían con sus obligaciones financieras.