La alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Kaja Kallas, ha roto su silencio este jueves sobre las ambiciones expansionistas de Donald Trump sobre Groenlandia. “Groenlandia forma parte de Dinamarca”, ha expresado desde Bruselas la jefa de la diplomacia europea dos días después de las declaraciones amenazantes del presidente electo de Estados Unidos.
Preguntado sobre si descartaría el uso de la fuerza militar o económica para apoderarse del territorio autónomo danés o del Canal de Panamá, Trump respondió que no podía asegurar “nada sobre ninguno de los dos, pero sí puedo decir que los necesitamos para la seguridad económica”.
“Debemos respetar la integridad territorial y la soberanía de Groenlandia”, ha insistido la sucesora de Josep Borrell a preguntas de los periodistas, en línea con la postura de la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, quien subrayó ayer que “Groenlandia pertenece a los groenlandeses” y que solo la población local puede decidir su futuro.
Cubierta por la defensa colectiva de la UE
También ayer, la Comisión Europea pidió respetar la soberanía de los Estados miembros y subrayó que la isla de Groenlandia, territorio autónomo dependiente de Dinamarca, está cubierta por la defensa colectiva de la UE.
“Afortunadamente es una pregunta muy teórica. En términos legales sobre si se aplicaría el artículo 42.7 (del Tratado de la UE, sobre la defensa colectiva), se aplicaría a Groenlandia”, explicó en rueda de prensa la portavoz jefa de la Comisión, Paula Pinho, quien afirmó en todo caso que muchas amenazas no se materializan y que “no vemos ninguna necesidad en este momento de ir más allá de lo que hemos dicho”.
Esta isla ártica de dos millones de kilómetros cuadrados (el 80% cubierto por el hielo) y apenas 56.000 habitantes goza desde 2009 de un nuevo estatuto que reconoce el derecho de autodeterminación.
A pesar de que la mayoría de partidos y de la población defienden la separación de Dinamarca, la mitad del presupuesto de la isla depende de la ayuda anual de Copenhague y los intentos por aumentar los ingresos con su riqueza mineral y petrolera han fracasado de momento por las dificultades y el elevado coste de extracción.
Estados Unidos mantiene una base militar en el norte de Groenlandia en virtud de un amplio acuerdo de defensa firmado en 1951 entre Copenhague y Washington.